domingo, 19 de abril de 2015

JESÚS GONZÁLEZ BRICEÑO, DESVANECIMIENTO ESPIRITUAL Y FÍSICO DE NUESTRO ENTORNO, MENSAJE CON DESTINO

Marcos Negrón, apreciado arquitecto venezolano y hombre harto preocupado por largas décadas del entorno urbanístico y  desarrollo de nuestro entorno físico y cultural , recientemente ,como siempre lo hace, ha publicado dos artículos  versados sobre estas dos realidades nacionales, referidas a la  ciudad capital, la ciudad se desvanece y  ciudadanos de acero,( El Universal y EL Republicano Liberal ( 4/2 y 25/3/ del 2015 ,respectivamente) en los que manifiesta su honda preocupación por la erosión ciudadana y el deterioro físico  de nuestro centro urbano haciendo una ligera pero incisiva mirada  sobre   su comportamiento espiritual, sicológico, cultural y físico en los tres lustros pasados. Paralelamente a este proceso que viene padeciendo nuestra población,   se observa un crecimiento demográfico  8,221 millones de habitantes, aproximadamente, desde 1999 al  2015 (cifras oficiales), con un déficit de dos millones de viviendas, según dato de la Gran Misión Vivienda, aunque superior por un número considerable que requiere  reparación. No es que antes de 1999 no existieran problemas de inseguridad y deterioro urbanístico, pero nunca en  Venezuela habíamos visto una crisis de esta magnitud y proporción, en los  gobiernos anteriores.

Desde 2013  el crecimiento económico  ha disminuido su tendencia alcista comparado con el 2,9% de 2012, cuyas expectativas reales acentúa su decrecimiento por la grave crisis económica actual cuyos  pronósticos no son halagüeños por el bajón de los ingresos peroleros que representan más del 95% de los ingresos del país, en un escenario hiperinflacionario con incidencia directa en el poder adquisitivo de los venezolanos por el alza desmesurado de alimentos, insumos  y servicios de todo tipo, situación drásticamente acentuado en  el 2014-2015 por la baja de los ingresos y la conflictividad política.
En relación con  la erosión ciudadana planteada por Negrón y por muchos   expertos nacionales y extranjeros, habría que señalar que este factor  atenta contra la tranquilidad y crea en la ciudadanía un desasosiego incalculable manifestado  en su calidad de vida por no  poder atender los requerimientos básicos de la canasta familiar, como alimentos, electrodomésticos, medicinas y servicios médicos, transporte, repuestos, insumos en general y, lo peor , atender los altos costos de las diferentes pólizas de HCM, automóviles, de vida,  y la totalidad de los servicios públicos incrementados de forma exorbitante desde diciembre de 2012.
La vivienda tiene un significativo valor para la población porque  su déficit de  más de dos millones de unidades ( déficit de 2,735 millones para el 2011, según GMVV) y la restringida,  por no decir casi inexistente, oferta de  vivienda de alquiler y la baja tasa anual de construcción  en los últimos tres años, ha puesto a más de la  mitad de hogares venezolanos  en una situación crítica al no tener donde vivir para los que no disponen de  vivienda propia  y necesitan alquilar y para los que van a formar  nuevos hogares, debido a la política nacional  negativa sobre el  inquilinato y precio  desmesurado de las viviendas. En caso de ser ciertas  el número de viviendas construidas y reparadas (2012-2015) por  el gobierno nacional, se estima que todavía habría más de, 2,2 millones de familias que no disponen unidades dignas. La  Cámara Inmobiliaria  estima que el sector privado no ha logrado construir más de   15.000  unidades habitacionales   el año 2014 (El Nacional, 17/10/2014), y  el gobierno no ha alcanzado sus metas constructivas, además de la paralización de las  ya iniciadas por falta de recursos y la escasez de los insumos necesarios, situación aún peor para el 2015.
Todos estos números apenas reflejan una parte de la realidad y  para que el  lector se dé cuenta someramente   de la problemática respectiva,  habría que agregar  la situación de los servicios públicos que denotan una crisis acrecentada cada día  más por problemas desmejoramiento del transporte público y  con un  un sistema de metro nacional, en algunas de nuestras ciudades,  que no termina de solucionar los obstáculos de operación, incremento de viajes  y confort por desperfectos, falta de mantenimiento y de repuestos, aparte de la vialidad urbana y extraurbana que  en una proporción considerable requieren ingentes  inversiones y desafíos  de  reparación de las calzadas, señalización, equipamiento, mantenimiento, patrullaje y construcción de nuevas vías y autopistas indispensables para garantizar un servicio eficiente y seguro, cuando  las cifras por inseguridad, siniestralidad de muertos, heridos y  pérdida de mercancías son muy altas, además del colapso de la circulación.
Los otros servicios que  completan esta problemática infraestructural  y equipamiento  se refiere a los problemas graves de  electricidad, alumbrado público, agua potable, recolección de aguas servidas y drenajes urbanos;  recolección, transporte y tratamiento de residuos  domiciliarios y urbanos, etc.
En el orden social y espiritual no es  menor la conflictividad creada en nuestra población sometida constantemente por varias horas por una hegemonía comunicacional publicitaria del régimen para imponer una ideología y prácticas  reñidas con su  idiosincrasia tradicional, religiosa e ideológica , y lo más oneroso de esta situación que ha tomado cuerpo cotidianamente, es que a ello se le une la conflictividad política con un discurso cada vez más ofensivo, contradictorio, pugnaz, soez y procaz, entre el sector  oficialista que subsume la casi totalidad de los poderes públicos contra  la  disidencia que trata a toda costa de impedir que se elimine o desparezca totalmente las instituciones democráticas de la nación. La crisis institucional nos  apesadumbra intensamente.
En este marco devenido casi habitual en la última década, habría que agregar el altísimo índice de inseguridad, protestas frecuentes por diversos motivos   y persecución política contra los disidentes antigubernamentales lo que significa una hoya de alta presión que infunde temor, miedo y desesperanza en gran parte de nuestra población que le impide  realizar normalmente sus actividades de compra de alimentos, insumos y medicinas por la escasez y largas colas, en mercados, abastos, farmacias, en hospitales y realizar sus actividades de esparcimiento, turismo y deslazamiento por los espacios públicos, cines, teatros, sobre todo en horas vespertinas y nocturnas.
Nuestras casas y apartamentos  se están convirtiendo en centros voluntarios de reclusión con rejas, sistemas de seguridad y adopción de medidas para  impedir que el hampa, las bandas criminales y delincuentes nos ataquen, roben y nos maten. Para nadie es un secreto que la mayor parte  de urbanizaciones y hasta en los barrios populares de los centros urbanos y rurales, gran parte de  personas y familias    se inhiban de salir en horas vespertinas y nocturnas  y se adopten  medidas de seguridad para impedir  los ataques desbordados del hampa.
Las ciudades grandes y medianas se están convirtiendo  también en retenes como los    recintos carcelarios  que están abarrotados por el alto hacinamiento de seres culpables o inocentes que practican una vida llena de conflictividad  extrema con el tráfico de drogas, trifulcas, peleas y todo género de conflictos que siempre terminan con saldos negativos de heridos, muertos y lesionados. Además de las cárceles políticas donde militares y disidentes políticos están privados de su libertad por osar reclamar sus derechos a la protesta política contra los desmanes de un régimen que cada vez más nos recuerda las mazmorras  de los países comunistas, fascistas, franquistas, nazistas, y castrista,   experiencias que eran ajenas a nuestra vida nacional.¿ Cuántos venezolanos están privados de libertad por razones ideológicas y políticas, y  cuántos han sido asesinados en las protestas públicas?
A esto en forma escueta  se refiere el maestro Marcos  Negrón en la práctica de su vida y de sus escritos  dibuja someramente la aciaga realidad de una nación a la que se ha puesto una camisa de fuerza física, espiritual y estructural impidiéndole el  progreso debido y sustentable de sus ciudades y frustrando una vida sosegada  de sus ciudadanos que están optando por abandonar lo más preciado de la vida humano, su familia y amigos, sus tradiciones y costumbres, y  su propia lar pleno de belleza y de bondades brindadas por la beneficencia  de la naturaleza divina, por no existir condiciones mínimas para su desenvolvimiento laboral, social, religioso y familiar y para exiliarse forzosa y voluntariamente en otros países abandonando su hogar y pasando por situaciones extremas de penurias y calamidades  (Recomiendo la lectura del OVV de 214).
Jesús Rafael González Briceño
jesusrafael768@gmail.com
@jesusgonzalezbr

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