domingo, 19 de abril de 2015

DANIEL CHALBAUD LANGE, EL ELECTOR

Indudablemente que en todo proceso de elecciones hay factores y actores que por su importancia no pueden ser excluyentes. Por simple lógica el actor más importante y razón de ser de la elección siempre es y será el elector, aunque ello parezca una perogrullada. En los países que se rigen por sistemas democráticos el elector, aunque el proceso sea automatizado y los números reemplacen nombres y apellidos, siempre será la presencia física o la voluntad autorizada del elector – en los países en donde se vota por internet o por correo- la que convalide el voto.

En Venezuela, y en los últimos procesos electorales, se han diseñado estrategias que dificultan o impiden la presencia del elector.  Entre otras podemos señalar las trabas para la inscripción de nuevos votantes; reubicación, no comunicada, a otro Centro de Votación a veces para otros Estados; el elector aparece en el listado a la puerta del Centro pero no en el Cuaderno de Votación;  apertura tardía –tres o cuatro horas- del inicio del proceso; cierre del Centro de Votación aun habiendo votantes en la cola de espera; desperfectos en máquinas de votación que obligan a esperar varias horas para su reemplazo; intimidación de motorizados a quienes están en las colas; personas con doble o triple cédula de identidad que les facilita votar dos o tres veces en Centros diferentes. No me refiero, por desconocimiento, a lo que dice “el correo del pueblo” sobre todo lo posible en cuanto a la incongruencia de resultados entre Cuadernos de Votación, máquinas, listados y actas.
Hecha referencia al elector votante, quiero hacer énfasis sobre la necesidad del elector pensante, aquel quien tiene plena conciencia del inmenso valor de su voto como mecanismo para lograr sus individuales y grupales aspiraciones como ciudadano con principios, valores, igualdad de derechos, garantías y deberes para todos. Esa conciencia no puede ir entubada por la indiferencia, el fanatismo o la obligación por posibles sanciones.
En estas próximas elecciones parlamentarias, y dada la actual situación política que para los que creemos y practicamos la democracia está muy alejada de los principios, valores, derechos, garantías y deberes que el pueblo venezolano aprobó en el vigente Constitución Nacional, estamos en la patriótica obligación de ser indiferentes, de rechazar imposiciones y de dejarnos llevar por el decir de otros, para dar nuestro consciente voto por aquellos candidatos que han demostrado vocación de servicio a la Patria y mucho amor por su terruño. En este caso me refiero al Estado Carabobo. Si Valencia, en 1830, parió a Venezuela, la nueva Valencia recogerá en su seno, alimentará y fortalecerá al hijo enfermo y desorientado para que se enrumbe por el camino del desarrollo y el humanismo cristiano.                                                                                            
Daniel Chalbaud Lange
vonlange1939@gmail.com
@danielchalbaudl

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