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VALMORE RODRÍGUEZ |
La
realidad venezolana aconseja una labor de capacitación y de orientación previas
como punto de partida para las realizaciones efectivas. La improvisación como
método destruye las posibilidades de concretar en hechos las justas
reivindicaciones a que aspiramos. Los
militantes de una tendencia –izquierda o erecha- deben tener una orientación
precisa y aumir una táctica justa y uniforme si aspiran al triunfo. La anaquía no edifica jamás. Sólo
integrando y dirigiendo concienzudamente las fuerzas políticas pueden ser estas
instrumentos eficaces para la lucha.“
Valmore Rodríguez Editorial en Panorama, 1936
A tres años y medio del Gobierno de
Coalición (agosto de 1962), también en el Zulia era bastante positivo el balance
de la obra descomunal que iniciaba la Revolución Democrática. Los zulianos
distinguían entre la vocería y la realidad innegable de los hechos. Y es
interesante recordar que en la inauguración del Puente Urdaneta, cuyas bajas
tarifas de peaje permitirían que la obra se pagase en 100 años, el Presidente
Betancourt hizo un discurso bastante largo: 35 minutos.
Esta era una época en que lo que no se
veía o palpaba, no existía, ya que no había organismos especializados para
informar constantemente de las labores realizadas, y tampoco un aparato de
adoctrinamiento o propaganda masiva de estilo comunista. Inglaterra era uno de los pocos países del
mundo occidental donde un régimen democrático había tenido la valentía de
establecer un Ministerio de Información, y el contraste con éstos eran los
regímenes totalitarios que sí tenían maquinarias de “información”, de
propaganda dirigida al lavado de cerebro, sistematizadas, como la que existía
en la Cuba mediatizada donde los soviéticos vendían una especie de paraíso
gastando más en ello que en lo que se hacía en educación. (Se decia que Cuba
era más bulla que la cabuya.)
En Venezuela, el Puente Urdaneta formaba
parte de un vasto plan de vialidad bien coordinado y seriamente estructurado. Y
en el Zulia, para este momento, en tres años y medio, se habían construido 828
kilómetros de carreteras por parte del Ejecutivo Nacional, más 515 kilómetros
por parte del gobierno regional. Hablamos de carreteras como:
Carora-Lagunillas, Palmarejo-Coro, Coro-Lagunilla, Maracaibo-Machiques, El
Vigía-Santa Bárbara-Encontrados, Maracaibo-Machiques y Palmarejo-La Plata,
entre otras. Para 1963-64 estaba prevista la terminación de Machiques-Casigua,
Lagunillas-Agua Viva, Machiques-Colón-Encontrados, la autopista Lagunillas-Cabimas
(con aporte de la Creole), entre otras. De la misma manera se procedía en
materia de aeropuertos, y en el caso de otro ejemplo de importancia
fundamental: la profundización y ensanche del Canal de la Barra de Maracaibo,
que convirtió en mar interior su Lago, con todas las consecuencias favorables
que ello representó para la economía del Estado Zulia, donde anteriormente se
permitía el paso de buques de hasta 16 mil toneladas y ahora permitía el paso
de tanqueros de 45 mil toneladas, con una capacidad de 320 mil barriles de
petróleo.
En cuanto a educación, el gobierno estaba
convencido de que una batida a fondo a la ignorancia era tarea primordial para
una tierra de gentes inteligentes, ágiles mentalmente, receptivas, pero que no
habían tenido acceso a la cultura. En todos sus niveles, desde la educación
primaria hasta la educación superior, el Gobierno de Coalición ya había
realizado una labor que no admite paralelo ni comparación con la realizada en
cualquier época de su historia por cualquier gobierno de América Latina. En el
Zulia se habían realizado 18 grupos escolares, la Escuela Normal de Maracaibo,
los Liceos Udón Pérez, Baralt, Chávez; estaban en construcción otras 59
escuelas piramidales, 18 barracas de alfabetización, Escuelas Industriales con
el sector privado, Escuelas Comerciales, Comedores Escolares; la Universidad
del Zulia (cerrada en 1904 y reabierta en 1946, y que pasó de 600 alumnos en
1958 a 4.000 alumnos en 1962, aumento en 640%), recibía ahora la colocación de
la primera piedra para la construcción de la Ciudad Universitaria del Zulia,
con el claro propósito de acentuar el contenido y formar ahí, finalmente,
nuestros propios especialistas en ingeniería petrolera, medicina, ingeniería
civil, agrónomos y otros profesionales zulianos.
La construcción de viviendas recibió
también un impulso jamás visto, con créditos de apoyo para la construcción
privada, como se hacía en toda Venezuela con estímulos a la construcción para
bajar el desempleo, cumpliéndose dos finalidades: aumentar las posibilidades de
acceso de los sectores de las clases medias y populares a viviendas suyas y al
propio tiempo la de darle trabajo a los obreros, incitando a la constitución de
Bancos Hipotecarios con préstamos del Banco Obrero, de los bancos hipotecarios
de Caracas y de la Junta de Crédito Urbano; de la misma manera el Banco Obrero
facilitaba con la Universidad del Zulia el otorgamiento de créditos para
viviendas de profesores. En la tarea de construir viviendas también se
invirtieron préstamos provenientes del Banco Interamericano de Desarrollo.
Oculto como los acueductos y las cañerías,
el poderoso desarrollo urbano de las principales ciudades de Venezuela no fue
un acto de magia y obedeció en mucho a la política de trabajo concertado entre
el sector público y el sector privado, iniciado con energía por este Gobierno
de Coalición. Mientras esta política avanzaba, se tenía consciencia de los 700
mil ranchos que para 1962 tenía Venezuela, y que tampoco serían sustituidos por
arte de magia. Uno de los problemas serios de Venezuela, como de todos los países de América Latina,
es el de la emigración de la periferia hacia el centro, de los campos a las
ciudades. Decía Rómulo: “Si no hacemos digna y deseable la vida del campesino;
si no llevamos al campesino el acueducto rural, la escuela rural, la
electrificación rural, la reforma agraria, permanece la circunstancia de que el
campesino es un desadaptado en el medio urbano y de que el campesino no termina
de incorporarse definitivamente a la vida de las ciudades. Y constituye en
Maracaibo, como constituye en Caracas, como constituye en Barquisimeto, una
periferia de gentes sin empleo o desocupadas, un peligroso fermento de
descontento y de descomposición social. De tal manera que hay una sola forma de
evitar las migraciones de la periferia al centro: hacer vivible y habitable la
periferia rural”.
A conciencia de que en la era tecnológica
la energía eléctrica es la palanca insustituible de los pueblos para su avance
y desarrollo, como también lo afirmaba Rómulo Betancourt, en el Zulia estaba
por concluirse la planta termoléctrica Las Morochas, para abastecer al Zulia y
a toda la región, pero también se atendía la electrificación rural para los
centros campesinos y poblaciones que recibían la luz eléctrica por primera vez
(Bobures, San José, Sinamaica, Paraguaipoa, los distritos Sucre, Páez, Mara,
Bolívar; Carrasquero, San Carlos, Santa Rita, San Ignacio). Todo ello iba de la
mano con la reforma agraria que en el Zulia había distribuido para este momento
181.000 hectáreas, beneficiando a más de 5 mil familias, con préstamos que
entre otras cosas lograría que (con 17 mil campesinos y el esfuerzo de los
empresarios) que Venezuela dejara de depender de maíz extranjero.
En cuanto a salud, además de regar de
dispensarios al Zulia, se puso a funcionar el Hospital Universitario de
Maracaibo, se transformó el Hospital Quirúrgico de Maracaibo en Maternidad, se
ampliaron el Hospital Siquiátrico de Maracaibo, el Sanatorio Antituberculoso y
el Hospital General de Maracaibo, se establecieron centros de rehidratación con
atención médica para la población infantil, se inició la construcción del
Hospital de Cabimas…
La sed del estado se combatió con la
instalación de 30 acueductos rurales (Caña Larga, Tipire, Concepción, San
Pedro, isla de Toas, Caja Seca, Playa Grande, Gibraltar, Sinamaica, Palmarejo,
San Felipe, Boca Caimana, Las Quemadas, Los Obispos, El Consejo, Barranquitas,
El Tigre, Machango, Santa Cruz de Mara, Santa Rita, Puertos de Altagracia,
Ciudad Ojeda, entre otras, y la ampliación extensa en Cabimas y Maracaibo,
donde anteriormente se atendía al 30% de la población y ahora se superaba al
54%, las tres cuartas partes de la población). Junto a ello iba la siembra de
tubos para cloacas. Y en cuanto a sistemas de riego, en el Zulia se
planificaban y ejecutaban los más importantes, como eran los de la cuenca del
Lago de Maracaibo, entre los ríos Zulia, Catatumbo y Chama. A esto se agregaban
los sistemas de riego de Llanos de El Cenizo, El Palmar, Río Limón, así como
una serie de diques y represas que incidirían profundamente en el bienestar de
la gente, de la ganadería y de la agricultura.
De la misma manera y en colaboración con
la iniciativa privada, la Corporación Venezolana de Fomento regaba al Zulia con
créditos industriales, favoreciéndose las industrias láctea, textil, pesquera,
entre otras, asumiéndose el reto de industrializar al Zulia más allá del
petróleo. Y en esta materia, el Zulia en 1962 producía el 64% del petróleo
venezolano y estaba en en Zulia el 84% de los 17.000 millones de barriles que
constituían nuestras reservas contabilizadas o probadas. Con la creación por
parte del Gobierno de Coalición de la Corporación Venezolana del Petróleo,
germen de PDVSA, dejábamos de ser espectadores pasivos de la producción,
manipulación y comercialización de nuestro principal producto natural,
habiéndose perforado ya 6 pozos petroleros, e invertido también en el gasducto
Casigua-La Fría.
La posición abiertamente democrática y
antidictatorial del Gobierno de Coalición se manifestaba igualmente con una
firme actitud ante los golpes de Estado, como el que derrocó en el Perú al
Presidente Manuel Prado, diez días antes de entregar el poder y que desconoció
un proceso de comicios. El gobierno de Venezuela inmediatamente retiró su
embajada del Perú y solicitó una reunión de consulta de cancilleres para
estudiar el problema de los golpes del Estado en le América Latina. Esta
actitud del gobierno respondía a una orientación pedagógica consecuente y
absolutamente democrática, tanto del gobierno como de Acción Democrática.
Cuando en 1960 fue derrocado el coronel Lemus en El Salvador, quien había sido
electo en comicios, el Gobierno de Venezuela rompió relaciones con la Junta que
sucedió a Lemus y no restableció relaciones con el gobierno salvadoreño sino
después de haber sido electo, en comicios, el coronel Rivero. Cuando fue derrocado
el Presidente Frondizi, en la Argentina, el Gobierno de Venezuela retiró su
embajada de la Argentina y dejó de mantener relaciones con el gobierno de facto
que para esos años existía en ese país.
Al sostener tal posición, Venezuela no
estaba sólo dentro de la filosofía que informa la Organización de Estados
Americanos, sino dentro de sus propios textos legales. De esta manera se era
consecuente con principios y normas jurídicas estampadas en pactos
multilaterales que tienen carácter de compromiso cumplible. Y al propio tiempo
el Gobierno de Venezuela procedía así porque un país que ha vivido y soportado
dictaduras no puede cruzarse de brazos, con actitud socarrona y displicente,
cuando dictaduras se establecen en otros países de nuestra misma raza y de
nuestra misma lengua.
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Rodriguez Barrera
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