El ABC de Franzel Delgado Senior – Médico
Psiquiatra y conferencista internacional
Escrito por Macky Arenas el May 17th, 2013
archivado bajo Colaboradores, Entrevistas, Macky Arenas, Secciones.
“Pueblos
muy pobres y poco instruidos han sido objeto de líderes oprobiosos”
Churchill,
De Gaulle y Kennedy supieron interpretar sus momentos históricos y por
eso se hicieron a la grandeza. La política es un mundo obscuro, incierto, lleno
de intriga y de lealtades que el político debe saber detectar y manejar, señala
el fundador de la Unidad de Psicoterapia conductual del Hospital Vargas
Médico-psiquiatra y Premio Nacional de
Psiquiatría, ha sido Presidente de la sociedad venezolana de su especialidad.
Tiene master en Londres y en California (USA). Escritor, columnista,
conferencista invitado en varias universidades y prestigiosos institutos
médicos en el exterior. Fundó la Unidad de Psicoterapia Conductual del Hospital
Vargas y ha dictado talleres laborales en varias importantes empresas del país.
Sus comparecencias en radio y televisión son muy apreciadas por público y
periodistas dado su valor didáctico y siempre resultan orientadoras y
esclarecedoras. Se ha aventurado en temas álgidos como el fraude, la sumisión
política y todo aquello que contribuya, en esta Venezuela turbulenta, a
descalabrar la psiquis del venezolano. Esto fue los que nos dijo, para los
lectores de ABC de la Semana.
¿Qué provoca la “locura” del poder, como
la llama el neurólogo David Owen?
Dice Owen que lo que el mundo necesita es
“líderes más sanos”. Creo que el poder, el alto poder, siempre enferma. “De la
cabeza o del cuerpo”, diría algún galeno de la antigüedad. Porque no siempre el
trastorno que ocasiona el poder es sobre “el juicio”, cuando ello se produce,
es porque el personaje afectado ya llevaba esa condición, al asumir al poder.
Los trastornos del juicio consecuencia del ejercicio del poder, no son los más
frecuentes, pero sin duda, sí, los más llamativos. Aun, después de cinco siglos
se recuerda a la primera reina de Castilla, como Juana La Loca.
¿Qué características, historia personal o
desviaciones de algún tipo tienen quienes son incapaces de procesar el poder
sin intoxicarse, al punto de que les afecte el juicio?
Toda enfermedad tiene un substrato, un terreno que hace factible que
ella florezca. Es muy variado y no puede reducirse. Hay terrenos personales que
son vulnerables al ejercicio del poder, y enferman, y otros que persiguen el
poder como necesidad de una patología previa. Unos se intoxican al ejercerlo, y
otros buscan ejercerlo para intoxicarse.
¿Pueden llegar a tener desarrollos paranoides
o algún tipo de trastornos delirantes, que es lo que proyectan aquellos que
reflejan complejo de persecución, eso de creer que quieren eliminarlos, a
sospechar de todo el mundo?
En efecto, los trastornos delirantes, o
sea pensamientos que se salen de la realidad, y entre ellos los de persecución,
no son los trastornos más frecuentes como consecuencia de las posiciones de
alto poder, más bien tienden a observarse con muy poca frecuencia. Y siempre
son el estallido por llamarlo de alguna manera, de una patología subyacente,
que se activa al estar en esas funciones. A los pensamientos de persecución son
más propensos aquellos que han ejercido el poder violando las normas, o los
derechos ciudadanos o cometiendo delitos u homicidios, pues ello actúa como especie de raíz que
crece y genera los temores de persecución o de eliminación. Es de notar que la
base del temor es justa, pues es comprensible que deban temer justicia o venganza, el problema está
en las dimensiones que pueda alcanzar este sentimiento.
¿Cuáles son los síntomas visibles de una
conducta semejante?
Siempre revela de alguna manera el
estado de temor íntimo, o incrementando sus medidas de seguridad personal más
allá de lo necesario, o lanzando ataques verbales de advertencia de su riesgo,
lo cual les funciona como recurso de alivio a esa descomposición emocional
interna. Nunca se ve a un dictador sin esos notables excesos de medidas de
seguridad. Es que todos van cuidándole sus miedos.
¿Es capaz el líder en tales condiciones de
reconocer su error, de escuchar o regresar a la prudencia y la mesura? ¿Quien
padece este tipo de desorden, tiene conciencia de ello?
Si se esta en presencia de una
verdadera patología paranoide, desencadenada por el poder, allí no hay lo que
se llama “autocrítica”. Si la hubiera no podría hablarse de alteración
paranoide. No reconocer sus síntomas es condición indispensable para estimar
que hay un desorden mental.
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“El mundo de la paranoia es diverso como un arcoiris” |
LOS
PREDESTINADOS
¿Y quienes se creen predestinados?
El mundo de la paranoia es diverso
como un arcoiris, pero sin la belleza de éste. Puede ser expresión paranoide
tanto sentirse a riesgo de muerte o de persecución irreal, como asumirse a sí
mismo como una gran personalidad, sin serla o sin tener los méritos para ello.
Por eso se llaman “desarrollos
paranoides”, porque son la multiplicación de la dimensión de un sentimiento, de
un pensamiento o de una conducta. Sentirse y asumirse como ”predestinado” es
siempre expresión de una estructura patológica que mantiene a la persona fuera
de la realidad, y por eso sus conductas son tan incomprensibles. En dimensión
distinta, pero solo para ilustrar cómo una circunstancia existencial puede
determinar la conducta de quien la vive, podemos mirar a la vida de tantos
artistas famosos que terminan en suicidio. Que no ha sido porque lo traían en
sus genes. Los políticos se suicidan menos, posiblemente por su perfil o
características de personalidad.
Fácilmente, un individuo así puede entrar en
profunda depresión cuando la realidad se muestra en contra… ¿cómo enfrentarlo?
Las posiciones de alto poder, más
allá de los beneficios visibles, son un obscuro mundo tormentoso. Y sin lugar a
dudas, desde la arista emocional, es la “Depresión”, la afección más frecuente en quienes lo
ejercen. Lo que acontece, es que por razones
obvias, se disimula o se esconde de la visión pública, porque en la
depresión se conserva la autocrítica y el afectado puede prever las
consecuencias de sus actos y proceder en consecuencia. No podríamos imaginar a
Churchill, por más angustiado o deprimido que estuviere, anunciando su
conmovedor “sangre, sudor y lágrimas”, llorando. Todo líder debe contar en su
repertorio con la buena capacidad de disimulo.
¿Cuál es el riesgo para la sociedad cuando
está al mando un personaje con estas características?
Bueno, la Historia de la humanidad
es rica en episodios que reflejan sus riesgos. También una amplia gama. O la
sociedad activa sus buenos recursos, a tiempo, y se deshace del personaje, o
este domina a esa sociedad y puede
maltratarla, a veces, hasta límites poco imaginables. Alarma hasta donde puede
llegar la capacidad de maldad de un hombre, en alta posición de poder.
Dicen que ningún viento es bueno para el que
no sabe a dónde va. ¿Saben nuestros líderes a dónde van o se contentan con
saber lo que quieren?
Bueno, eso depende del líder. Hay
poderosos que han manchado la historia de sus países y del mundo, pero también
esa misma historia esta hecha de grandes episodios y de grandes líderes, que
junto para sus sociedades han sido ejemplos de eficiencia, de entrega y de
grandeza. Si los líderes pidieran un consejo a la psiquiatría, esta les diría
que “ no dejen de oír nunca a quienes no
están en el poder”, porque la propia percepción de su realidad, en quienes
ejercen altas posiciones de poder, siempre está distorsionada, por ellos mismos
y por quienes lo rodean.
¿Qué hace la diferencia entre un líder
positivo, nutritivo, movilizador y un anti-líder, quien basa su poder en el
carisma y el paternalismo?
Los líderes tienen que ajustar sus
acciones y procederes a su tiempo y a las necesidades de sus gobernados.
Churchill, De Gaulle, Kennedy, por
ejemplo, fueron hombres que supieron interpretar sus momentos históricos y por
eso se hicieron a la grandeza. Mientras,
muchos otros no han pasado de usar el poder para satisfacer aspiraciones y
apetencias personales. Para ellos, la
Historia, no guarda sino sitios eternos de deshonor o sencillamente no les
reserva ninguno. Porque no tuvieron la altura necesaria para entender su rol y
su momento histórico.
No hay líder sin seguidores: ¿en qué se basa
la autoridad del liderazgo?
Quizás la condición indispensable y
de mayor peso para generar liderazgo, es el carisma. Eficiencia, dedicación,
honestidad son rasgos que también influyen, pero la personalidad es
definitivamente fundamental. Eso lo
vemos desde la infancia, cuando sin que los liderazgos conlleven ningún
beneficio, ya se dan y se definen de manera inocente y espontánea.
Ahora, gravísimo error comete aquel líder que basa el sustento de su
poder, solo en el carisma, desestimando otras condiciones indispensables para
mantener la ascendencia del liderazgo. El carisma puede convertirse en una cáscara llena de fracaso.
EL
LIDERAZGO Y LOS PUEBLOS
El liderazgo es básicamente una aventura
personal. ¿Si el líder tiene dueño o precio, qué miedos andan detrás?
Un verdadero líder es un ser libre,
y eso en muy buena medida es lo que lo hace líder. Dicta, dirige, indica,
decide, y los demás siguen su temple. Y sus miedos, son los miedos inherentes a
un ser humano en esa circunstancia precisa del poder. La política es un mundo
obscuro, incierto, lleno de intrigas, de intereses y de deslealtades que el
líder debe saber detectar y manejar. Un líder con dueño o precio, en fin de
cuentas no es un líder. Es una farsa. El líder, en todo caso, es quien se
adueña de él. Entorno y estructura personal entran en un tenso juego que puede
llevar al más absoluto éxito, como también al más doloroso fracaso.
Decía Sófocles que el poder nos enseña cómo
es el hombre. ¿Es cierto que tenemos los líderes que merecemos?
Claro que el poder es una instancia
que inevitablemente hace revelar quien en verdad es quien lo ostenta. Ahora, no
siempre la historia parece ser justa con
los pueblos. Pueblos muy pobres y poco instruidos han sido objeto de líderes
oprobiosos, igualmente básicos y poco instruidos. Pero también pueblos más
instruidos, igual han padecido largas y
terribles dictaduras. Pienso que igual hay diversos elementos que engranan en
un momento preciso de la Historia o de los pueblos, y se da el fenómeno del
dictador o de la dictadura, clara distorsión del ejercicio del poder. Una cosa
es el hombre, y otra, la sociedad. Hace casi cuatrocientos años, con sólo
dieciséis años de edad, Luis XIV decía a los franceses ”El estado soy yo” ,
pero en la medida que el ser humano se ha civilizado, el autoritarismo ha ido
quedando atrás como signo de primitivismo.
¿Cómo se salva una sociedad de las
consecuencias del anti- liderazgo? (Eso que usted ha llamado acertadamente
“sectas destructivas”)
Cuando una “Secta Destructiva” se
instala en una sociedad, esta siempre activa sus mecanismos de defensa para
rodear y derrotar a la secta. Y debo recordar la definición académica universal
de Secta Destructiva: “Es todo grupo organizado, que emerge en el seno de una
sociedad, con la intención de destruirle las instituciones y los valores de esa
sociedad y obligarla a asumir los de la secta”. La definición, por si sola,
expresa la malignidad de esos grupos, pero no obstante, siempre las sociedades
son más poderosas. Observamos que en el mundo actual hay solo unas
cuatro dictaduras, de unos
doscientos países que conforman el planeta. Ello habla de los buenos recursos
de las sociedades para neutralizar liderazgos malignos.
Personalmente, ¿cuáles son las opciones
cuando los líderes no atinan a encontrar el camino?
Un líder ” extraviado ” debería por
su misma condición de líder, abandonar su puesto dirigente y cederlo. Si no, la
historia nunca lo recordará para bien, mientras que si lo hace, quizás esa
misma historia le reserve una segunda oportunidad. Pero pocas veces los hombres
abandonan por mera autocrítica las altas posiciones de poder. Parece que este
es demasiado tentador, más allá de todos sus peligros.
Socialmente, ¿qué alternativas existen a la
frustración, la angustia y la desesperanza de verse y sentirse víctimas de la
deslealtad, de la continua descalificación y, lo más grave, de una gran
tristeza?
Entiendo que tu inquietud se
refiere a la desesperanza, a la tristeza y a otros sentimientos ciudadanos
consecuentes a sentirse mal gobernado.
Una población sin sintonía con su gobernante, puede sufrir mucho, más si
este ejerce alguna forma de autoritarismo. Ello es lo mismo que mantenerse por
años, obligado, en un matrimonio altamente hostil, deteriorado y disfuncional,
sufriendo cada día sin ninguna esperanza en el siguiente. Hay una sola salida,
sea matrimonio, o sea ciudadano y gobierno, y es la ruptura. Deshacer esa
relación que daña, que maltrata y que hace sufrir. Siempre hay que aspirar y hacer
por lograr tiempos mejores, porque además, es una buena exigencia para una vida
feliz, individual y colectiva.
Franzel Delgado Senior
franzeld@gmail.com
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