jueves, 9 de enero de 2014

ANDRÉS HOYOS, LA NUEVA MAYORÍA DE MICHELLE BACHELET, DESDE COLOMBIA

Hay que leer con cuidado el programa de Michelle Bachelet, la presidenta electa de Chile.

No es un refinado ejercicio académico ni una sumatoria de ideales inalcanzables; es algo mucho más importante, un proyecto triunfante, respaldado por el 62% de los votantes en segunda vuelta (y casi 47% en primera vuelta), lo que lo saca del territorio especulativo y lo coloca en el centro palpitante de la realidad.

Sobra decir que en él podrá haber cosas que a uno no le parezcan y podrán faltar otras que sí, pero nada opaca el hecho cualitativamente distinto de que estamos ante un texto refrendado por un mandato popular contundente.

Yo iría más lejos y diría que este programa es pionero en su género, más incluso que los aplicados por Lula en Brasil: por primera vez gana en un país de América Latina un programa socialdemócrata específicamente diseñado para la región.

Las prioridades de esta pediatra socialista, hija de un militar sacrificado por Pinochet, son claras: aspira a combatir la desigualdad en numerosos frentes, muy en particular mediante una audaz apuesta por la educación pública que afectará desde las guarderías hasta los posgrados.

Pero así como el programa implica gastos nuevos por un total de 15.100 millones de dólares, monto muy considerable, también se da la pela de aclarar que para pagarlos aumentará el recaudo impositivo en un 3% del PIB.

Todavía más ambiciosa y más difícil de cumplir es la promesa de convocar una asamblea constituyente. Las mayorías parlamentarias no le alcanzan a Michelle Bachelet para hacerlo por su cuenta, de suerte que necesariamente deberá emprender la dura tarea de negociar concesiones con sectores políticos que no hacen parte de su coalición triunfante y que venderán el pellejo, si es que lo venden, al precio más alto posible.
Dicho todo esto, me parece casi más importante señalar lo que no contiene el programa de Michelle Bachelet, avalado, no se puede olvidar, hasta por el Partido Comunista de Chile, cuya última participación en el poder se dio con Allende hace más de cuarenta años.

Por ninguna parte dice que hay que denunciar los muchos tratados de libre comercio firmados por el país; parecerá una perogrullada, pero habla de aprovecharlos y de lograr una mayor integración de Chile a la economía internacional.

No estigmatiza a los empresarios nacionales o internacionales, salvo para decir que sus aportes actuales son insuficientes y que tendrán que pagar más impuestos.

Y mucho menos sugiere que los servicios públicos esenciales tienen que ser prestados por empresas 100% estatales, y menos que éstas deben ser manejadas por burocracias pesadas, ineficientes y sobrepagadas, como sucede con nuestra EAAB.

Por lo visto doña Michelle aprendió la vieja lección de Deng Xiaping, según la cual da igual el color del gato con tal de que cace ratones.

Hay en ella un pragmatismo casi escandinavo, que resulta sorprendente en estas latitudes.

Me pregunto si los créditos de nuestra izquierda local, tan radicales y apocalípticos en el papel, dígase Jorge Enrique Robledo, Clara López o Gustavo Petro, no podrán granjearse una invitación a la inauguración de doña Michelle el 11 de marzo para que en Santiago examinen de cerca un programa de izquierda amplio, popular, no populista y apto para América Latina... Bah, tengo mis dudas de que quieran ir.

andreshoyos@elmalpensante.com

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.