Se
ilumina el firmamento y se mece la luna llena entre los luceros y en la
distancia, donde la impaciencia no atina en el sosiego frente a la locura de la
ambición desmedida, las culpas dejan su estela de odio y trágicas
consecuencias.
Hay
que llenar los espacios del cielo venezolano de la grandeza de la libertad y de
la solidaridad que el momento impulsa para un destino edificante de la
democracia como sistema de gobierno. El pueblo venezolano tiene conciencia de
lo que está viviendo cuando sus recursos energéticos son desviados del camino
de la eficiencia y la rectitud. No hay olvidos porque la responsabilidad es una
condición que se expresa en el compromiso relevante de la dignidad del ser
humano frente a las dolencias profundas del venezolano que mira el porvenir en
lucha persistente de principios y valores democráticos. Veo ese porvenir en
libertad porque Venezuela la lleva en el alma y es lucha franca y valiente en
todos los lugares.
Lucha
que no desmaya porque existen elementos a los que no se renuncia jamás. Hay
lucha de la juventud en unidad edificante y ejemplar de los jóvenes quienes no
se olvidan de su propia condición de hombres y mujeres libres. Hay empeño de
unidad porque es el requisito insustituible para las grandes victorias de los
pueblos cuando el autoritarismo irrumpe con el maleficio de la barbarie. Ese
empeño colectivo de unidad no está sujeto a las condiciones de grupos que no
atinan con los fundamentos esenciales de la lucha para la plenitud de los
derechos exigentes y determinantes del venezolano.
Hay
dolencias en el pueblo venezolano cuando vive la escasez de lo esencial para la
vida. Hay rechazo del venezolano a una situación insostenible cuando se busca
afanosamente el medicamento para aliviar las dolencias de quien espera la
salvación a tiempo. Hay entendimiento de lo que pasa porque se sabe hasta dónde
la miseria humana trata de aniquilar la capacidad de respuesta de la protesta
de los ciudadanos. Esa protesta colectiva se aviva ante lo que siega vidas
humanas cuando lo esencial para el ser que requiere con urgencia el medicamento
para la cura de sus dolencias ya no se encuentra.
Ante el sufrimiento colectivo se proyecta lo que recorre todos los espacios: cambio y fuera dice el pueblo venezolano. No es una conseja, es una actitud ciudadana ante el dolor que abate. Y se vive entre la fortaleza del amor filial y las dolencias ante lo esencial que escasea para la salvación de los que esperan la medicina de la curación a sus dolencias. Una situación que no puede continuar porque todavía, y en mucho, hay hombres y mujeres que no renunciamos a vivir en libertad y democracia en Venezuela.
Rafael
Bello
bello.rafael@yahoo.es
@unidadylagente
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