Pensemos
en la historia del vaso medio lleno y medio vacío. Para algunos el vaso sin la
mitad del agua es una tragedia, para otros es satisfactorio. Sin embargo, ambos
coinciden en que el vaso aún tiene espacio para más agua. La oposición
venezolana está ante una disyuntiva similar. Hay quienes piensan que perdemos
porque las expectativas no se llenan, llámese sacar a Venezuela del atolladero
en que está o por el contrario reconocer que la lucha opositora está bien
encaminada aunque falta un buen trecho.
La
realidad nos indica que cualquiera sea la visión de estas dos opciones hay una
sola realidad y es que no sacamos a Venezuela de la actual crisis sin el
concurso de ambas perspectivas. Esto significa que la única manera de llenar el
vaso es con más unidad opositora y manejando con prudencia la existencia obvia
y pertinente de una oposición de geometría variable.
Un
gran parte del país quiere un cambio de rumbo y también de Gobierno, toda vez
la tozudez del actual mandatario que se ha empeñado en no escuchar a la otra
mitad del país y persiste en permitir que la nación se desintegre por los
graves errores en el manejo de la política económica y social. No es cualquier
cosa que Venezuela esté sumergida en la inflación más alta del mundo, en
gravísimos índices de inseguridad, de corrupción y en un evidente fracaso de
las políticas publicas fundamentales como lo son la salud. Estamos ante un país
que cada vez produce menos y ante un futuro cada vez más incierto bajo la
conducción del actual régimen que muy poco esfuerzo hace por escuchar y
corregir las demandas sociales que se le hacen de varios sectores del país
incluyendo algunos que los apoyan.
Por
ello, el país opositor que ha demostrado en las urnas electorales y a pesar de
todas las artimañas del gobierno y su poder, ser la mitad del país, con voz y
rostro, tiene el derecho de jugar un rol protagónico en la superación del
actual estado de cosas. Esa fuerza se logró con un proceso de unidad que se
decantó y que demostró dar sus frutos. La disyuntiva actual no es diferente.
Cada paso que se dé tiene que ser consensuado. Las formas democráticas de lucha
son muchas y las decisiones de cómo confrontarlas no deben ser individuales
ni el resultado de vanidades. Por el contrario se espera más inclusión de
sectores organizados que adversan la conducción actual del país. Cada sector opositor es importante y solo
dentro de un esquema unitario aunque existan diferentes visiones pueden lograr
la contundencia que se requiere. En esta coyuntura que se inicia a partir del
12F y luego de ver la cara represiva del estado, el liderazgo político opositor
no puede caer en la trampa de quienes desde el Gobierno y desde adentro intenta
dividirnos. Hay voceros que juegan al camino del medio para buscar acercarse al
Gobierno. Es su derecho. Pero las fuerzas democráticas que tanto han luchado
por la unidad no pueden debilitarse en la lucha por liderazgos personales o
locales. Eso es jugar la carta del Gobierno.
Es
lamentable que el gobierno no busque consensos de gobernabilidad que son
necesarios y prudentes en toda democracia. La tarea de la dirigencia
opositora es garantizar que el llamado y
los reclamos de la población se escuchen. El país no necesita atajos, ni
salvadores, ni intervenciones, lo que requiere es una oposición unida y clara
en objetivos que presionen a quienes Gobiernan para que lo hagan bien, rindan cuentas y respeten la Constitución.
@bernalette1
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