martes, 12 de febrero de 2013

PEDRO PALMA, SUEÑO NAZI DEL CHAVISMO, PRÁCTICAS PARA CONSOLIDAR EL PODER

En los primeros años de la década de los treinta del siglo XX Alemania sufría una profunda crisis económica y política. Agonizaba la República de Weimar, y se realizaban frecuentes elecciones parlamentarias en las que los distintos partidos tradicionales perdían terreno y popularidad, consolidándose cada vez más el nuevo partido Nacionalsocialista de Hitler, el cual llegó a transformarse en la primera fuerza política después de las elecciones del 31 de julio de 1932. 
Seis meses más tarde, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller por el presidente Hindenburg, el viejo y respetado mariscal que moriría un año más tarde. De inmediato comenzaron las sórdidas maniobras para consolidar el poder. A menos de un mes de haberse encargado del gobierno, los nazis incendiaron el Reichstag, edificio sede del Parlamento, con el fin de crear un caos y acusar de la acción vandálica a sus adversarios políticos, los partidos Socialdemócrata y Comunista. 
Amparados en un decreto de emergencia dictado el 28 de febrero, se desencadenó una persecución feroz contra los miembros de esas agrupaciones políticas, debilitándolas notablemente para la nueva elección parlamentaria del 5 de marzo siguiente. No obstante, en esos comicios los nazis no lograron obtener la mayoría calificada, requerida para aprobar una ley habilitante que le diera poderes extraordinarios y prácticamente omnímodos a Hitler. Fue necesario pactar con algunos partidos minoritarios y subyugar a los más grandes con el fin de contar con los votos suficientes, lo cual se logró el 23 de marzo.
Lo que siguió fue la destrucción sistemática de la democracia parlamentaria. Se prohibió el desempeño de cargos públicos por opositores al gobierno o por judíos, se eliminaron todos los vestigios de descentralización gubernamental, se desmantelaron las organizaciones sindicales, substituyéndolas por el llamado Frente Laboral Alemán, supeditado al gobierno, y se subordinaron los poderes públicos a la voluntad del dictador. Se hostigó a los partidos políticos de oposición hasta su total extinción, al punto de que en julio de 1933 se aprobó una ley que prohibía la formación de nuevos partidos, imponiéndose la condición de partido único en esa nación. 
A la muerte del mariscal Hindenburg, a mediados de 1934, Hitler logró unificar los cargos de presidente y de canciller, transformándose en el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, institución que le dio su apoyo en respuesta a la política de rearme que se implantó, y al rechazo al Tratado de Versalles de 1919, que le impuso a Alemania unas condiciones de posguerra verdaderamente ominosas, contribuyendo ello al estallido ulterior de la II Guerra Mundial. A tal punto llegó esa lealtad, que los militares aceptaron que se les impusiera un juramento personal de obediencia incondicional al líder.
Cuando vi el bochornoso espectáculo que se montó en la Asamblea Nacional al formularse unas denuncias de supuesta corrupción del partido Primero Justicia, vino a mi memoria las tácticas execrables que aplicó el partido nazi en Alemania para consolidar el poder. 
Fue esa una acción más de las que ya nos tiene acostumbrados el Gobierno con el fin de lograr el control total del país, y perpetuar la revolución que nos quieren imponer. 
Después de abolir la independencia de los poderes públicos y supeditar estos a la voluntad del Ejecutivo, se han aprobado múltiples leyes, muchas de ellas inconstitucionales o reñidas con el Estado de Derecho, que pretenden darle un viso de legalidad a una serie de acciones a todas luces divorciadas de lo que debe ser un régimen democrático. 
Parece que ahora, ante el ocaso inminente del líder carismático, quienes pretenden sucederlo son conscientes de su debilidad, por lo que tienen que aparentar un liderazgo que no poseen a través de acciones avasalladoras e intimidantes, siguiendo el patrón que aplicaron los nazis en el pasado.
@palmapedroa

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POR CARLOS SCHULMAISTER, "NO SE PUEDE HACER POLÍTICA SIN DINERO” O LA POLÍTICA SIN ÉTICA NO ES POLÍTICA, DESDE ARGENTINA,

La primera parte del título constituye un apotegma, término muy visitado  por el Perón del exilio, y ampliamente conocido entonces por ese motivo antes que por un conocimiento filológico generalizado. Un ejemplo clarísimo es que muchos contemporáneos de aquel Perón suelen creer que a él le corresponde la paternidad de la expresión “la única verdad es la realidad”, siendo que ella es hija de Aristóteles.
En esta ocasión me referiré a la conocida expresión, tenida por un axioma, según la cual “no se puede hacer política sin dinero”. Así, para hacer conocer una propuesta política y para aglutinar poder hace falta dinero. 
Cuando no se dispone suficientemente de él los nuevos dirigentes políticos y los nuevos partidos suelen adscribir a otros partidos más grandes y poderosos o conformar alianzas lo suficientemente elásticas para dar cabida a todas las necesidades financieras sumadas de sus adherentes, y a todas las aspiraciones y promociones de sus respectivas dirigencias.
Es ahí cuando aparecerán feroces apetencias y personalismos que se convertirán en nuevos agentes que de mil maneras presionarán a los mejor inspirados dirigentes de un  espacio que, supuestamente, pudo haber nacido –como es frecuente escuchar actualmente- “para cambiar las formas de hacer política”.
Desde mi lejana juventud escuché esa expresión habitualmente admitida como cierta por la mayoría de los argentinos, principalmente por haberla escuchado de boca de quienes integraban el sector social de la actividad política. Cuánto más atrás nos remontemos veremos que estas personas, los “políticos”, gozaban de mayor prestigio que en la actualidad, y sus opiniones más sencillas pasaban por “verdades” frecuentemente.
Asimismo lo he leído respecto de quienes pensaban y hacían política tanto dentro del sistema como en matrices antisistema. De modo que ello constituye una aparente verdad de sentido común, también aplicable a la guerra cuando se dice que “no se puede hacer la guerra sin dinero”.
En la realidad el dinero puede ser obtenido de muchas maneras, tanto lícitas como ilícitas, y puede ser sustituido por los elementos necesarios, léase dinero contante y sonante, prebendas, becas, contratos de obras públicas, contratos de actuaciones artísticas, chapas, bolsas de comida o de cemento, pago de facturas de luz, agua o gas, subsidios ocasionales de campaña, puestos en la administración pública, etc;  así como mantenimiento de punteros, matones, barras bravas, pistoleros, pechetos, sicarios, guardias y hombres armados en general que puedan existir fuera de los ya enumerados.
También el dinero sirve para comprar armas, pero si ello no es posible éstas podrán ser robadas, aunque siempre habrá que proveérselo a los ladrones que se encarguen de ello robándolas directamente de los arsenales oficiales o llevando a cabo secuestros que permitirán comprárselas a oscuros proveedores del exterior. O habrá que hacer ciertos negocios non sanctos con otros delincuentes ajenos a la actividad política directa que puedan tener interés en comprar protección, en lavar dinero, en hacer campañas de cambio de imagen, etc.
Quienes dicen que sin dinero no se puede hacer política saben lo que dicen, y se reafirman en su convicción para traspasar una y otra vez la capacidad de asombro de los que permanecen al margen de estos menesteres en la vida social de cualquier país actual, sobre todo de los latinoamericanos.
De modo que a primera vista parecería que este apotegma, tantas veces escuchado en boca de populistas de toda laya, es efectivamente una verdad probada, una evidencia. Sin embargo, no es fatal que así sea. Demostrarlo requiere reflexionar sobre otras cosas distintas que el dinero y la política.
En principio, este dinero es tal que sus aplicaciones persiguen otros fines más allá del que aparente tener, sobre todo cuando se utiliza con los conocidos “fines sociales” (para “ayudar” al pueblo). Nadie ignora que lo que realmente busca para “hacer política” es comprar voluntades y comportamientos, por acción u omisión, siendo un negocio emblemático su uso en los procesos electorales.
Siendo así, el dinero para hacer política es intrínsecamente inmoral si ello implica comprar voluntades, votos, aplausos, sonrisas, etc., con lo cual también lo será la actividad política que lo utiliza sistemáticamente. Claro que si hiciera falta dinero para viáticos de fiscales de  partido en las mesas electorales ello sería un uso lícito del mismo, lo cual justifica que el estado garantice condiciones de igualdad para todos los partidos en todas las jurisdicciones del país, independientemente del número de sus afiliados o de la riqueza que eventualmente posean sus afiliados.
La propaganda y la compra de voluntades es un tema distinto, ella demanda ingentes sumas a los partidos principales, en cuanto a número de afiliados, de representantes políticos en ejercicio y de expectativas de triunfo.
Los primeros en crear argumentos ad hoc para justificar y legitimar la captura de estos dineros, sea para fines electorales, para obtener determinados comportamientos sociales y dirigenciales convenientes a los intereses de quien los provea, son los propios políticos, o sea, aquellos que difunden el apotegma del título. Por lo tanto, esa opinión debería ser desechada como expresión de intereses por lo general turbios, toda vez que la compra de voluntades en cualquier campo de la vida constituye un acto inmoral como mínimo… cuando no directamente abominable.
No obstante, cuando alguien corrompe a otro no existe un solo pecador ni un solo delincuente, sino dos por lo menos. Es que quien recibe dineros con fines expresa o implícitamente inmorales teniendo conciencia de ello tiene en su alma, o en su conciencia, es decir, en cualquier plano de su vida moral, un componente negativo idéntico a quien le quiere corromper. Por ello no cabe aquí el remanido recurso argumentativo que dice que los pobres son los habituales cooptados o comprados por esos dineros provistos por hombres inmorales porque se hallan en estado de necesidad, o porque tienen que llevar comida para sus hogares. Este argumento, tan seductor en los años de la Guerra Fría, resultó ser una falacia a poco de andar, por más que tuviera una importante gravitación en punto a lo que por entonces se designaba como las luchas antimperialistas, que en realidad fueron otra gran falacia.
Por cierto, pareciera que los pobres cambiaron mucho de ayer a hoy, pues cuando yo era joven ser pobre no era sinónimo de carecer de frenos morales. Por el contrario, los pobres, en general “eran pobres pero honrados”, como dice el proverbio. Es decir, tenían muy clara la línea divisoria entre el Bien y el Mal y ajustaban sus conductas públicas y privadas a mandatos morales muy firmemente arraigados. Obviamente, sin desconocer la existencia de excepciones. Pero es relativamente reciente esta tendencia a asociar a los pobres con los delincuentes y pecadores que no pueden dejar de serlo porque “la vida los ha hecho así”, o la injusticia social, etc., etc. Y esto es pura ideología. Y a menudo pura política aplicada para que los pobres sean de esta última manera, y así se los pueda dominar y controlar más fácilmente desde el poder.
Así como hace unos años se puso en boga la sana opinión de que nadie está obligado a hacer actos inmorales porque así lo ordenare algún jefe o superior en las Fuerzas Armadas, y por extensión en cualquier otro ámbito social público y privado, cabe inferir lo mismo respecto de quienes acuciados por el estado de necesidad recurran a la comisión de actos ilícitos o inmorales. Pero esto siempre se supo, desde hace siglos… me corrijo, desde hace milenios, y en todas las culturas.
Se trata, pues, de un ingrediente cultural que puede estar presente en la formación ética de base de una sociedad o haber desaparecido. Y si ha desaparecido seguramente no ha de haber sido por casualidad. ¡Quién puede negar que el estado es hoy el Gran Corruptor! Algo que cuando niño y adolescente jamás hubiera sido imaginado por la mayoría de las personas, fueran pobres o poseedoras de mucha riqueza. ¡Si el estado es quien desnaturaliza la moral social tradicional en sus aspectos más ricos qué se puede esperar del comportamiento colectivo consiguiente!
Hoy resulta que los pobres son “comprendidos” en los países gobernados por el populismo y pueden matar y hasta violar por razones étnico-culturales como ha quedado demostrado en numerosas instancias judiciales con resultados benignos para ellos. ¡Quién puede desconocer que esa modalidad tan extendida en el campo de la justicia no proviene de una profundización ética acerca de los derechos humanos sino que se trata de una manipulación tremendamente inmoral de los derechos humanos con fines ideológico-políticos de dominación hegemónica!
En consecuencia, cada delincuente social actual es la cara visible de quien lo ha incitado desde la función pública, generalmente halagando su condición de pobre como si se tratara de un estado de superioridad moral indiscutible. Ser pobre no equivale a ser bueno, así como ser rico no equivale a ser malo. Pero éste es el aprendizaje social que los gobiernos populistas han difuminado por todo el país, sobre todo en las clases bajas, las que por razones económicas se hallan en estado de mayor vulnerabilidad ante las presiones gubernamentales.
Muchos pueblos de culturas diferentes se mueven a diario entre las mismas incitaciones de gobiernos que no vacilan en manipular conciencias y comportamientos con la finalidad de conservar y ampliar su poder sobre los habitantes. Sin embargo, existen otros pueblos que no se parecen a nosotros los latinoamericanos, y por eso a muchos de los que resentimos este estado de decadencia sistémica nos resultan admirables. No tiene sentido mencionarlos pues ello suele abrir la puerta a discusiones de retaguardia que sólo procuran desviar los ejes principales de una conversación.
Entonces podemos concluir sin avergonzarnos (por eso de la vergüenza debida que aqueja a tanto “progre” melindroso y ubicuo que ingenuamente cree en la sabiduría de los apotegmas y los slogans, como en los gestos y rituales simbólicos) que aquello de que “la política es la expresión más alta de la cultura de un pueblo”, tan repetido en otras décadas, es hoy una expresión abstracta y por lo mismo sin aplicación real entre nosotros. De ahí que para que la política sea una expresión social elevada debe llenarse de ética y de moral, algo que a todas luces y salvo honrosas excepciones y zonas concretas hoy es prácticamente inexistente.
¿Por qué concluyo esto?
Porque los pueblos mal enseñados por la vida pública que supimos conseguir han llegado a creer que la ética y la moral son funcionales a los altos requerimientos de la “gobernabilidad”, ese falso ídolo populista y totalitario que está inficionado en la mente de muchos contemporáneos y que convierte en lábiles todos los valores de la cultura y de la civilización. Por eso mismo, sin ética y sin moral la política es una mentira, y mientras ello siga siendo así seguirá siendo necesario contar con dinero para hacer “esa” clase de política.
Y también para que no se crea que los apotegmas siempre dicen la verdad.
carlos@schulmaister.com

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MILOS ALCALAY, 4 F: ¿Y EL AMOR DE LA “PATRIA GRANDE”?

Resulta contradictorio constatar cómo se conmemora el fracasado Golpe de Estado del Teniente Coronel Chávez del 4 de Febrero de 1992, mientras se condena al mismo tiempo el Golpe de Estado del General Pinochet del 11 de Septiembre de 1973! La respuesta es que se aplican “dos pesos y dos medidas” dependiendo de la afinidad ideológica que se tenga.
A su vez, la conmemoración oficial del 4 de Febrero justifica la vía insurreccional, al “legitimar” el Golpe contra el Presidente electo Carlos Andrés Pérez. Si bien podríamos entender que el oficialismo quisiera festejar la elección del Presidente Chávez en 1998, resulta inaceptable que el 4-F sea presentado como una epopeya “cívico-militar” ya que ello constituye una peligrosa forma de glorificar la cadena de Golpes que vivió America Latina de un extremo al otro, y aplaudir pesadillas que ya creíamos superadas gracias a la democratización que se logró especialmente en la década de los 80.
Esta celebración en realidad repite el mismo guión de otros Golpes de Estado auto denominados “populares” que en el pasado promovieron regimenes cívico- militares similares como lo hicieron al declarase fechas festivas en sus respectivos países el 11 de Octubre de 1968 por el Teniente Coronel Omar Torrijos; o el 3 de Octubre de 1968 por el General Juan Velasco Alvarado en Perú, o el 19 de Julio de 1979 por los dirigentes de la Junta Sandinista, o el 26 de Julio de 1954 -epicentro de este tipo de conmemoraciones consagradas por Fidel Castro y su entonces fracasado Asalto al Cuartel Moncada.
Si los “revolucionarios” aceptan conmemorar esas jornadas militares apropiándose de la noción de la Internacional de las Espadas  pero conducida por la “Espada de Bolívar por America Latina” -como les gusta corear a los “rojos-rojitos”-  no pueden rechazar que otros nostálgicos golpistas también conmemoren Golpes como el del 11 de Septiembre de 1973 conducido por el Ministro de Defensa de Chile Augusto Pinochet contra el Presidente Salvador Allende; o el de la “Revolución” Cívico-Militar del Brasil en 1964 en contra de Joao Goulart o el del fracasado y ridículo golpe del Teniente Coronel Antonio Tejedo el 23 de Febrero de 1983 en el asalto al Congreso de los Diputados en España, por no mencionar sino algunas de las otras “epopeyas” anti-democráticas.
Conmemorar el 4-F es atentar contra los principios consagrados por la Constitución Venezolana y por la Carta Democrática Interamericana, que es el resultado de décadas de reafirmación del pluralismo en contra de los cuartelazos de todo tipo. Ya ha quedado desenmascarada la idea de los supuestos movimientos “revolucionarios” conducidos por militares “patriotas” -sean éstos de derecha o de izquierda-  que justificaban sus actuaciones en contra de “políticos corruptos”, incompetentes y “vende-patrias”, porque demostraron durante el ejercicio del Poder, que durante sus Gobiernos no solo ocurrieron peores grados de corrupción y de incompetencia; mayor dependencia de centros de poder foráneos, sino también las más graves violaciones a los derechos humanos, opacidad, y comportamientos inconstitucionales, demostrando claramente el sabio refrán popular de que “el remedio es peor que la enfermedad”
Mientras se aceptan a nivel internacional actos de política ficción como la juramentación del bochornoso “Todos somos Chávez” ante la ausencia obligada del Presidente Reelecto, contando sin embargo con la presencia complaciente de 22 Jefes de Gobierno o de Estado, no debe extrañarnos que opere el chantaje ideológico a instancias de Venezuela y que esos mismos representantes en la  OEA, condenen supuestos Golpes de Estado como en los casos de Zelaya en Honduras y de Lugo en Paraguay. Pero al mismo tiempo opera en el Hemisferio un silencio complaciente en algunos casos y en otros un aplauso expreso al tratar con benevolencia el Golpe del 4 de Febrero de 1992, lo que puede ser interpretado como una penosa expresión del “Amor de la Patria Grande” deseándole a los actuales gobernantes:  “Feliz 4 F, Venezuela”
milosalcalay@yahoo.com

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PACIANO J.PADRÓN V., PERLITAS: LO LEÍ, NO ME LO CONTARON (Nº 349)

v “Más que vacío de poder, hay un poder vacío”. Falta saber hacer y escasea la honestidad. Es hora de mediocres.

v “Otro carnaval con fallas de mantenimiento en la red vial”. Eso ocurre cuando los ineficientes se disfrazan de funcionarios.
v “Cabello a la oposición: Dejen de mancillar a la FAN”. La mancilla quien la somete a la voz de mando cubana.
v “La FAN  es revolucionaria, socialista y chavista”, ¿no será también venezolana, o, es que es cubana?
v “En ausencia de Chávez, los encargados de la pulpería hacen y deshacen”. Alto a la usurpación inconstitucional.
v “Crecientes rumores: devaluación, más endeudamiento, escasez de dólares…”. El gobierno de los Castro se hace sentir.
v “El gobierno garantiza abastecimiento de alimentos y productos de consumo masivo”. ¿A dónde lo garantiza?
v “Venezuela proporciona escasísima información sobre su Presupuesto”. No hay transparencia en el reino de la podredumbre.
v “El sector público conserva patrón capitalista”, y Chávez le ha sumado alta dosis de ineficiencia y corrupción.
v “Las cementeras del gobierno mientras más fondos reciben, más bajan sus metas”. Ineficiencia y corrupción, dos en uno.
v “Aumento del gasto público constituye epicentro de la crisis”. Lo que viene es candela; fuera los demagogos irresponsables.
v “Las importaciones se elevan a $ 56.357 millones este año”; eso es insostenible. El pueblo paga los platos rotos.
v “Luego de la masacre de Uribana, el gobierno no reacciona”, solo intenta ponerle sordina al grito de justicia.
v “Descomposición en penales se ha acentuado con La Fosforito”, luego de 14 años de podredumbre.
v “Harán las elecciones de Presidente cuando crean que tienen todo atado”. No obstante, vivimos el comienzo del fin.
v “Maduro intenta tapar su ineficiencia con amenazas”, el cobarde grita para acallar sus miedos.
v “Los resultados de controles sobre la economía están a la vista”: inflación y desabastecimiento. Ya basta.
v “Maduro insiste en no conceder medidas humanitarias a Simonovis”. Las canalladas se pagan.  
v “Los hermanos de Chávez son terrófagos” y corruptos, encabezan la lista de los boliburgueses.

Twitter: @padronpaciano

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LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., CUBANOS ¡GO HOME! , РУССКИЕ В СВОИ ДОМА,

Aunque a algunos les resulte extraño, Cuba es el prototipo de Estado imperialista
La asfixiante presencia cubana en todos los niveles del Estado dejará una huella indeleble en la historia.
Bajo el argumento de asesorar en diversas áreas, el gobierno cubano asumió el control de sectores prioritarios frente a la mirada cómplice de un grupo que con tal de mantenerse en el poder entregó su soberanía, convirtiendo al país en una forma de protectorado cubano, en el que para entender diversos hechos era necesario mirar hacia La Habana.
Figuras resaltantes de la burocracia castrista llegaron para coordinar las labores de sus compatriotas, estableciéndose un número importante de extranjeros en el país, pudiendo hablarse tranquilamente de una cubanización. Aunque a algunos les resulte extraño, Cuba es el prototipo de Estado imperialista que abiertamente se inmiscuye en los asuntos de otras naciones sin importarle el daño que cause y la desolación que pueda sembrar.
¡Fuera el imperialismo cubano! Es la consigna que algunos esgrimieron al analizar la grotesca presencia cubana en Angola a partir de finales de los años setenta. Ese país africano, junto con Etiopía, sufrió los embates de haber tenido en su suelo los sinsabores de la ocupación cubana que argumentando querer defender a su gobierno de intereses foráneos, ejerció una tutela oprobiosa bajo la fraudulenta fórmula de la solidaridad.
Mientras tanto Angola recuerda la fatídica guerra civil que afrontó, en la que Cuba se erigió como un actor beligerante. Si bien los tiempos han cambiado, pareciera que los ánimos expansionistas cubanos siguen intactos. Basta con ver la estrecha colaboración entre Cuba y Bolivia que se manifiesta con grandes contingentes de personal de salud y educación que han llegado al país suramericano desde la imperialista isla caribeña.
luisdalvarezva@hotmail.com

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SUSANA MORFFE, LA HISTORIA ES LA UNICA QUE NO MIENTE (ENTRE CIELO Y TIERRA)

La historia se empeña en repetirse y somos nosotros los encargados de recordarla. Era una vez un país con riquezas y le aplicaron un viernes negro y la economía se lastimó. Treinta años después aplican un viernes rojo, después de otras devaluaciones, con un dólar engañoso de 4,30 a otro oficial disparado a 6,30 que beneficia solo a sus autores.
Las conocidas y rechazadas cadenas nacionales por radio y televisión son otro caso típico que traemos a colación. Hace pocos días todos criticaron la cadena que se hizo para  promover la imagen del mandatario nacional, usando la gorra y los símbolos patrios desde 1999, mientras que el excandidato de la oposición exige en 2013 que no se la expropien. La gorrita en cuestión ya había sido usada por el presidente ausente en el año 2011. Todo ello hoy día ha sido motivo de un gran debate nacional. Dame mi gorra, esta gorra es mía, toma tu gorra y para de contar.
En el año 2010 se destapó la corrupción en torno a 130 mil toneladas de comidas descompuestas halladas en contenedores, lo que conmovió a todo el país porque tocaba la alimentación de los venezolanos en lo que se llamó el Caso Pudreval. La historia desencadeno nuevos hallazgos en distintos estados y por estos días se coloca en la palestra un informe de la Contraloría General de la República, el cual demuestra que en las Aduanas de Puerto Cabello y La Guaira se determinaron 65 contenedores con alimentos dañados.
En honor a la verdad, no podemos dejar de mencionar la incertidumbre que hay en torno a la enfermedad del presidente, su ausencia larga y protagónica irremediablemente nos obliga a desembocar en un trozo de historia que nos fue obsequiada y escrita por Rufino Blanco Fombona en 1907: “Acaba de pasar en tren expreso para Caracas el General Cipriano Castro, enfermo desde hace ocho meses y que buscaba la salud, de meses para acá, en el balneario de Macuto. En países como el nuestro donde por costumbre inveterada y retardataria el Primer Magistrado tiene un poder más vasto del que (ya enorme) señalan las instituciones, es, a veces, mayor freno para ambiciones en juego la persona del Magistrado que el libro de la Ley; Patria. ¡Qué absurdo! Castro va macilento, flaco, rojo el cerco de los ojos, caídos los párpados, haciendo visible esfuerzo por mantenerse firme en el asiento a la contemplación de las curiosas multitudes que se apiñan en los andenes y a lo largo de la vía para verlo. Y en ese vagón de ferrocarril, junto con ese hombre extenuado y en demacración va también, canijo y maltrecho, el destino de Venezuela. Esa piltrafa humana ha sido adulada, poderosa, feliz. Dio guerra a pueblos de ambos continentes; y una actitud suya o una opinión se tomaba en cuenta lo mismo en Caracas que en Washington, y casi tanto en Amsterdam o en París como en Bogotá. Porque dentro de esa lámpara, hoy despostillada, ardía una gran luz: la voluntad. Esa luz amenazó varias veces con una extensa conflagración, ya que dados los enclavijamientos de odios e intereses internacionales, en el mundo que vivimos, un grano de arena puede bastar para detener el engranaje y la complicada maquinaria de la política universal. Y ese hombre cuyo ceño encapotado causó miedo, estupor o silencio, ese hombre que se vio siempre adulado hasta en sus vicios, obedecido hasta en sus caprichos, celebrado hasta en sus errores, ese hombre que se vio aplaudido, en el menor de sus gestos, como un histrión; celebrado por el sicofantes en el menor de sus rescriptos, como un Emperador de Bizancio; cantado por el Romancero del servilismo en la menor de sus hazañas, como un Conquistador; ese hombre, ayer cifra de esperanza para tantos y a quien adulones de alquiler, besaba las plantas, orgulloso de su servilismo, ese hombre hoy es objeto de un solo deseo: el deseo de que muera. En efecto, sólo es ya un estorbo. Sus enemigos desean que muera porque Cipriano Castro fue duro con sus adversarios. Hay algo menos explicable: que sus amigos, que sus tenientes, que sus aduladores de ayer, atisben por la cortina del lecho la agonía del ídolo expirante”.
La farándula tampoco ha dejado de sorprender cuando en el año 2011 el cantautor Hany Kauam obsequió una guitarra al presidente, un rato estuvo “El Puma” José Luis Rodríguez apoyando al régimen y luego levantó vuelo, perdón, emprendió la carrera hacia otros lados. Ya se conocía la tendencia del desaparecido cómico “Joselo”. Por esas calles se comenta que también Mimí Lazo, el Maestro José Antonio Abreu y su pupilo Dudamel y otros más venezolanos y extranjeros, hasta llegar ahora, sin que sorprenda, la pelada de rodilla que hizo Winston Vallenilla para llevarse nada menos que el premio gordo ¡Familiaaaa!
Es de regular condición los saltos del dólar y de  talanquera que se producen entre políticos, en estos y otros tiempos pasados. De tal manera que la historia entretiene, ataca despiadadamente y nos ubica entre el espacio del pasado y el presente. Ella solita se encarga de cachetearnos la memoria ¡Dios salve a la historia!
susana.morffe@gmail.com
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MILAGROS SOCORRO, DECLARACIÓN DE GUERRA

Cómo va a esperar consideraciones y alguna piedad quien tan groseramente se jacta de tener derechos sobre Venezuela y de tratar a este como lo ha hecho con la pobre Cuba, arruinada y reducida a una posición mendicante
Ante el silencio alcahueta de los jefes de Estado presentes en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y de la Unión Europea, realizada esta semana en Santiago de Chile, el dictador cubano Raúl Castro amenazó a la oposición venezolana y la insultó calificándola de golpista. Ni una sola voz se alzó para reprochar, aunque fuera tímidamente, el atropello perpetrado por un individuo que se encontraba allí sin haber sido elegido por la voluntad popular; y que, muy lejos de eso, es presidente de Cuba por vía hereditaria, tras la dimisión de quien ha estado en el poder por más de medio siglo.
Ni uno solo de los presentes recordó que Chávez, cuyo régimen estaba defendiendo Castro de supuestas "amenazas de los sectores violentos", irrumpió en la escena pública al encabezar un golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez, cuya integridad física contemplaba violentar la felonía. De seguro alguno de esos mandatarios o sus organizaciones políticas recibieron en algún momento el apoyo del presidente Pérez, de Acción Democrática y de la democracia venezolana; y, con toda certeza, estos factores constituyeron un respaldo para las democracias adscritas a Celac y UE, al tiempo que un firme repudio a los gobiernos de facto y toda forma de totalitarismo que asolaron muchos de esos países en su momento. Todo eso se ha borrado de la memoria de quienes hicieron la claque de Raúl Castro en Santiago. Y, hasta donde se sabe, ni un solo chileno susurró una reivindicación para Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela cuando se trazó "la autopista del sur", una vía virtual, construida con solidaridad e inmensa generosidad para recibir a los perseguidos por las dictaduras militares del cono sur.
Desde luego, no hubo allí, tampoco, un venezolano que se le plantara a Raúl Castro y le exigiera respeto para la fuerza opositora democrática, que, contra todas las triquiñuelas, obtuvo más de seis millones de votos en octubre pasado. Los venezolanos que adversan a Chávez no tuvieron, en ese escenario internacional, un equivalente de José Luis Rodríguez Zapatero, quien puso en su lugar a Chávez, en la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, celebrada también en Santiago de Chile, en noviembre de 2007, cuando el golpista del 92 lo interrumpió para insultar a al ex presidente del Gobierno español José María Aznar, desde luego, en ausencia de este (no se sabe que Chávez haya injuriado a alguien en su cara). Rodríguez Zapatero lo paró en seco recordándole que Aznar "había sido elegido por españoles" para quienes exigía respeto. Dado que Chávez siguió vociferando, el rey Juan Carlos lo conminó a la moderación con la famosa frase: "¿Por qué no te callas?".
Es evidente que Raúl Castro, aferrado con uñas y dientes a la limosna que le mata el hambre, aprovechó la tribuna para desplegar un desesperado intento de intimidar a la oposición venezolana. Es un acto de gran torpeza del hermanito segundón, no solo porque deja muy claro que el personaje de Chávez es una creación de Cuba, de donde provenía no solo el guión de su proceder sino, incluso, el discurso letra por letra. Prueba de ello es que, al encontrarse inhabilitado por la enfermedad para hablar, los Castro lo hacen en su lugar con idéntica entonación y fraseo, un libreto tallado en piedra desde que Chávez era un simple arañero, que no soñaba con llegar al poder izado sobre esa ola de resquemor hacia la democracia, que cada cierto tiempo segrega autócratas.
Lo más grave es que la afrenta supone una declaración de guerra a los demócratas venezolanos, víctimas de las constantes agresiones de Chávez, quien tiene el respaldo de la mitad del país. A Raúl Castro solo lo endosa la voracidad por el petróleo venezolano. Cómo va a esperar consideraciones y alguna piedad quien tan groseramente se jacta de tener derechos sobre Venezuela y de tratar a este como lo ha hecho con la pobre Cuba, arruinada y reducida a una posición mendicante.
Los Castro se han cansado de atentar contra los gobiernos de todos los países representados en Celac-UE: les han plantado guerrilleros, mecanismos de inteligencia, traficantes de drogas, marfil, piedras preciosas, armas... y ahí estaban aplaudiendo a uno de los más conspicuos violadores de derechos humanos.
Con esta bofetada a la soberanía de Venezuela, Raúl Castro ha ido demasiado lejos. Ya lo veremos lamer el zapato de aquel que ayer vilipendió y mañana será su acreedor.
socorromilagros@gmail.com

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NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, HERENCIA MALDITA

Así se llamaba una telenovela colombiana escrita por el mexicano Carlos Enrique Taboada, cuenta la historia de una ejecutiva exitosa, compitiendo en el mundo de los negocios. Sus relaciones con un viudo, con cuatro hijos que no la aceptan. Forman el clan de los Altamira, una familia unida por el odio y la pasión por el dinero.
En Venezuela se ha hablado mucho de la sucesión de Chávez. Se ha denunciado al clan de Barinas, su fulgurante ascensión social y sus intereses económicos. Se analizan los pro y los contra que representan cada uno de los herederos políticos. Por un lado encontramos a los Castro apuntalando a Maduro para no perder su parte del pastel y por el otro un sector militar, representado por Diosdado, un grupo que se resteó con un golpe, han permanecido fieles el virtual “De cujus”, comprometidos en su “revolución” y en una gestión que de conocerse bien pondría a más de uno en dificultad.
Distraídos con la disputa en ciernes entre los herederos, poco se ha hablado de la herencia que nos deja Chávez y su pandilla.
En Derecho, una herencia es un patrimonio activo o pasivo que una persona deja al momento que fallece. En biología es la trasmisión de un carácter o fenotipo, de un organismo a su descendencia, lo cual incluye rasgos físicos como conductuales.
Por extensión también se habla de herencia social, en antropología moderna se define así a la cultura y en las ciencias sociales a los hábitos y valores adquiridos. Consiste en la transmisión oral, escrita y en representaciones de las ideas, ejemplos y realizaciones.
La cultura ha sido definida como “un todo complejo que incluye los conocimientos, las creencias, el arte, el derecho, la moral, las costumbres y demás aptitudes que el hombre adquiere como parte de la sociedad” (E.B. Tylor).
Tiene una importantísima función de integración y de cohesión social, le da sentido tanto al concepto de familia como al de nación. De alguna manera legítima las relaciones entre sus miembros y las relaciones con los otros.
Una vez producida la cohesión en el seno del grupo, la cultura, los valores comunes, las normas la dan un sentido a los lazos que unen sus integrantes, creando relaciones más sólidas que los simples nexos biológicos.
Las interrelaciones que se producen provienen de la división de las responsabilidades, de la cercanía geográfica o del deseo de perpetuarse y reproducirse. Ello deriva en la idea de nación, lo cual permite que los hombres vivan juntos en paz sobre un mismo territorio y que eventualmente en su defensa, puedan declarar la guerra a otras naciones con otras culturas, otros valores y objetivos opuestos.
Atentar contra esos valores comunes es atentar contra la unidad nacional, contra la supervivencia como país, contra la seguridad de sus miembros, contra su razón de ser.
Una política gubernamental que incite al odio, la angustia y al desorden público, solo busca crear un caos social, en el cual los dueños del poder y las armas terminan tomando el control total de la población, a fin de dirigirlos a sus intereses personales y no al bien común.
Se comienza dividiendo a los integrantes de la misma sociedad, luego se procede a marginar al sector que no puede dominarse. A los más débiles se les somete con la dependencia económica, con el discurso manipulador, con pan y circo, con amenazas, con regalos que no produzcan soluciones definitivas de progreso, sino el bienestar inmediato del beneficio gratuito.
Se intervienen los medios de comunicación, para controlar los mensajes que se pondrán al servicio de la destrucción de los valores que nos definen, se instaura la irreverencia, la vulgaridad, los gritos y los insultos, todo es válido para sembrar nueva ideas que destruyan el producto de la civilización y permita los desmanes abusivos del autócrata.
Se permite la violencia en manos irresponsables, que de manera impune van sembrando dolor y muerte, lo que trae como consecuencia la destrucción de la felicidad, de las familias y del amor a la patria que no ha abandonado a nuestra triste suerte.
Los autores del crimen saben que el pueblo confunde el país con el gobierno y si el ciudadano concluye que perdió sus nexos con su patria, tirará la toalla, se rinde o se va.
Paralelamente se toma el control de las instituciones, no solo para manejarlas a su conveniencia, sino y especialmente para producir en lo profundo del que resiste la desesperanza, del que se encuentra indefenso y a su propia suerte.
La sucesión de medidas arbitrarias, el abuso del poder y la prepotencia harán el resto. Solo falta que los recursos puedan utilizarse sin ningún control, para regalarlos, robárselos, comprar conciencias o votos, para que la destrucción de lo que siempre habíamos sido termine por colapsar.
Una nueva cultura se instala como “herencia maldita” de un régimen, dirigido por Fidel y Raúl Castro, quienes ya acabaron con su propia nación.
La herencia que amenaza nuestra idiosincrasia tenía todo calculado, menos al destino que se presenta en forma de enfermedad. Ni contaba con la resistencia perseverante de una sociedad que nació libre y democrática, con valores, que prefería ser pobre pero honrada y que se resiste a irse o a dejarse dominar.
Una intensa operación de marketing y de publicidad intenta llenar el vacío del presidente virtual, retenido en manos de los nuevos jefes del país.
Afiches y carteles pretenden sustituir a Venezuela por Chávez, como si la noción de país dependiera de la salud del enfermo. La búsqueda desesperada por sustituir gerencia, eficacia, solución de los problemas, gestión gubernamental y de los recursos, por un mito al que pretenden idealizar, con sus rituales y su devoción popular.
Un país pierde cuando le roban su bonanza económica, el tiempo desaprovechado es irrecuperable, de los 300 millones de dólares diarios no queda nada, ni siquiera una carretera sin huecos.
Tan solo un foso profundo en el que se han ido los sueños, la seguridad y el futuro, dejándonos como herencia la escases de productos, perdida de los trabajos, deudas a otros países y la invasión de las fuerzas de seguridad de los Castro.
Nos deja también las colas: en la autopista, en el banco, en el supermercado, para comprar medicinas que no hay, para que te atiendan en un hospital, para que te den una cita de CADIVI.
Heredamos la lista Tascón y la Maisanta destinadas a la segregación. Nos deja presos políticos, expropiaciones, exilados, victimas del hampa y a gente pobre manipulada por el temor a perder sus dadivas.
Nos queda una Venezuela sin un camino, ni un puerto, ni una fábrica, ni un colegio ni un hospital en buen estado, que se pueda mostrar como resultado de la danza de millones. En cambio se arruinó la industria y la producción agropecuaria.
Felizmente todo heredero es libre de aceptar o no una sucesión, dispone de un tiempo delimitado para tomar su decisión, a partir de la desaparición física del fallecido.
Una esperanza para Venezuela por que al renunciar se liberará de la herencia negativa y no tendrá que sufrir más por las deudas del difunto.
nelsoncastellano@hotmail.com
Ex Cónsul de Venezuela en Paris
Presidente de Venezuela-Futura, Francia

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ALBERTO MEDINA, UNA EMBOSCADA PARA OCULTAR LA CAUSA.DESDE ARGENTINA

Los controles de precios y cada intento de intervención a la economía no son un fenómeno nada novedoso. En todo caso se podría afirmar, sin temor a equivocarse, que abundan ejemplos de este tipo en la historia mundial y muchos de ellos datan de varios siglos atrás.
No menos cierto es, que por estas latitudes también disponemos de antecedentes en el pasado, algunos de ellos inclusive de unas cuantas décadas atrás.
Pero lo cierto es, que en el presente ya convivimos con ellos desde hace años, tal vez en estrategias más específicas y enfocadas, pero no por ello menos vigentes.
Muchos mecanismos se implementan para intervenir la economía y manipularla para supuestos fines loables.
A estas alturas de los acontecimientos suponer que los que lo imponen desconocen sus efectos sería demasiada ingenuidad.
En todo caso aspiran a que los efectos negativos puedan ser demorados, postergados o bien solo minimizados, y afloren los supuestos beneficios de corto plazo de la intervención directa con más vigor que sus consecuencias.
Subsidios otorgados con arbitrariedad, amenazas oportunas en las diferentes etapas de los procesos de producción, distribución y comercialización, compensaciones que intentan disimular ciertos efectos, ventajas impositivas asignadas con discrecionalidad, todos ellos mecanismos enredados, que elevan el poder de negociación de los gobiernos cuando pretenden convertirse en los dioses de la economía.
En ese contexto, y luego de negarlo hasta el cansancio, los gobernantes parecen estar dispuestos a asumir que la inflación, o algo que se le parece mucho a su definición, existe como tal, ya no porque ellos la perciban de ese modo, sino porque en las encuestas de opinión aparece como una innegable preocupación, cada vez mayor, de la sociedad toda.
Esos sondeos muestran como la gente relaciona el aumento de precios generalizado, pero fundamentalmente lo hace cuando se trata de los productos de primera necesidad, esos que obtienen a través de las cadenas de supermercados.
Por eso, esta vez, el anunciado “acuerdo” implica una acción que busca concentrarse en este punto, con pretensiones de atacar la sensación, más que el problema de fondo. Y es por ello que se puede afirmar que la estrategia esta vez no es tan inocentemente infantil.
Se podría suponer que apunta a lo que la gente percibe, pero en realidad se trata de un mero ardid algo más elaborado, que pretende por un lado intentar disminuir el impacto real del incremento de precios en el corto plazo, inclusive tal vez con algún efecto positivo esperable por el cual el consumo pueda ser alentando por una aparente estabilidad transitoria de precios, pero en el fondo se trama algo más perverso que no aparece a simple vista.
Si la estrategia de corto plazo resulta aceptablemente efectiva, traerá consigo interesantes réditos electorales, mostrará un alivio y al mismo tiempo cierta confirmación de donde está el poder, que el gobierno siempre prefiere hacer evidente porque refuerza una imagen que le seduce.
Pero el moderno populismo contemporáneo, no da puntadas sin hilos, es decir que no se metería en algo cuyo fracaso no les permitiera al menos una salida elegante y tácticamente valida.
Ellos, definitivamente, se preparan para lo irremediablemente evidente, es decir para el esperable fracaso de estas políticas, que matemáticamente solo traen siempre desabastecimiento y la proliferación de mercados informales en desarrollo, que son más abundantes aun, en tanto la política de control es más restrictiva y dura.
Pero no son nada originales a la hora de buscar enemigos. Nuevamente intentarán que “malos de la película” sean los empresarios, en este caso, más específicamente, los supermercadistas, intermediarios, distribuidores y hasta productores de alimentos.
Ya han decidido que si la economía no les hace caso como caprichosamente quieren, pues pagarán los platos rotos los empresarios, y pondrán en el centro de la escena a los “formadores de precios”. Ese repetido argumento siempre funciona a la hora de seducir a los más desprevenidos y desinformados.  Después de todo, parece verosímil que existan los villanos, y en este caso los gobernantes, desean ponerle nuevamente ese sombrero a ese sector de la economía que no les simpatiza y que casi nunca los apoya electoralmente.
Sigue siendo difícil imaginar que realmente desconocen el problema, mucho más aun que no saben acerca de su verdadera causa, pero no menos cierto es que necesitan seguir utilizando la causa real como factor de poder.
El populismo demagógico sin emisión monetaria, se las vería en problemas. Eso lo obligaría a administrar con responsabilidad los recursos del Estado, y de eso realmente no saben demasiado, en todo caso prefieren emitir sin límite alguno y lidiar con la consecuencia más nefasta y perversa que se deriva de la herramienta elegida, es decir la inflación.
No están dispuestos a hacer lo correcto, a atacar las causas profundas de la inflación, dejando de emitir sin respaldo. Sin esos recursos no podrían hacer demagogia electoral, ni distribuir artificialmente dinero, con dádivas subsidios y fondos para amedrentar a todos, aunque cada vez tenga menos valor la moneda.
En definitiva, ellos ya decidieron dar su próximo paso y lo están ejecutando al pie de la letra. Y también saben que, o bien consiguen su objetivo de disminuir el aumento de precios, o ya tienen preparada la trampa para que la gente señale a los culpables que ellos precisan. En fin, solo una emboscada para ocultar la causa.
albertomedinamendez@gmail.com

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RICARDO VALENZUELA, EL DINERO QUE YO GANO, TODITITO TE LO DOY, REFLEXIONES LIBERTARIAS, DESDE MEXICO

"En lo referente al origen de los reyes, el Estado y los impuestos; Si pudiésemos correr el velo de la antigüedad y rastrearlos hasta sus orígenes, encontraríamos que el primero de ellos no fue más que el rufián principal de alguna banda desenfrenada, su barbarie y preeminencia en el engaño le hicieron merecer el título de jefe entre canallas. Incrementando su poder y depredación, obligó a los pacíficos e indefensos a comprar seguridad con frecuentes contribuciones."  Thomas Paine.
Afirmaba John Marshall que el poder para establecer impuestos, es el poder para la destrucción y el gobierno de mí estado, Sonora, lo está demostrando. Acuérdese gobernador, ningún país, región o estado ha podido resolver sus problemas financieros exprimiendo a la gente con más impuestos. Recuerde las palabras de Churchill: “Una nación que pretenda gravar para prosperar, es como un hombre parado con los pies metidos en dos cubetas tratando de levantarse jalándolos hacia arriba.”

Hace tiempo un amigo y yo discutíamos la impresionante prosperidad de Hong Kong. En cierto momento de la conversación yo señalaba que una de esas causas era su sistema impositivo de un solo gravamen de poco más de 15%, y se aplicaba exclusivamente al consumo. Mi amigo, miembro del PRD, me interrumpe para afirmar: "No me parece justo que todos—ricos y pobres—paguen sobre una misma tasa. ¿No estás de acuerdo?" Me quedo pensando y le respondo: Tienes razón, los inversionistas que arriesgan sus capitales deberían de pagar menos.
Aun cuando mi respuesta fue un reflejo, algo me decía que tenía mucho de lógica. Alguien que arriesga su capital para producir bienes, empleos, para crear riqueza etc., no merece se le castigue de esa forma. La formación de capital es lo que construye las economías y el capital lo forman los que invierten arriesgando. Ahora, el obstáculo más importante que siempre  han enfrentado esos arrojados aventureros—los verdaderos no los que se pegan a la ubre del gobierno— es la forma de gravarlos que, casi con odio, se les castiga por ser exitosos en sus proyectos.
El profesor de Harvard, Robert Nozick, afirmaba que todo tipo de impuesto sobre ingreso constituye una forma de esclavitud y es totalmente injusto. Ahora, dice Nozick, “lo más injusto es que al que produce más se le castigue con más saña”. El maneja lo que ha llamado ‘el principio de justicia.’ "Cuando un grupo se involucra en una justa aventura de cooperación en acuerdo con las reglas vigentes, y eso de alguna forma restringe su libertad pero produce ventaja para otros. Los que se han sometido a esa restricciones y han sudado para producir esos resultados, deberían de tener un derecho superior sobre aquellos que se han beneficiado indirectamente."
Desde la avenida de Roosevelt y su New Deal, los gobiernos del mundo iniciaron la toma por asalto de todas las actividades de la sociedad y la forma más común en aquellos que no querían ser tachados de "socialistas," fue a través de un sistema impositivo depredadores que en su momento llegaron a postrar países tan poderosos como Alemania e Inglaterra. La Gran Bretaña, después de la segunda guerra mundial, cayó secuestrada por el partido "Labor" (del Trabajo) que llegó a establecer impuestos marginales hasta de un 90%.
Aun cuando Kennedy en EU había recortado los impuestos vigentes de 95%, a finales de los años 70 dos economistas iniciaron otro ataque en contra la tiranía impositiva. Pero lo hacían con un novedoso concepto. Robert Mundell y Art Laffer hablaban de estimular la oferta (producción), no la demanda como lo decía la Biblia de Keynes. Ellos concluyeron que la mejor forma era reduciendo los impuestos que desangraban a empresas e individuos. Las teorías de Keynes incrementaban la demanda pero, al no surgir la oferta para encontrarla, daba origen a la inflación con recesión. De esa forma nacía la teoría del Supply—Side que se plasmó en una servilleta en la que Laffer dibujó su famosa curva en el restaurante Michael de la ciudad de Nueva York.
Sin embargo, Hong Kong tenía décadas aplicándola. Al abolir los impuestos sobre ingresos y ganancias, Hong Kong vigorizó su economía para convertirse en un paraíso de prosperidad. Pero tal vez lo más importante es que con esa poción el mercado de trabajo se vigoriza, la competencia incrementa la productividad y los salarios. A los trabajadores en Hong Kong no les importa pagar IVA puesto que no pagan impuesto sobre ingreso y, sobre todo, sus salarios son altos producto de la formación de capital que se ha dado, como consecuencia de esos incentivos fiscales y la libertad de su economía. ¿Resultado? A principio de los 70s México y Hong Kong tenían ingresos per cápita similares. ¿Hoy día? México aruña los $10,000 y Hong Kong alcanza más de $50,000.
Para los estatistas la economía ideal es aquella en la que el gobierno bolsea a "los ricos" para satisfacer las necesidades comunes como educación, salud, fondos de retiro etc., creando las corruptas burocracias. Una economía liberal es aquella en la que el Estado recaba lo necesario para proporcionar los servicios fundamentales de protección. Desde el Pacto de Calles, como maldición el concepto original de libertad en México cambió. El grito de Zapata de tierra y libertad, pasó a significar libre de necesidades y obligaciones porque el Estado me las tiene que satisfacer. El Pacto de Calles provocó que los mexicanos cambiaran su libertad por eso que ellos consideran seguridad; migajas revolucionarias.
Robert Mundell ganó el premio Nobel de economía en 1999, y sus ideas en los medios liberales cobraron calidad de dogma. No hagamos caso a los Keynes mexicanos que aparecen en las esquinas con la poción del salvamento y, disfrazados de Quijotes, gritan ser redentores de los débiles. La reforma fiscal mexicana es urgente y si continuamos dilatándola, se nos va el tren que transita hacia el futuro, la prosperidad y si abordamos el tren equivocado, el correr en la dirección contraria no nos llevará al destino. Debemos reducir impuestos que estrangulan el crecimiento de la economía, para compensarlos con gravámenes al consumo como en Hong Kong.
Es hora de que los mexicanos tomemos responsabilidad por nuestras vidas y futuro y, como dice P. C. Roberts, dejemos asumir actitudes como los ciudadanos de Roma a la caída del imperio, quienes se ofrecían como esclavos a otros pueblos a cambio de protección. Ahora y como complemento, lo que Peña tiene que hacer es atacar de frente las barbáricas políticas de gasto gubernamental tan avaladas por gente como aquel diputado quien afirmó: 
"Prefiero ser irresponsable con el presupuesto que con los pobres." Porque, entre muchas otras cosas, eso es lo que los ha mantenido pobres.
Gobernador Padrés, cuidado porque el yaquerio se anda levantando. Y la última vez que lo hicieron fue siguiendo a Obregón en su Plan de Agua Prieta.

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