De pronto, da la impresión de que la cámara
se desliza con el ritmo de la piedad. Se detiene en unos pobres muchachos, que
emplean un domingo de sus vidas en acudir a la Asamblea Nacional para gritar
mientras hablen los diputados de oposición, esto es, para caracterizar la
canalla.
En la primera sesión de 2014, la diputada
María Corina Machado hace una intervención muy concisa, muy pertinente y de una
valentía verdaderamente asombrosa, dado que allí, muy cerca, en los palcos y
galerías se encuentra en gran número lo que el diputado Luis Barragán ha
denominado “el relleno parlamentario”: una pobre gente “exclusivamente
administrados y manipulados por el oficialismo”, como dice Barragán, que están
allí para “gritar, amenazar y vituperar al diputado opositor con la venia y el
regocijo de la dirección de debates”.
La grabación en video de este domingo 5 de
enero lo muestra en todo detalle. La diputada Machado afirma: “Estamos
constatando cómo se pretende aniquilar la democracia y demoler la república.
Hemos visto cómo se está designando esta directiva y esta secretaría, que nos
han negado el derecho de palabra, apagando la voz de un pueblo al que quieren
callar”.
El lente capta los palcos y galerías. Los
asistentes están tranquilos. Algunos lucen, incluso, absortos en la exposición
de la parlamentaria, que exhibe una notable capacidad expresiva y pulcra
dicción.
Machado testifica con voz firme y sin excesos
histriónicos los atropellos de la secretaría de la Asamblea contra el derecho
de expresión de los diputados democráticos y el derecho a la información de la
sociedad, vulnerado por la prohibición de entrada de los medios al hemiciclo,
así como el uso del canal de televisión de la AN “para atacar la dignidad
humana de los diputados” de oposición.
La visita sigue callada, expectante. La
cámara los recoge con lentitud para mostrarnos su humildad.
“Esta directiva completamente cómplice del
gobierno más corrupto de la historia de Venezuela”, dice Machado. Y entonces
empiezan los gritos. Es como si esa gente de tan precaria condición no
soportara escuchar la más mínima mención al latrocinio que se produce ante sus
ojos y con su venia.
“Cientos de planteamientos, cientos de
denuncias hemos formulado”, sigue la diputada Machado sin alterarse, con el
tono de quien está cumpliendo con su deber y no habrá morralla que le impida
hacerlo. “Y ni uno solo ha sido investigado ni sancionado”.
La bulla aumenta.
“la indolencia que hemos visto…”.
El cameraman se demora en unos muchachos de
estampa proletaria que sobreactúan su diversión.
“…ante denuncias como la de la Refinería de
Amuay. El horror de las fronteras, donde la guerrilla está asesinando a niños
venezolanos y que aquí se han negado a investigar. El año pasado, cada 20
minutos asesinaron a un compatriota venezolano y aquí se han negado a atender
los planteamientos que hemos hecho para discutir y corregir esta situación. Lo
mismo con la humillación de la escasez y la inflación. Es una Asamblea
absolutamente sumisa al poder, que ha entregado una Ley Habilitante…”.
En este punto, los militantes del alboroto se
exacerban. Empiezan a gritar: “Chávez vive…” como si reconocieran que el muerto
se prolonga en los crímenes que Machado señala. El cameraman se concentra en
ellos, a quienes vemos mientras la diputada persiste en sus graves acusaciones.
Los gritones son la ilustración viva de aquella frase de Bolívar: instrumento
ciego de su propia destrucción.
Diosdado Cabello se suma a los chillidos y
aplausos. El camarógrafo parece tener presente lo que dijera Herman Escarrá en
2009:”… las acciones tumultuarias que permanentemente observamos y los
atentados contra la libertad de expresión”. O lo que pronosticara el mismo
Escarrá en 2007, sobre la Reserva: “…al final su movilización será frente a la
resistencia, frente a la disidencia ciudadana en Venezuela, frente a la
oposición en Venezuela”.
La intervención de María Corina Machado,
lección de responsabilidad y coraje, tuvo lugar menos de 48 horas antes del
asesinato de Mónica Spear, que ha conmocionado al país. Y cuando aludió a las
muertes por violencia, el relleno parlamentario, con Diosdado Cabello a la
cabeza, intentó acallarla.
Cómo no mirarlos con lástima. Cómo no
observarlos con la desolada dilación que les dedicó el anónimo cameraman.
@MilagrosSocorro
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