« L’État, c'est la grande fiction à travers laquelle tout le monde s’efforce de vivre aux dépens de tout le monde » ("El Estado es la gran ficción a través de la cual todos se esfuerzan para vivir a costillas del resto") Frédéric Bastiat (1801–1850), pensador liberal francés
La cúpula estudiantil acusa al gobierno de "ideologización", sin darse cuenta que ellos mismos también propugnan una ideología. ¿Quién tiene la razón?
En el papel era prometedora la idea del programa Tolerancia Cero de convocar a un gran debate en torno al conflicto estudiantil. En la práctica, no se avanzó mucho. Sí hubo un punto crucial que dejó al descubierto la esencia misma de esta agotadora disputa. La dirigenta de la Confech --la agrupación que asegura representar a los estudiantes y a la "ciudadanía"--, afirmó que la educación superior no debe ser pagada por los pobres sino mediante un aumento al impuesto a la renta. Ena Von Baer replicó que detrás de esa aseveración hay una prejuicio ideológico, pero la conversación no se detuvo ahí sino que discurrió por otros senderos.
¿Qué quiso decir la dirigenta? Lo que ella plantea no es que los pobres le paguen la educación a los ricos, como sostiene el gobierno, sino que cada cual costee la educación pero mediante el pago de tributos al Estado. O sea, ella quiere que Fulano vaya a la Universidad sin pagar el arancel, pero ella misma se apura en precisar que esto no significa en estricto rigor que sea "gratis", sino que Fulano luego pagará con impuestos su educación, pero al momento mismo de educarse, o sea mientras asista a clases, Fulano no paga.
En realidad, lo que la dirigenta plantea es que Fulano pague al Estado para que se eduque Mengano, y luego, cuando Mengano egrese, le pagará la educación a Zutano. Todos ellos entregan parte de sus ingresos al Fisco para que desde sus arcas el Estado eche mano para costear los aranceles de todos. Vale decir, unos le pagan la educación a otros. Esto, amables lectores de Chile Liberal, responde a una ideología cuyo nombre todos conocemos: se llama socialismo.
La verdad es que no percibimos ningún beneficio en socializar el costo de la educación. Primero, recordemos que el pago de impuestos es un acto de fuerza que ese ejerce contra la voluntad del individuo, el contribuyente. Por definición, el impuesto es una imposición. Si fuese voluntario, ya no es impuesto. (Yo dono a la Teletón porque quiero, es un acto noble de mi voluntad. Eso no es un "impuesto"). La dirigenta estudiantil en ningún caso aclara cuál es la virtud de socializar el pago de la educación. ¿Qué se gana con ello?
De hecho, es bastante degradante. Y de aquí se desprende qué promueve Chile Liberal, cuya propuesta es la antítesis de la postura de la dirigenta (ella es militante del Partido Comunista). Como decíamos, pagar impuesto es un acto de naturaleza violenta, en que a un sujeto se le obliga, bajo amenaza de castigo, a entregar parte de sus recursos al Estado. Pagarse a sí mismo la educación es mucho más virtuoso porque uno elige si quiere postular a la Universidad o no, y al elegir, ya hay un acto voluntario. Cuando el estudiante paga su arancel, lo hace porque fue su decisión el entrar a la universidad. Si el estudiante no cuenta con los recursos para financiarse los estudios, puede optar a un préstamo, que será pagado cuando, premunido del título universitario, comience a producir. En este esquema, Fulano paga la educación de Fulano, o sea devuelve el préstamo, pero no le paga la educación a Mengano ni a Zutano. Este sistema desde luego es lo opuesto al socialismo: se llama individualismo.
"¡Pero los préstamos se toman a tasas usureras y se destinan a pagar aranceles exorbitantes!", impugnarán algunos lectores. Pues razón tienen, y de hecho así ha ocurrido. Éste debiese ser el foco de toda la atención, y si bien el primer problema (préstamos usureros) ya lo ha abordado el gobierno, el segundo (aranceles disparados) aún no goza de la atención debida, a pesar de ser la esencia mima del problema: siete meses entrampados entre socializar o indivdualizar el pago del arancel, sin que ninguna de las partes aún aborde la problemática de porqué los aranceles burbujean. Triste, pero así es la calidad del debate.
NUESTRA RECOMENDACIÓN
El gobierno debe ceder respecto al lucro en educación. Si la ley establece que los establecimientos de educación superior no deben ser con fines de lucro, la ley debe respetarse. La ley es estúpida, pero debe cumplirse. La idea de "transparentar el lucro" debe desecharse. Si bien implica un atentado a la libertad de emprendimiento, acá se ha violado el espíritu de la ley y esto es inaceptable. El gobierno, como parte de las negociaciones, debiese abandonar este frente y conceder. Luego, discretamente debe sacar el gabinete al ministro Joaquín Lavín, quien tiene intereses en una universidad privada que ha vulnerado la ley.
Sin embargo, del otro lado también deben aflojar en algo. La Oposición debiese asumir que no tiene mucho sentido el "socialismo educativo". ¿Quién gana cuando unos le pagan a otros? Nadie. Un acuerdo que ponga punto final al conflicto debe firmarse sobre el compromiso de que ninguna familia de un estudiante incurra en gastos excesivos para financiar la educación universitaria de sus hijos, y que ningún estudiante se endeude peligrosamente.
El motivo para evitar el endeudamiento es más bien de carácter técnico. Un profesional recién egresado que deba devolver un enorme préstamo corre riesgo de ser incapaz de cumplir con los pagos (como éste es el caso, la tasa de interés refleja ese riesgo). Si esta situación afecta no a uno, ni a dos o tres, sino a generaciones enteras de egresados, todo el sistema peligra porque se genera una "burbuja". Se acerca una gran crisis económica y los jóvenes que no encuentren trabajo se declararán masivamente en "default", lo que causará una asfixia del sistema cuando dejen de percibirse las devoluciones de los préstamos. Si es moral o inmoral endeudarse de por vida es un asunto que lo dejamos a otros ya que por naturaleza Chile Liberal no tiene interés en cuestiones morales (somos amorales). Pero que se inflen burbujas delante de nuestros propios ojos es algo que no podemos aceptar y que nos conmina a actuar.
La Confech, luego de meses esgrimiendo el gran apoyo ciudadano, ve cómo éste se desvanece. El apoyo de la masa siempre es efimero. Tuvieron en su momento al gobierno con mucho que perder pero dejaron pasar la oportunidad de concretar. Ese momento ya es un lejano recuerdo. La realidad ahora muestra que el apoyo ciudadano les juega en contra: una aplasante mayoría quiere que ser termine la movilización. Absurdamente, abandonaron la mesa de diálogo y se quedaron no sólo huérfanos de apoyo ciudadano, sino con nadie en puestos de poder que los escuche. La Oposición, mientras tanto, comienza las tratativas con el gobierno. La Confech está condenada a convertirse en una irrelevancia por culpa de sus propios errores (no aprovechar el momento, extender ad nauseam el conflicto y patear la mesa de diáogo).
En síntesis, abolir el lucro es algo que puede conseguirse. Pero la gratuidad universal no. Mientras no haya un argumento convinencente para socializar el pago de aranceles, debe primar el criterio más sensato que es considerar la elección de una carrera un acto de decisión individual. Nadie debe quedarse sin acceso a la universidad por no poder pagarla, pero eso no significa que deba socializarse su costo.
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