¿Venezuela una posibilidad pendiente?
“Cuando advierta que para producir
usted necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando
compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican, no bienes sino favores;
cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más
que por trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, por el contrario
son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción
es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces usted
podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad esta condenada”. (Ayn
Rand Novelista y filósofa Rusia(1905/82).
Una acotación necesaria
Los ejércitos se han hecho expertos en
imponer la fuerza y violencia entre Reyes, Monarcas, Jefes de Estado,
Parlamentos, Jueces, Eclesiásticos, y el pueblo en general, la estrategia
consiste en presentar el Apocalipsis guerrero como algo válido, y necesario
para mantener el orden establecido o para lograr un nuevo orden.
Cuando Platón
describe su sociedad ideal, sitúa a los militares entre las instancias del
poder y el pueblo. “El guerrero evita el contacto directo entre los gobernantes
y los gobernados, esteriliza el trato entre amos y esclavos para que solo
tengan lugar entre ellos relaciones de subordinación. De modo tal que las cualidades del guerrero
son sagacidad para rastrear, agilidad y fuerza para combatir”. (Platón, La
República II, 375ª).
Sus funciones son esenciales.
Localizar, capturar y golpear. En las leyes, Aristofanes llega a mostrar sin
ambigüedad que obediencia es el fundamento de todo orden político todas las
leyes. Con el pretexto de proteger, de impedir la anarquía el disenso y de
evitar el caos, el guerrero instala el terror, la arbitrariedad y la coacción.
El principio de disciplina que tanto
presume el ejército es la excusa en virtud del cual puede gobernar el cinismo
mas tosco mientras espera la guerra nuclear, convencional o asimétrica, el
militar instala el poderío de la voluntad arbitraria en el corazón mismo de lo
cotidiano. En el comando hay un derecho
diferente del que existe fuera de él, otro orden otra lógica. El cinismo es
inherente al ámbito militar, jerarquizar es una manera de ejercer la sumisión,
instalar el caos, combatir, a la carga, adelantarse al desorden con la
justificación retorcida de establecer un nuevo orden.
Maquiavelo impulso excesivamente la
simpleza de las lógicas marciales. El autor del Príncipe además teoriza sobre
cierto número de prácticas militares, puede leerse de su pluma el elogio de una
técnica lacedemonia, cuyos recursos explotaron a fondo los nazis, mostrad, dice
Maquiavelo, a los enemigos ante los soldados “para el espectáculo de sus
delicados miembros les haga comprender que tales hombres no estaban hechos para
atemorizar a los espartanos”. (Maquiavelo el arte de la guerra IV-10).
Pensemos en las largas hileras de esos
pobres cuerpos desnudos bajo el cielo invernal de Alemania y llegaremos a la
conclusión de que las prácticas guerreras, sean cuales fueren los recursos
tecnológicos que eximen de la mínima valentía, son todas ellas primitivas,
que sin excepción se apoyan en los
instintos más rastreros e insanos, no obstante permiten justificar su acción en
nombre de la cultura, la civilización, la revolución, la inteligencia, la
democracia y el progreso.
El cinismo militar es corto de vista,
por cuanto propone los medios mas bárbaros, agresividad, torturas, odio,
ferocidad, quebrantamientos, pillaje, lapidación moral, para lograr los fines,
encapuchados por vistosos ropajes triunfo de la civilización, el orden “La
libertad”, la liberación, la independencia, el socialismo, la igualdad, la
democracia plena, la revolución.
Entre los apasionados del uniforme y
de la disciplina marcial, se encuentran también los revolucionarios. En 1789
concibió el ejército de reclutamiento, y en 1917 el Ejercito Rojo. El cinismo
revolucionario enseña que para alcanzar el nuevo orden, todos los desordenes
imaginables son admitidos, en esperanza de una mañana venturosa.
Repasemos la formula clásica del
cinismo en la pluma de uno de sus defensores mas tristemente celebre.
“Desde un punto de vista universal, la
necesidad justifica el derecho a actuar”; el éxito justifica el derecho del
individuo y otro afirma
“El medio solo puede ser justificado
por el fin”.
El primero es Adolfo Hitler y el
segundo León Trotski, cínicos emblemáticos si los hay.
Según el principio propuesto por Lenin
“El interés de la revolución es el interés de la clase obrera que se realiza en
el marco teológico revolucionario, se puede privar por un tiempo a los enemigos
del socialismo, no solamente de la inviolabilidad de la persona, no solamente
de la libertad de prensa, sino también del sufragio universal, y así se justifica,
el terror, las confiscaciones, la prisión y los asesinatos.
Respondiendo una pregunta sobre la
pena de muerte, Lenin afirmo “para nosotros, esta cuestión esta determinada por
el objetivo que perseguimos, no existe otro camino para liberar las masas que no
sea aplastar a los explotadores mediante la violencia”. (Les suena esto
familiar)
En su moral y la nuestra, Trotski
redacta un manual del perfecto cínico. Según el retroceder ante los crímenes,
los asesinatos, las purgas y las deportaciones es dar prueba de sensiblería y
de sumisión a la moral burguesa, la revolución
sin violencia ejercida sobre terceros y, teniendo en cuenta la técnica
solo servirá para retrasar el movimiento de la historia que va en sentido de la
liberación de los pueblos, invocar la compasión es hacerse
contrarrevolucionario, pues “todo lo que lleve realmente a la liberación esta
permitido” mas tarde agregó, “solo son admisibles y obligatorios los medios que
aumentan la cohesión del proletariado, (hoy en la dialécticas negri Ana, multitudes)
que le insuflan en el alma un odio inextinguible por la opresión, que lo
enseñan a despreciar la moral oficial y a sus seguidores demócratas.
A ese ritmo si hemos de creer lo que
dice Edgar Morin, hicieron falta 70 millones de muertos para crear un paraíso
fracasado.
En esa lógica perversa militar, Vietnam marco un hito. Lyndon B.
Johnson nunca declaro la guerra, pero azuzado por los Halcones del Pentágono
cometió el error de continuar una contienda colonialista francesa que no le
competía a Washington. Indochina no afectaba a la seguridad Norteamericana,
pero el cinismo militar recomendó he hizo lo contrario y perdió la guerra, por
que Vietnam tenia rostro, nombre, propósito (ausente en país en los pretendidos
vacíos “liderazgos” en liza). Hanoi, Ho Chi Mitch, el Vietcong, personificaban
una guerra anticolonialista que los Estados Unidos perdieron, pero gano La
Maquinaria de Construcción Bélica en complicidad con La Burocracia del
Pentágono.
En el pasado reciente las terribles
imágenes de la prisión de Abughraib, y Guantánamo, produjeron un impactante
horror que implica, pero transciende también la errada política de una guerra
rechazada por la mayoría de la humanidad.
Los crímenes que cometieron elementos
de las fuerzas de ocupación norteamericana y sus siameses ingleses, primero en
Afganistán y especialmente en Irak, y Guantánamo, prisioneros desnudos,
obligados a masturbarse o sodomizarse, a formar pirámides humanas.
Una joven militar arrastrando con una
cuerda a un prisionero Iraquí desnudo,
aterrorizados y luego atacados por perros de presa hombres parados sobre
estrechas plataformas, amenazados de electrocución si se agitaban.
Nos dicen que este es solo la punta
del iceberg de una documentada infamia cometida por hombres y mujeres de las
fuerzas de ocupación norteamericana. Regresan como verdugos a sueldo a la
memoria herida de nuestro tiempo las peores atrocidades del ser humano, las
matanzas de My Lai en la guerra de Vietnam, la “cuestión” en la guerra de
Argelia, la milenaria serie de crímenes de Israelíes contra Palestinos y de
Palestinos contra Israelíes y más allá, maculando para siempre la memoria del
siglo XX y la primera década del XXI, los campos de concentración del genocida
Adolfo Hitler y el Gulag del tenebroso asesino José Stalin. Y la carnicería sin
par en Ruanda tolerada vergonzosamente por las tropas de Naciones unidas. Hoy
en el país quienes lo regentan han quedado desnudos, impúdicos en un accionar
despiadado, alarmante el trato dado a los estudiantes, desmedido,
desconsiderado, brutal con expresiones de burla, y desprecio por ellos que ha
hecho recordar para tristeza de sus abuelos a la nefasta Seguridad Nacional,
los jovenes en sus confrontaciones históricas contra el establecimiento de
turno siempre han reclamado con radicalidad sus sueños y anhelos, esto ha
llevado muchas veces a desbordamiento en la que la burocracia policial-militar
termina sucumbiendo a su esencia represiva, pero esos casos hasta los mas
cínicos autócratas de turno intentan corregir el cause cuando se revelan estos
brotes autoritarismo y en el país ha ocurrido este despropósito frente a la
inmovilidad e insensatez de el grueso de los ciudadanos venezolanos y frente a la mirada cómplice de los demagogos
de turno, de esa vergonzosa ficción ostentosamente llamada, Naciones Unidas y
sus hijas naturales, Unasur, Mercosur y entre las que destaca, la buena para
nada de la malhadada OEA.
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