Alejados
temporalmente de esta actividad, hoy queremos dar nuevamente nuestra opinión, y
hacer un reconocimiento a quienes luchan por la libertad de Venezuela. Nos
manteníamos alejados observando las mojigaterías y cooptaciones políticas.
Venezuela
vive quizá su peor pasaje histórico como derivación de las políticas de Hugo
Chávez, hasta el propio Maduro es un corolario de ellas, tan disparatado y disímil
a su escogedor para la sucesión que, ha logrado por primera vez cohesionar a la
disidencia por la base, cuestión substancial para que emerja una oposición y
una resistencia como estamos observando a lo largo y ancho de la Patria. Por su
lado ya no se necesita de los ambages para sacar a los líderes opositores,
quienes se han sembrado en todo el país, en sus comunidades. Chávez se cuidó y
por ello se mantuvo catorce años en la presidencia, de mantener desunida a la
“oposición”.
Ciertamente,
sus represalias fueron catastróficas, vedlas allí como el cierre de RCTV,
aparte de que arruinó a la nación y puso a chavistas y no chavista a hacer
colas para todas las actividades. Esa escasez premeditada o consecuencial,
abrumó la paciencia de los venezolanos. La inseguridad hace tantos estragos
como una guerra declarada y pocos esfuerzos hicieron para tratar de regresar a la normalidad.
Contrariamente proliferaron los colectivos armados y sus aliados malandros.
Venezuela se convirtió en un polvorín
sin mecha porque la “oposición” no podía ver un listado eleccionario para
inmediatamente anotarse y disputarse los posibles cargos. Pero Chávez era
Chávez, muchas veces amenazó y dio casquillo pero no consumo esas amenazas, le
preocupaba que lo juzgaran como el malo de la película y retrocedía por
momentos, cuidaba su imagen y peculiaridades, la opinión internacional.
Declaraba
guerras imaginarias a países hermanos para al otro día retraerlas entre
carantoñas con sus supuestos enemigos. Cautivado se mostró cuando le dio la
mano a Obama, posiblemente un sueño de su infancia de encontrase con un líder
del Imperio. Pero su recuerdo se va borrando con las actitudes y aptitudes de
sus herederos. Maduro no llega ni a los tendidos del propio chavismo, es
inescrutable tanto para ellos como para la disidencia, no tiene empática con
las masas. Empero, logró cohesionar a la disidencia, despertar a los
estudiantes y en general a la población; el miedo parece haberse disipado para
muchos compatriotas y el panorama es claro de que en Venezuela no se vive en
democracia.
En
el exterior tienen una percepción objetiva y los gobiernos otrora
incondicionales con Chávez se encuentran abrumados por sus propias calamidades
sin poder socorrer a nadie. Maduro tampoco parece ser el “adalid” que fuera
Chávez, regalando nuestro petróleo por todo el continente.
Así
vemos un Correa algo circunspecto, una Cristina en Argentina reparando como se
abre a los mercados y deslindándose de sus raíces “comunistas”, Cuba la
primogénita revolución vaticina cambiar su rumbo. Brasil siempre fue otra cosa
y se mantiene del milagro que logro Fernando Enrique Cardozo. Bachelet no
quiere nada con dictaduras, y el camarada Pepe Mujica es el mas liberal
comunista.
Nicaragua
es una coyunda entre una burguesía que detenta los medios de producción y
“respeta” la revolución de Daniel Ortega, tiene en EEUU a su mayor cliente y
producen para ellos. Evo se conserva en su trono aborigen mientras las
Provincias fundamentales controlan la producción del país.
O
sea, que no hay ningún país de Latinoamérica como Venezuela donde todos los
poderes estén confiscados por el Estado, y donde las empresas productivas hayan
sido desmontadas y despojadas con un control de cambio demoledor. En Venezuela
se agudizara aun más la escasez, la escasez de todo. Esas leyes económicas que
preconiza el ciudadano presidente no son más que un preludio de la ruina total.
Entretanto,
el aparato represivo va creciendo para reprimir a la disidencia, sin darse
cuenta que la crearon, cohesionaron y alimentan con sus despropósitos.
Venezuela volverá a ser libre como lo dice un slogan, sin cadenas que nos aten,
ni nos torturen por los medios radioeléctricos, sin perseguidos políticos, sin
ergástulas abarrotadas de estudiantes y presos políticos, sin muertos, sin
escolares regando su sangre en aras de la libertad. Seremos posiblemente lo que
alguna vez soñó Chávez un país sin tantas desigualdades y feliz. Sin enemigos y
sin imperios que nos subyuguen ni miserias que nos apabullen desde los predios
cubanos. Solo le bastaría a Norteamérica dejar de comprarnos el petróleo para
poner de rodillas al que fuera el tercer productor de crudo del mundo
Francisco
Alarcón
falar04@gmail.com
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