Los chavistas más radicales murmuraban que le estaban entregando la revolución a empresarios y a la MUD pero, vistos los resultados, debe haberles pasado la calentera
Convencido
de que la imagen del gobierno se ha deteriorado y que fuera de Venezuela es
también tenido como violador de los derechos humanos, Maduro optó por
aproximarse al mundo agropecuario e industrial al que acusaba de mantener una
guerra económica contra el país.
LA
ECONOMÍA SIGUE IGUAL
Son
productores abatidos por la imposibilidad de comprar dólares para adquirir
materias primas e insumos que posibiliten sus operaciones. Conseguir divisas es
para ellos de vida o muerte. No sería cuesta arriba hacerlos llenar un salón
para echarle en cara a los manifestantes que empresarios y gobierno son uno
solo.
Los
invitados a la Conferencia de Paz sabían que los ojos del SENIAT, del INDEPABIS
y de otras agencias públicas de control estarían sobre ellos. Mejor ir y
evitarse problemas. Dar la impresión de estar al lado del gobierno era un
precio que valía la pena pagar si se corregía la errada política de prolongados
controles de precios y de cambio.
El
gobierno no dio su brazo a torcer en lo que llaman presuntuosamente “su
modelo”, pero por debajo de la mesa ajustó los precios de varios productos.
Riesgo grande. Al no haber sido autorizados oficialmente y no aparecer esos
precios en Gaceta Oficial, en cualquier momento los comerciantes podrían ser
penalizados por violar la ley, con consecuencias impredecibles.
Maduro
activó el SICAD II, mecanismo que crea la ilusión de amplio acceso a las
divisas, cuando en verdad se refiere sólo a un 10% de los productos requeridos,
no precisamente los que las amas de casa no encuentran en los anaqueles y con
un efecto inflacionario del 722% en relación a CADIVI ($ a Bs. 6,30), que acaba
de ser eliminado, y del 358% en relación al SICAD I ($ a Bs.11). El gran
beneficiario es el gobierno que infla su presupuesto al PDVSA vender sus
dólares a unos 50 bolívares (SICAD II) en vez de los 6,30 de CADIVI.
Más
allá de estas piruetas nada ha cambiado en materia económica.
LA
FRUSTRACIÓN SERÁ GIGANTESCA
En
el plano político, Maduro sentó en Miraflores a dirigentes de partidos
políticos de oposición que no habían acudido en primera instancia a la llamada
Conferencia de Paz.
Esta
operación fue más complicada puesto que la Mesa de la Unidad acudió al diálogo
aun en contra de estudiantes, manifestantes y otras voces que pedíamos como
condición la liberación previa de los estudiantes detenidos, el enjuiciamiento
de asesinos y torturadores, como también el desarme y desmovilización de las
bandas terroristas que han actuado conjuntamente con la Guardia Nacional.
Maduro
ha afirmado que ha sido una acción para aislar a los violentos, lo que tiene
que incomodar a la MUD porque en el léxico oficialista violentos son los
estudiantes, violentos son todos los manifestantes. El chavismo siente que con
esta jugada ha dividido a la oposición, que obviamente va más allá de los
partidos.
Maduro
ha ordenado fortalecer las milicias, en clara respuesta a Henry Ramos, quien
las criticó como cuerpo fuera de la Constitución. Ha gritado que vivimos
“tiempos de justicia”, en retrechera réplica al proyecto de amnistía presentado
por Ramón Guillermo Aveledo. Todo eso un día después del inicio del diálogo.
No
obstante, muchos opositores están de plácemes porque se le dijo al gobierno
unas cuantas verdades en su cara. Es cierto, pero cuando pasen los días y se
percaten de que ninguna reivindicación se logró para el país, la frustración
será gigantesca.
Los
chavistas más radicales murmuraban que le estaban entregando la revolución a
empresarios y a la MUD pero, vistos los resultados, debe haberles pasado la
calentera.
UN
ESCENARIO FORZADO
La
naturaleza de la democracia es la convivencia. Y en materia política el poder
legislativo es campo de acuerdos. Así es en las democracias, pero no en
Venezuela. Los diputados de oposición no pueden contribuir al control del gasto
público y en general de las acciones del Poder Ejecutivo porque esas tareas han
sido proscritas en un parlamento manso que sinceró su sumisión al entregar a
Maduro la facultad de legislar. Otros subordinados a Maduro, que fingen ser
Magistrados, inhabilitan diputados cuando desde arriba decretan que con esos,
nada. En esta solitaria arbitrariedad es que se sienten cómodos. Por eso el
espacio del diálogo lo ocupan a regañadientes.
SON
ENEMIGOS DE LAS PROTESTAS
Con
el cuento de preservar la paz, alcaldes del PSUV niegan permisos para marchas y
concentraciones en las que los ciudadanos quieren expresar públicamente sus
demandas a las autoridades y su descontento por incumplimientos. Antes, los
militares que dirigen el asunto inventaron las “zonas de seguridad” para
achicar el espacio de la política. Cuando la gente se moviliza las bandas
terroristas y sus aliados guardias nacionales hacen de las suyas. Y para
agregar un barnicito teórico, algunos militares sostienen que convocar una
marcha, pintar unas pancartas y protestar masivamente son etapas de un “golpe
continuado”. Quieren a todos calladitos.
COMPACTA
VIOLACIÓN DE DERECHOS
Detienen a inocentes. Lo hacen sin orden judicial. Los mantienen incomunicados. Los torturan. Los imputan como criminales. Les hacen vivir el terror de un juicio en el que toda la estructura del Estado los aplasta. Los liberan arrebatándoles su ciudadanía: no pueden expresarse sobre los temas que les atañen; no pueden manifestar. Los hacen presentarse periódicamente ante sus verdugos. Y todo hecho, por supuesto, por unos que cobran como jueces de la República. ¡Pensar que se llenaban la boca con aquello de haber aprobado sopotocientos artículos sobre derechos humanos en la Constitución de 1.999!
Claudio
Fermin
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@claudioefermin
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