El populismo, aunque algo borroso por la ligereza de algunos de sus análisis, siempre se vio relacionado a un peligroso desorden incitado desde los mismos predios de gobierno.
LOS
ORGASMOS DEL POPULISMO
El
populismo, como concepto político, compromete realidades difíciles de lidiar,
aún cuando con el auxilio de los valores morales sobre los cuales se afinca el
ejercicio de la democracia. Además que sus indicadores desdicen de objetivos
por cuyos argumentos siguen elaborándose discursos con propósitos apegados a un
proselitismo de apresurado efecto, el populismo constituye una calumniosa
excusa que, con el tiempo, tiende al envilecimiento de los pueblos. De ahí que
se apoya en una retórica que trastorna principios democráticos, acicalada por
una gestión política asumida perversamente como mero paliativo.
Si
bien la ciencia política se ha planteado redimir el populismo en tanto que
pudiera corresponder a su concepción el manejo de un poder administrativo cuya
fundamento de legitimidad estaría vinculado a la noción de una comunidad
saludable social y políticamente entendida, la historia política revela otra
cosa. El populismo, aunque algo borroso por la ligereza de algunos de sus
análisis, siempre se vio relacionado a un peligroso desorden incitado desde los
mismos predios de gobierno. Sólo por el afán de imponer criterios ideológicos y
posturas pragmáticas que permitieran a individuos, con ínfulas de mando,
sembrarse en el poder y así usurpar facultades con intenciones profundamente egoístas.
No
hay duda de que a pesar del caudal de consideraciones hechas sobre populismo,
su causa no ha conducido, precisamente, hacia donde se ha pretendido en nombre
de razones políticas movidas a través de la promoción de la prosperidad y
bienestar del pueblo. A decir de Ernest Laclau, “el populismo es, simplemente,
un modo de construir lo político”. Pero justamente, he ahí el problema. Sus
disposiciones, han devenido en la corrupción de la política toda vez que
gobernantes, con presunciones de “esclarecidos” estadistas, han actuado según
proyectos individualistas que obvian no sólo la historia. Peor aún, valores de
ciudadanía, civilidad, identidad,
moralidad, ética y tolerancia. Tal es el grado de desviación política
que padecen quienes así pretendieron o intentan gobernar, que su visión del
mundo ha lucido reducida o sectaria. Sólo ven lo que su obstinación les ha
permitido.
Sin
embargo, el proceso de elaboración y toma de decisiones con el cual embaucan
los pueblos a los cuales se encaprichan por controlar o dominar, provoca en
esos personajes una determinada reacción que raya con sensaciones o emociones
que los estremece. Y que no dista mucho del placer que se siente cuando se
dispara un cosquilleo reconfortable en todo el cuerpo que incita a repetir el
hecho. Y en medio de lo que expone el populismo con base en su lógica
degradante, este tipo de sobrecogimiento la cual disfruta el gobernante cada
vez que sus torcidas decisiones avivan demandas o provocan protestas a nivel
público, termina convirtiéndose en una especie de orgasmo. Sólo que estos
momentos de éxtasis, si bien no implican necesidades asociadas a la sexualidad
humana, sí generan en estos gobernantes populistas reacciones propias de quien
vive desaforadamente la excitación que sólo desata el poder manejado al mejor
estilo que obliga la intimidad. Dicho de algún modo, son los orgasmos del
populismo.
VENTANA DE
PAPEL
A OTRO CON ESE CUENTO
La
celebración de los 202 años de la Declaración de la Independencia de Venezuela,
no pasó de ser lo que dejó ver una abusiva cadena nacional de radio y
televisión que consumió buena parte del día. Los actos organizados en nombre
del recordatorio de tan honrosa fecha, constituyeron un simple “mascarón de
proa” para adular la simbología del régimen con base en la imagen del difunto
presidente Chávez la que además opacó la de Bolívar no sólo por el tamaño.
Comparativamente, desplazó a la del Libertador en cuanto a definición, colorido
y locación en los pendones y pancartas utilizados para exaltar dicha fecha.
Particularmente, los que ocuparon la última parte de la tarde. Tanto el de los
ascensos militares en el mal llamado Cuartel de la Montaña, como el desfile
cívico-militar. Los discursos de Nicolás Maduro, como los de oficiales
solicitando el permiso de rigor para el comienzo de tales actos, representaron
claras apologías al breviario ideológico que aduce el régimen para justificar
su cometido de violencia institucional y violación del orden pautado no sólo
por las leyes y Constitución Nacional. También, por principios de humildad
sobre los cuales se cimienta un gobierno de talante democrático y por tanto,
plural y condescendiente políticamente.
Sin
embargo, estos eventos sirvieron al régimen para dejare ver que las estructuras
de poder se hallan sometidas por un militarismo impúdico y autoritario pues
todo lo que implique facultar un bien, un servicio, diligencia, necesidad o persona
que entre o salga del país, es potestad exclusiva de la condición militar.
Estas atribuciones, han facilitado no sólo la corrupción entre sus jerarcas.
También, la descomposición de la institucionalidad democrática por la impunidad
que les ha permitido un poder absoluto y sin contrapeso. Estos actos fueron
prosaicos manifiestos de alabanzas a ellos mismos. Lejos de lograr su cometido
de contenido histórico, tuvieron el propósito de suscitar temor por las armas
mostradas pues ya ni siquiera están sólo en manos militares. Ahora además las
poseen agricultores, funcionarios de empresas públicas nacionales y hasta
personas relacionadas con misiones gubernamentales encubiertos por la figura
inconstitucional de las “milicias bolivarianas”. Entonces, ¿dónde quedó la
celebración de la independencia? Indudablemente, todo fue un acto político con
ribetes milita-res. Así que a otro con ese cuento.
HONRAR, HONRA
No
siempre la devoción al maestro viene de quienes fueras sus alumnos. A veces
sorprende su procedencia. Sobre todo si de quien llega alguna reverencia, es
ajeno a sus lecciones. Aunque de seguro, es más próximo en respeto que
cualquiera. Por mucha proximidad que haya tenido con ese maestro. No obstante,
Esmeralda Mora, reconocida escritora mexicana, sin haber tratado a José Miguel
Monagas, tuvo la delicadeza de honrar su memoria después de conocer algo de su
vida y obra a través de la amistad con miembros de la familia Monagas.
Y
porque honrar honra, es deber de PIDO LA PALABRA hacer del conocimiento de sus
lectores “un humilde homenaje a un ser humano que alguna vez presentí en el
cielo y a la orilla del mar musicalizado en voz de ola y estrella”. Así
presenta su breve pero profundo poema en homenaje al Maestro Monagas, esta
brillante mujer quien hace honor a su nombre: Esperanza. La pluma de la
poetisa, cuyo apelativo exalta una Hermosa Alondra de los Mares del Sur,
escribe lo siguiente: “Hoy / se abrieron las ventanas / de aquella Universidad
/ para mi gitano vuelo. / Hoy / era glorioso escuchar / entre tanto silencio /
unas páginas aletear / y un acompasado respirar. / Hoy fue también / asombroso
contemplar / en la biblioteca / el perfil luminoso / del Dr. José Miguel
Monagas”. Esto deja ver que no es necesario vivir la cercanía cuando el afecto
sabe alcanzar el nido de la esperanza y los bastiones del afecto. Más, cuando
se sabe que honrar, honra.
LA PALABRA, SEMILLA DE VIDA
La
palabra ha servido para construir vida, edificar instituciones, erigir
organizaciones y emprender ideas. Aunque igualmente se ha utilizado para todo
lo contrario. Alcanzar la entrega número trescientos de PIDO LA PALABRA, cuyo
nombre emula respetuosamente la página de opinión que mantuvo el insigne
maestro de juventudes, Dr. Luís Beltrán Prieto Figueroa en el importante Diario
El Nacional, durante más de medio siglo, no significa solamente un esfuerzo
intelectual que quizás muchos no reconozcan. Es también, lo equivalente a
disfrutar el hecho de lanzar al aire regional y nacional las inquietudes que
pudieron convalidar algunas de las situaciones que hacen mella en la humanidad
política y social de un país atrafagado por el cúmulo de problemas que
atropellan sus derechos humanos y trastocan sus libertades políticas y
económicas.
Dedicar
horas a pulsar y analizar, mediante la palabra escrita, los agobios y sueños de
una sociedad que sigue buscando desesperadamente zafarse del subdesarrollo,
constituye para quien vive la opinión desde la praxis académica, la mejor
oportunidad para afianzar razones de vida que pueden y deben repercutir en la
cotidianidad del venezolano con conciencia de sus capacidades y
potencialidades. También, en el pensamiento de quienes se aferran a la
democracia como sistema político. Y si bien habrá que aceptar que sigue
habiendo carencia de palabras cuando se trata de motivar los sentimientos del
alma, puede asentirse con plena convicción que, hoy más que nunca, es además la
palabra, semilla de vida.
“¿Sabe Usted por qué las
sociedades requieren de universidades con autonomía? Porque en ellas se arraiga
la posibilidad de brindarle palabras a sus ciudadanos para que puedan opinar y
construir su futuro con ventajas y entrega” AJM
antoniomonagas@gmail.com
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