La maquinaria electoral del chavismo se ha
convertido en una inmensa organización antidemocrática, fascista y manipuladora
del voto; uno de sus principales componentes es el Consejo Nacional Electoral
(CNE), uno de los poderes ciudadanos, supuestamente independientes del Estado,
pero cuyas autoridades lo han convertido en engranaje del aparato chavista,
para perpetuarlos en el poder.
Este gran aparato para el fraude necesita,
para su funcionamiento, ingentes sumas de dinero, por lo que utilizan de la
manera más descarnada y obvia los dineros públicos, lo que es ilegal, y los
recursos del Estado (instituciones, funcionarios, materiales, recursos, tiempo,
espacios, etc.), que es inconstitucional, para adelantar los propósitos e
intereses de una facción política, permitiéndole al chavismo un ventajismo
grosero y público.
Cualquier intento del CNE, para guardar
apariencias ante el país y el mundo, al decir que se trata de elecciones
imparciales, transparentes, confiables y en términos de igualdad, es
simplemente increíble, porque desfiguran la consulta popular y convierten los
principios republicanos en una payasada.
El que, supuestamente, es “el mejor sistema
electoral del mundo” se ha venido convirtiendo, con el tiempo, en ejemplo de
cómo la más avanzada tecnología, sin ética, resulta en algo que no supera a la
gerencia de un casino en Las Vegas o en Shanghái; la casa siempre gana.
¿En qué consiste esta maquinaria? Se trata de
un híbrido entre instituciones del Estado y el partido de gobierno, el PSUV,
trabajando bajo una misma estrategia militar, cuyo fin es torcer la voluntad
popular para favorecer al chavismo.
¿Cómo? Hay varias fases, la primera es la de
golpear al adversario político hasta dejarlo inerme, quitándole todo el
financiamiento posible, inhabilitando sus candidatos con procesos judiciales,
fomentando una campaña de descrédito y disminución moral, y presentando al
contrincante como “corruptos” y “representantes del Imperio”. Utilizando los
medios públicos de comunicación de masas, en manos del Estado, el partido de
gobierno se convierte en el perifoneador máximo de sus candidatos y programas,
obviando las normas electorales y, con la anuencia del CNE, con absoluta
discriminación de los otros partidos en la justa.
El día de las elecciones se hace una
movilización masiva y nacional, con recursos del Estado, para llevar a los
electores del partido de gobierno a votar; y esto lo logran muy bien, comprando
conciencias, utilizando amenazas o, simplemente, bajo la coacción de “unidades de
batalla”, grupos armados que tienen a los adeptos identificados y los buscan en
sus hogares.
En el momento del voto se ha hecho una
práctica que, bajo excusas de incapacidad, se realiza el “voto asistido”: un
miembro del partido de gobierno vota por la persona a quien tiene como rehén.
Las mesas electorales están conformadas por
militantes del partido de gobierno, con instrucciones de impedir el voto de los
contrarios, retardan el proceso cuando las condiciones les son adversas, anulan
votos a voluntad bajo las más nimias de las excusas, con la colaboración de las
fuerzas armadas cierran mesas a deshoras, interrumpen el proceso de votación
por razones de “seguridad”, permiten manifestaciones de propaganda política de
sus simpatizantes, así como acciones de amedrentamiento contra de los votantes
por parte de grupos volantes de fanáticos violentos.
Esta custodia del proceso electoral por parte
de unas fuerzas armadas chavistas permite la impunidad de los agentes
provocadores rojos, la desaparición de material electoral en zonas que no les
son favorables, la sustitución del mismo por otro material, ya previamente
“guizado” al gusto del partido, coadyuvan a la campaña de terror y
desmoralización que se despliega a lo ancho del territorio nacional, porque
debemos recordar que la abstinencia le conviene al gobierno.
Cuando llega la fase electrónica del proceso,
surgen entonces los listados de votantes fantasmas, se cambian los contenidos
demográficos de las circunscripciones electorales para favorecer la trampa cibernética,
migran los votos de un lugar a otro, se cambia votos nulos por válidos y
válidos por nulos.
Todo esto sucede, a pesar de los invitados
internacionales y observadores de organizaciones multilaterales, a quienes se
les “marea” con un show ya preparado de cómo funciona el sistema en ambientes
asépticos y especialmente diseñados para crean lo que no es.
La gran pregunta surge, entonces, ¿Para qué
votar?
En mi opinión son cinco las razones para ir a
votar, a pesar de estas enormes dificultades:
1- El
voto no es un obsequio o una gracia otorgada por el régimen, es un derecho; hay
que ejercerlo y, en lo posible, defenderlo.
El voto es un logro histórico y un deber ciudadano, nos costó sangre,
sudor y lágrimas obtenerlo; hay que hacerlo valer, a pesar de las
circunstancias negativas.
2- No
se trata de convalidar la trampa, ni de legitimar al usurpador; a estas alturas
todo el mundo está claro que los chavistas son unos tramposos y el CNE baila al
son de la música que el gobierno le ponga.
Lo que verdaderamente importa es ir a votar, dejar sentado que nos
importa la democracia y que queremos expresarnos.
3- La
contienda electoral es sólo uno de los muchos campos de batalla que tenemos que
asumir en la lucha por nuestros derechos y libertades; no acudir al encuentro
por estar en minusvalía no es la mejor excusa.
4- Si
no votas, de todas maneras van a usar tu identidad y la van a poner a jugar a
su favor; no se la pongas fácil, oblígalos a utilizar la trampa, en algún
momento botarán la bola y el fraude quedará en evidencia; mientras más grande
la trampa es más difícil ocultarla.
5- Si
te abstienes es porque tienes otro plan; si es así, ejecútalo, hazte sentir,
quedarse en casa a la espera de que las cosas mejoren solas, es engañarse y eso
es, justamente, lo que quieren los chavistas: hacer lo que les dé la gana
contigo y tu familia y que después no puedas protestar ni reclamar.
Este 8D, exprésate. Si lo hacemos masivamente
se la pondremos más difícil; no te rindas, es tu país y tu futuro lo que está
en juego. –
saulgodoy@gmail.com
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