Venezuela
es el nuevo fracaso del socialismo. Y es un claro ejemplo de cómo sus defectos
tarde o temprano desembocan en el caos y la desolación. Los acontecimientos de
los días recientes no son más que una muestra de los excesos a que se puede
llegar cuando el colapso es inminente. Lamento mucho la situación en Venezuela
y deseo que pronto puedan superar esta lamentable etapa. El experimento de 15
años del “socialismo del siglo 21” ha sido un total y completo fracaso.
Ni siquiera contar con las más grandes reservas de petróleo en el mundo le han sido suficientes para lograr la prosperidad, antes bien, cada día se hunden más en una espiral perniciosa que poco a poco los lleva hacia el caos total.
Como
buenos demagogos, sus representantes y aliados no reconocen su responsabilidad
en la situación actual y buscan siempre a quién echarle la culpa de sus
desgracias. Argumentan que la culpa de la crisis la tienen los “especuladores”
y los “acaparadores”, ignorando a propósito que las pésimas decisiones que han tomado
a lo largo de tres lustros no podían terminar de una manera diferente. Según
ellos, la culpa no es de los controles de cambio, de los controles de precio,
de las expropiaciones, de los déficits, de la corrupción ni mucho menos de la
incompetencia, sino de los “conspiradores”.
Siempre tienen que alimentar el mito de una figura conspirativa que constantemente les lleva la delantera y trocea sus intentos de hacer que la cosa funcione a su manera. El mítico conspirador es el responsable de sus fracasos. Sus políticas son muy buenas, argumentan, y deberían hacer que todo el mundo viviera en el paraíso, pero siempre el infame y mítico conspirador se interpone en el camino, evitando que sus buenas intenciones los lleven al cielo, y paran descarrilándose camino al infierno. Pero la culpa no es de ellos. Nunca lo es. Siempre es del otro, del conspirador.
No
quieren ni pueden aceptar que el socialismo no funciona, no ha funcionado, ni
nunca funcionará. Y no puede funcionar simplemente porque va contra la acción humana.
La
consecuencia lógica es que para mantenerse en el poder deben eliminar la
oposición. En algunos casos lo han hecho de manera súbita y violenta; en otros,
poco a poco y de manera más encubierta, pero al final el objetivo es el mismo:
dejar a la población sin la posibilidad de oponerse a sus designios. Por eso es
que dicen defender la libertad de expresión y de prensa cuando no están en el
poder, pero una vez acceden a él, son sus más encarnizados enemigos.
Ese
es el camino en el que han llevado a Venezuela. Con lo que no contaban es que
habría un grupo lo suficientemente grande de ciudadanos que decidiría no ceder
ante la presión e irse, sino quedarse a recuperar su país de la catástrofe. No
contaban con que la gente se iba a hartar de la inseguridad y la escasez, que
se iba a hartar de sus patrañas, necedades y abusos. Y entonces, ante la
desesperación, han recurrido a la violencia. De allí en adelante, lo único que
les espera es el fracaso total. Esperemos que el desenlace no acarree más
muerte y desolación. ¡Ánimo, venezolanos!
@jjliber
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