Chávez,
‘el innombrable’... ‘el autócrata bolivariano’... ‘el coma-andante’ o como
usted lo quiera llamar, nos está ganando a los demócratas en este río revuelto
que aún llamamos opinión pública en Venezuela. No caben dudas, pero tampoco es
como para tirar la toalla y abandonar la lucha por la democracia, la igualdad y
la legalidad. No lo afirmo sin referentes, lo digo con todas las encuestas y
pulsos opináticos electorales en mano publicados a la fecha de este reporte,
desde los que emite mi amigo Luis Vicente en Datanálisis y los de otras
empresas de calibre profesional y probidad como la suya, hasta los numeritos de
las encuestas ‘pret-â-porter’ y de dudosa transparencia, que salen de las
manipuladas pulsiones que ordenan y pagan, con nuestro dinero, los capitostes
de la nomenklatura rojita por instrucciones expeditas del G2 cubano, instalado
hace sopotocientos años en el hotel Alba-Caracas, el añorado Caracas Hilton.
Sea en aquellas mediciones serias o en estas otras encuestas manipuladas,
Chávez lidera, por ahora, la intención de voto de los electores, aún cuando el
margen de ahora no sea el holgadísimo 40% que mantuvo con el socialdemócrata
Rosales (hoy exilado en el Perú) a comienzos de la carrera electoral del año
2006.
¿Por
qué lidera la intención de votos un Chávez que, luego de 13 años en el poder,
ha fracasado estruendosamente en todos los indicadores sociales y económicos de
Venezuela? ¿Cómo es posible este desaguisado? ¿Enloquecimos como país, y como
manada de Ñus enfebrecidos nos lanzamos por el barranco del Massai-Mara, para
caer a las fauces de los bellacos depredadores del inextricable Socialismo del
Siglo XXI?
Mientras sociólogos,
politólogos y comunicadores sociales se devanan los sesos para hallarle
explicación a lo que definen unos como ‘fenómeno social’ y otros como
‘incongruencia sociopolítica’, la realidad es tan simple como cruel: Chávez nos
está ganando a los demócratas de todas las oposiciones - y con un margen aún
grande- las batallas persuasivas sobre el electorado. Para resumirlo: Chávez
nos gana en la guerra comunicacional.
¿Guerra
comunicacional? ¿Y con qué se come eso?
La
guerra comunicacional es uno de los tres emprendimientos sugestivos en la
actual Era de la Persuasión, una era que la humanidad inicia con la invención
del lenguaje (y que la separa de la precedente Era de la Contemplación), pero
que antecede a una futura Era de la Iluminación, esa misma que todas las
religiones y filosofías anuncian como de adviento o parusía del espíritu por
sobre la terrenalidad. La guerra comunicacional es una de las tantas variantes
de los enfrentamientos del cuarto período en la cuarta generación de los
conflictos post modernos. Incluye
desinformación, comunicación borrosa y cibernética aplicada a los medios de
comunicación y es, en esencia, una guerra que desarrolla estrategias de
marketing, manipulación de contenidos y hasta terror psicológico, con el único
propósito de influir deliberadamente en el comportamiento de los conglomerados
humanos híper informados, pero paradójicamente descontextualizados, para
alcanzar objetivos políticos, sociales, económicos que benefician directa o
indirectamente a un pequeño grupo, sea éste una corporación, un partido
político, una ONG o una religión.
Para
delimitar el escenario de la guerra comunicacional hay que asumir como contexto
marco el paradigma de la persuasión, un ambiente de información de múltiples
vías en el que la guerra comunicacional comparte espacios con las otras dos
modalidades de la comunicación persuasiva: la educación en valores y la
identidad corporativa. La seducción de las masas en esta Era de las Persuasión,
ha tenido y de hecho tiene, diferentes modalidades, diferentes formas de
incidir en la voluntad de las audiencias y cada una de ella es la expresión
táctica de eso que damos por llamar guerra comunicacional, una guerra dirigida a
manipular la actitud y la conducta de los conglomerados sociales con voz y voto
en la sociedad.
El
paradigma persuasivo de la guerra comunicacional
En
el actual paradigma comunicacional mediático, Chávez logró modificar el eje de
rotación del proceso comunicativo. El contenido, como vector de identidad de
los medios, lo hizo pasar a un segundo plano frente a lo percibido, porque se
apoyó en la universalización del lenguaje de su imagen multimedia y así
desplazó a la palabra-lenguaje en un escenario comunicacional donde no se
confrontan ideas sino que se prometen soluciones inmediatas a las necesidades
de los clústeres de votantes, casi mágicas, expeditas aún cuando sean mediocres
o incompletas, así existan contradicciones entre ellas.
Este
nuevo paradigma de la guerra comunicacional aborda la globalidad de las
modernas interrelaciones sociales (redes sociales, telefonía celular 3G, etc.)
que estructuran en la mente de los electores nuevas realidades. Es un paradigma
que desdibuja fronteras entre grupos sociales anteriormente separados por
territorios, clases sociales o formas y estilos de vida porque amplía la
comunicación entre ideologías y votantes y demarca una nueva realidad: Los
votantes se transforman en mercados de consumidores de promesas, que no ocupan
un territorio ni están cogestionados ideológicamente en un partido ni se
encuentran en los llamados Grupos de Opinión, sino que se caracterizan de
acuerdo a la permeabilidad de su nivel perceptivo y sugestivo frente a la
persuasión.
Es
en esta guerra de las percepciones donde Chávez nos está ganando la batalla,
por ahora, porque su estrategia comunicacional pivota sobre los 5 ejes que
transversan el proceso persuasivo (medios, espacio, tiempo, libertad de acción
y vulnerabilidad del adversario) y aplica, en directa relación con los
distintos escenarios de la opinión pública, los cinco modelos estratégicos de
la guerra comunicacional que son una síntesis de comprensión de las diferentes
alternativas que se pueden utilizar en campañas comunicacionales persuasivas:
El
modelo estratégico de la amenaza directa que opera con su poderosa hegemonía
comunicacional, integrada por decenas de televisoras y periódicos y cientos de
emisoras radiales. Utiliza este modelo aún cuando el objetivo sea modesto y
goce de libertad de acción. El modelo estratégico de la presión indirecta que
aplica cuando sus medios no le alcanzan para construir artificiosamente una
matriz de opinión decisiva. Sucede cuando su objetivo ha sido inicialmente
ignorado por el público-objetivo y su capacidad de convencimiento reducida. El
modelo estratégico de las acciones sucesivas, es el ideal cuando su objetivo es
importante y la libertad de acción en la Opinión Pública ha sido reducida, bien
como reacción de aquélla, bien como resultado de las maniobras defensivas de
las oposiciones. Con este modelo Chávez ha conseguido modificar una percepción
existente mediante acciones sucesivas que combinan la amenaza directa y la
presión indirecta con acciones de fuerza limitada. El modelo estratégico de la
lucha total prolongada es el enfrentamiento asimétrico en cuya táctica de
guerrilla comunicacional utiliza la movilidad de los jóvenes estudiantes de
colegios y liceos públicos, incorporándolos a una conflagración opinática de
esfuerzo considerable que tiene un objetivo final que sobrepasa lo meramente
persuasivo: Esos muchachos, integrados en brigadas, pelotones y compañías, se
transforman en instrumentos de inteligencia y contrainteligencia
comunicacional. Finalmente, aunque no menos importante, Chávez ha utilizado en
pasadas guerras comunicacionales el modelo estratégico de la lucha frontal, un
modelo solo posible cuando los medios son grandes y poderosos, el objetivo es
importante y la libertad de acción reducida. Este ha sido su modelo persuasivo preferido,
con él ha buscado la decisión favorable de las audiencias votantes mediante un
conflicto violento y de corta duración.
Los
principios doctrinarios de la guerra comunicacional son fundamento y razón de
cualquier batalla persuasiva. La estrategia es una acción derivada de la
política que debe cimentarse en las 3 constantes del accionar humano: Querer,
que es un acto de voluntad. Poder, que es un acto de libertad y Saber, que es
un acto de capacidad. El primer principio doctrinario es la voluntad de vencer,
que implica fe en el triunfo y tenacidad para alcanzar el objetivo. El segundo
principio es la libertad de acción concebida como la facultad de elegir
libremente la maniobra estratégica, los medios, las misiones y la decisión de
orientar la ejecución de la estrategia comunicacional persuasiva. El tercer
principio es la capacidad de ejecución que es la adecuación de los medios
disponibles a las diversas misiones persuasivas, coordinándolas en el espacio y
en el tiempo para el uso adecuado de los recursos en economía de esfuerzos. De
estos tres principios doctrinarios se deduce la regla general de la estrategia
comunicacional.
Para
que todo lo anterior tenga sentido y utilidad, es obligante reconocer que
estamos inmersos en una guerra comunicacional, una variante de los
enfrentamientos de cuarta generación en los conflictos post modernos. Una
guerra que incluye desinformación a las estrategias de marketing, comunicación
borrosa en la publicidad y Ciber-comuniación para un contacto personalizado con
audiencias perfiladas. La guerra comunicacional desarrolla 4 tipos de
estrategias: estrategias para el ataque, estrategias para la defensa de nichos
conquistados, estrategias para la aproximación por los flancos opináticos y
estrategias de guerrilla comunicacional. Se trata, nada más ni nada menos de un
novedoso enfrentamiento persuasivo que responde al análisis situacional de los
escenarios y desarrolla tácticas persuasivas con la propaganda como rectora
comunicacional de la información, la publicidad y las relaciones públicas, no
para informar sino para captar adeptos; con la desinformación para minar
territorios de adeptos fieles al contrario y con la inteligencia y la
contrainteligencia para impactar sectores clave dentro del segmento más duro de
los seguidores adversos.
¿Cómo
enfrentar con éxito estas modalidades del emprendimiento persuasivo? ¿Qué nos
hace falta conocer –y dominar- en los comandos electorales de las oposiciones?
Para contrarrestar las maniobras persuasivas de Chávez es imperativo que los
estrategas comunicacionales de las oposiciones conozcan, dominen y pongan en
práctica los 10 Mandamientos de la persuasión de las masas, las 10 Leyes
Inexorables que rigen los emprendimientos persuasivos y los 13 Principios
Estratégicos de la guerra comunicacional. Sin esas herramientas esenciales, el
‘por ahora’ de Chávez se puede convertir en un ‘por siempre’. Quienes sientan
el vacío de esta necesidad o simple curiosidad por asomarse al bizarro mundo de
la guerra comunicacional pueden contactar al licenciado Jesús Zerpa en Caracas.
Él está organizando conversatorios y talleres (presenciales y
vídeo-conferencias) sobre este tema en la sede de ‘Espacios en blanco’ ubicado
en Chacao, Centro Comercial Bello Campo, local 3. Para más información contáctenle
por el telefax 212-261.9925 o por el correo electrónico
contacto@espaciosenblanco.com .
estrategia.creativa.persuasiva@gmail.com
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