Maduro
terminó siendo el enterrador no del capitalismo sino de los capitalistas o
empresarios venezolanos. No hablo de los que se están haciendo supermillonarios
en este despelote de reparto de dólares para importar. Sino de los que
emprenden, de los que arriesgan capital.
Quién
va a querer invertir si no puedes fijar el precio ni la ganancia en función del
mercado sino que ellos dependerán de lo que digan los planificadores
socialistas. Esto ya intentaron en la Unión Soviética o en China y lo siguen
intentando en Cuba y Corea del Norte, sin ningún éxito. Al igual que en Cuba
–no pueden pensar más allá, por ejemplo en China- la respuesta del régimen es
hacer negocios con empresas trasnacionales y gobiernos extranjeros. Nada de
empresaritos criollos. Aunque algunos
sobrevivirán mientras sean estrictamente necesarios.
El
gobierno se alía con las trasnacionales para que inviertan en Venezuela, sean
petroleras, o ensambladoras de carros. O llegan acuerdos para construir
viviendas con gobiernos extranjeros, que traen a sus empresarios e incluso
obreros a trabajar in situ. O hacen acuerdos comerciales de gobierno a gobierno
que favorecen al capitalista extranjero.
El
último cartucho de Maduro ha sido “el saqueo”, con pago -imponiendo precios
bajos mano militari- o no, y advertir que la ganancia será limitada entre 15 y
30%. En un país tan inestable e
inseguro, invertir así es un riesgo muy alto. En ese esquema lo único que se va
a permitir es montar “franquicias” gubernamentales: “puedes tener una bodega,
pero venderás lo que el régimen te permita, y al precio que él quiera; pagarás
tus impuestos (y comisiones) y no podrás ganar más de lo que te digan”.
Para
las trasnacionales, como Samsung, es un gran negocio. Pongamos que a ellos les cuesta producir una lavadora, por
ejemplo, $25 o menos- el régimen no lo sabe-, la vende por $50 al distribuidor
y al público le llega a $100. Pero como el régimen absorberá los costos y las
ganancias de la cadena distribución, la venderá directamente, o a través de
esas “franquicias, en $50. Entonces proclamará que bajó los precios y abatió
la especulación. Para Samsung será un
negocio sin complicaciones- excepto las éticas-, claro si resolvió el problema
de la repatriación de beneficios en dólares.
Venezuela
no dejará de ser capitalista, pero será capitalista de Estado. Un capitalismo
sin empresarios, al menos sin empresarios nacionales. Funcionaran con empresas
trasnacionales o gobiernos perversamente aliados con el régimen y grandes, pero
exiguas, empresas del Estado orientadas al mercado internacional. Y en lo
doméstico lo que tendremos serán bodegueros de las “franquicias” del régimen. Y
si te portas mal: “te confisco o te saqueo”. Es la guerra económica o la
implantación del modelo cubano.
alfredomichelena@gmail.com
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