domingo, 1 de abril de 2012

ARGELIA RIOS / LA CONFIANZA: EL DATO CLAVE

A los ojos del oficialismo no escapa otro dato singular: la franja de electores que prefiere reservarse su intención de voto (casi un 20%) alcanza rangos absolutamente inusuales en nuestra historia electoral

El oficialismo se siente intimidado. Ni las encuestas de opinión pública le tranquilizan; al contrario: aunque el comandante-presidente todavía lleva la delantera, no existe una atmósfera decisiva de triunfo. Los estudios confirman que las cosas se encuentran en movimiento y que el actual cuadro está sujeto a transformaciones seguras en los próximos seis meses. Nunca antes la oposición había estado tan bien valorada.

La confianza en ella se ha incrementado a niveles que alarman a la revolución (43%): en este punto Chávez dejó de tener el monopolio. Tampoco es el único capaz de generar esperanza y seguridad. Los apremios del Gobierno están justificados. Para algunas empresas de investigación, en especial la que mayor credibilidad tiene en los pateaderos rojos, es justamente el grado de confianza lo que proyecta con mayor precisión el ánimo y las tendencias electorales. Por eso la situación de hoy no le plantea certezas al "proceso", pues sus adversarios le están dando la pelea y han conseguido proyectarse como una opción, si no tan confiable como la que Chávez representa (57), sí al menos altamente competitiva.

A los ojos del oficialismo no escapa otro dato singular: la franja de electores que prefiere reservarse su intención de voto (casi un 20%) alcanza rangos absolutamente inusuales en nuestra historia electoral. El silencio reina en ese segmento que definirá el resultado del 7-O: un silencio insinuante que bien puede reflejar miedo, recelo, indecisión o escepticismo. El caso es que la corpulencia de ese sector impide proyecciones concluyentes y es la razón principal por la cual resulta imposible tomar las encuestas de hoy como instrumentos para predecir lo que ocurrirá en el cuerpo a cuerpo de octubre. Es probable que más adelante se despeje la incógnita, aunque a nadie debe extrañar que ella se mantenga hasta el final de la contienda, si acaso el miedo fuera el ingrediente que la explique.

No deja de ser llamativo que quien mejor ha interpretado por estos días lo que los estudios de opinión están señalando es el propio presidente Chávez, que ha desestimado una diferencia de 20 o 30 puntos entre él y el abanderado de la Unidad. El Presidente, que previene a los suyos de los efectos malsanos del triunfalismo, sí reconoce que, además de la intención explícita del voto, los estudios de opinión pública proporcionan otros números que también hablan y que, al hacerlo, exponen un coyuntura bastante más compleja para su causa. 

El silencio del 20% del electorado, junto a la brecha de entre 13 y 15 puntos en los niveles de confianza, no plantea una fisura infranqueable para una oposición que ha ganado tanta estima y que obtuvo mayoría de votos en las parlamentarias.

Argelia.rios@gmail.com

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