Son pocas las veces en las que a un gobierno le toca enfrentar un proceso electoral en condiciones tan adversas y con pruebas tan absolutamente palpables de su ineptitud y corrupción. A ver:
Venezuela está entre los países con mayor inflación del mundo y, en todo caso, la más alta de América; la tasa de inversión (nacional y extranjera) es ridícula comparada con otros países de la región; las importaciones crecen mientras que la producción interna cae de manera estrepitosa, con la correspondiente destrucción del empleo. En medio de una avalancha de petrodólares, vivimos una severa crisis eléctrica, los apagones forman parte de la vida diaria de los venezolanos y los demás servicios públicos van por el mismo camino. No hay agua ni siquiera para servir el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar.
La infraestructura se derrumba ante las lluvias y la falta de mantenimiento; PDVSA hace agua por todas partes y el Estado se da el lujo de perder dinero hasta en el manejo del mejor negocio del mundo: Las minas de oro. Los alimentos escasean, los precios suben y la única cifra en ascenso es la de robos y asesinatos.
Para tomar de la muestra un solo botón: Es imposible en toda Venezuela, conseguir un Vergatario. (teléfono celular chino, medio ensamblado en nuestro país y cuya producción fue planificada, financiada y anunciada en cientos de miles de unidades). Circunstancias del día a día hacen aún más precaria la situación del Gobierno:
La escasez de productos en los anaqueles de los mercados, cuando no es la carne es el café o el aceite; la llegada de Whalid Makled con su bagaje de políticos y militares asalariados; la publicación en los medios internacionales de informes que involucran de manera estrecha e incuestionable al régimen con las FARC; unas lluvias que no cesan y una incapacidad insólita para enfrentarlas; una rebelión obrera que pone seriamente en duda el carácter popular y revolucionario del chavismo y por último una continua rotación de funcionarios y ministros, cada uno más inepto que el anterior.
Como si todo esto fuera poco, el Gobierno de Chávez está internacionalmente aislado. Los pocos países “aliados” son aquellos que dependen de su asistencia económica o aquellos cuyas empresas hacen jugosísimos negocios en Venezuela. Ciertas “amistades” sólo pueden traer consecuencias nefastas para el país y para PDVSA. El único amigo “nuevo” es el Presidente de Colombia a quien el propio Chávez había calificado de gánster y cuya elección había pronosticado como una tragedia para América Latina.
¿Cuántas veces Farruco Sexto ha sido designado Ministro del Poder Popular para la Cultura? ¿Cuántas veces ha sido destituido Francisco Ameliach sin que nadie sepa por qué (aunque todos sospechamos las razones de la última defenestración).
En estas circunstancias, y después de doce años de gobierno, ya es difícil achacar culpas a la Cuarta República o al paro petrolero o a los fenómenos naturales. Y, sin embargo, Chávez puede ganar las elecciones presidenciales del 2012. ¿Por qué?
LOS CINCO EJES DEL CHAVISMO
La fuerza de Hugo Chávez descansa sobre cinco ejes fundamentales:
1) Chávez supo y sigue sabiendo despertar esperanzas. Ha logrado que los excluidos de siempre se sientan tomados en cuenta, que crean que el Gobierno está pendiente de ellos y que, si bien su situación personal no ha mejorado nada o muy poco en estos doce años, la perspectiva de un futuro mejor, que nunca llega, sigue presente. El gobierno más excluyente de la historia de Venezuela es visto como el gran promotor de la inclusión social. En los mercales no hay productos pero los precios son bajos, los módulos de Barrio Adentro no atienden a nadie o a pocos y mal, pero están allí como símbolo de la preocupación de mi Presidente-Comandante; el Hospital donde acudo no me atiende, no está dotado y me maltratan, pero algún día las cosas cambiarán; no puedo salir sin riesgo a la calle pero la Policía Nacional Bolivariana pronto impondrá el orden; a mí no me han dado vivienda pero veo al Presidente, con el cariño de un padre, asignar unas pocas casas a gente como yo, lo que indica que algún día me tocará a mí. Máxime si la Misión Vivienda es exitosa y se construyen centenares de miles, millones de casas. Por ahora me conformo con un papelito donde consta que en el 2013 o el 2014 se cumplirá la promesa. ¿Quién quita?
2) Chávez es expresión cabal de la “cultura” de un porcentaje minoritario pero importante de la población venezolana. Este planteamiento, expresado con mucha lucidez por Alonso Palacios, puede resumirse en el siguiente silogismo, profundamente enraizado en la mentalidad de muchos: Venezuela es un país riquísimo; Yo, sin embargo soy pobre, luego, a mí me debería tocar, por el mero hecho de haber nacido en esta Tierra de Gracia, una parte de esa riqueza, así yo no haga nada para obtenerla. Dentro de esa visión cuadran perfectamente las decenas de programas asistenciales del gobierno en los que fundamentalmente se reparten dineros, bienes y subsidios a todo aquel que diga que los necesite¸ siempre y cuando se ponga una franela roja, o se inscriba en el PSUV y no aparezca en la lista Tascón. Todos esos becarios que no estudian; “empresarios” de maletín que reciben créditos que se quedan en sus bolsillos, madres del barrio que no cuidan niños, bachilleres graduados en seis meses, licenciados que terminan sus estudios sin haber aprobado un solo examen, “analfabetas” que han aprendido a leer varias veces pero que siguen recibiendo una asignación económica, los nuevos millonarios que nunca han producido nada y que se enriquecen traficando influencias y cobrando comisiones. Todo ellos quieren que Chávez se quede y poder seguir siendo los “vivos”, los que saben colocarse “donde haiga”. En fin, somos el país más feliz del mundo.
3) Chávez no sólo siembra esperanza, también siembra miedo. Todo en Venezuela está sometido al control del Presidente-comandante quien gobierna con el primitivo principio del premio y del castigo. Para el que se porta bien con la revolución, todo, para quien, a juicio del caudillo, le traiciona, nada. Ni siquiera la esperanza. Hay en nuestro país más de dos millones y medio de empleados públicos, centenares de miles de beneficiarios de las misiones, con mérito o sin ellos para serlo. Muchísima gente depende de una u otra forma del Estado. Todos ellos son objeto de presión constante: Deben asistir a las marchas, ponerse gorras y franelas rojas, donar días de salario. Los jefes constantemente les recuerdan que el voto no es tan secreto como lo pauta la Constitución, que el CNE está en la posibilidad de enterarse de todo. Para ello son las máquinas que con un costo de 45 millones de dólares se van adquirir y que se activan con la huella del elector. También busca el Jefe del Estado sembrar la idea de que es mejor conformarse con lo que se tiene, que estar buscando cambios que no se sabe bien a dónde llevan. La oferta es “vivir viviendo”, es decir conformarse con la mediocridad antes de correr el riesgo de buscar otros caminos.
4) Chávez controla todos los poderes. En cualquier democracia, el Presidente de la República es la cabeza del Poder Ejecutivo pero su autoridad tiene fuertes limitaciones. No es así en Venezuela, donde el Presidente gasta el dinero público sin control alguno; no respeta la Ley de Carrera Administrativa ni la Ley de Procedimientos Administrativos, ni permite la sindicalización y las convenciones colectivas en el sector Público. La Fuerza Armada está totalmente politizada y se intenta lograr su parcialización completa. Para Chávez el principio de legalidad no existe. Aquello de que la administración no puede hacer sino lo que la Ley expresamente le autoriza, es letra muerta.Chávez controla además, el Poder Legislativo. Podría decirse que es normal en muchas democracias que el Presidente disponga de mayoría parlamentaria, pero en el régimen chavista la Asamblea Nacional no legisla, pues la función legislativa fue delegada al Presidente por una habilitación írrita concedida por la Asamblea saliente en diciembre del 2010 “para atender la emergencia de las lluvias” pero que en realidad es ilimitada. La Asamblea no controla en forma alguna al Ejecutivo y el papel de la mayoría del PSUV se limita a levantar la mano cuando el Ejecutivo así lo ordena.
El caso del Poder Judicial es aún más antidemocrático. No hay independencia alguna por parte de los jueces, que viven en el temor a ser destituidos o encarcelados si sus sentencias no son del agrado de Miraflores. El TSJ responde obcecadamente a los dictados del Jefe del Estado y no se conoce de una sola sentencia que vaya en contra de sus designios.
Los dos nuevos poderes están en las mismas condiciones: El Poder Ciudadano (Ministerio Público, Contraloría General y Defensoría del Pueblo) no puede ser más dócil. Y por último, de los cinco rectores que componen la directiva del Poder Electoral, cuatro respaldan categóricamente al Proceso. Todo ello configura la concentración de poder más grande que se ha conocido en nuestra historia y es obvia la influencia que esa fuerza tendrá en el próximo proceso electoral. Chávez puede, entre otras cosas, inhabilitar candidatos o rehabilitarlos según su conveniencia.
5) Chávez dispone de inmensas cantidades de dinero y de bienes. El gasto público no está sometido ni al control de la Asamblea, ni al control de la Contraloría General ni al control de los tribunales. La total opacidad y discrecionalidad con la que se manejan los Fondos permiten a Chávez la disposición ilimitada del dinero público y además puede usar los bienes públicos sin ningún control. Dentro de los bienes, hay que mencionar el llamado Sistema Nacional de Medios Públicos que unido a la autocensura de muchos medios privados sometidos a amenazas y chantajes, dan al oficialismo una buena ventaja comunicacional.
Estos cinco puntos deberían asegurar la victoria de Chávez¸ pero no es así. Afortunadamente para Venezuela las encuestan revelan que la mayoría de los venezolanos quiere un cambio y vamos ahora a examinar por qué es perfectamente posible que ello ocurra.
1) Volviendo al inicio de este informe, debemos tomar en cuenta el factor “Chacumbele”. El Gobierno puede perder la elección “porque él mismito se mató”. Es decir que los doce años de Chávez han estado marcados por tanta ineficiencia, tanta ineptitud, tanto despilfarro, tanta habladera y tanta corrupción que el país clama por un cambio. Las encuestas revelan que una buena parte de los venezolanos que veía con simpatía al Presidente Chávez, está consciente de que no está en capacidad de dirigir eficientemente al país. Esto es perfectamente explicable. A pesar de los que diga el oficialismo que los venezolanos nos encontramos entre los pueblos más felices de la tierra, es difícil ser feliz cuando la búsqueda de un litro de aceite o de un kilo de carne puede tomar varios días; cuando se producen casi 20.000 asesinatos impunes al año; cuando los aumentos salariales ni siquiera compensan la inflación; cuando en los primeros 5 meses del año se construyen sólo 12.000 viviendas de las 150.000 prometidas para el 2011, y así podríamos seguir enumerando las cifras y los hechos que evidencian el fracaso. Se dice que los electores votan con el bolsillo más que con el corazón y cuando el bolsillo está casi vacío y no alcanza para comprar lo más básico, la gente saca sus propias conclusiones y las protestas sociales se producen como expresión de una inmensa frustración. Cuando la protesta no tiene respuesta se traduce en un descontento electoral que refuerza a la oposición.
2) Dicen los publicistas que ninguna publicidad es efectiva si el producto anunciado es sencillamente malo, no cumple con las expectativas que suscitan las cuñas y defrauda diariamente a los televidentes, radioescuchas y lectores del Sistema Nacional de Medios y de la propaganda que los medios privados están obligados a difundir. La publicidad engaña a mucho durante cierto tiempo pero al final pierde su efecto y produce más bien rechazo.
3) El proyecto que se quiere imponer a Venezuela, aunque no se llame por su nombre, es el comunismo. Fidel Castro lo dijo de manera clara cuando se le preguntó ¿Qué es el socialismo del siglo XXI? Y contestó, “la misma cosa que el comunismo”. Los venezolanos no piensan que “ser rico es malo”; defienden, en alto porcentaje, la propiedad privada y observan cómo las empresas y tierras nacionalizadas no producen y los trabajadores terminan perdiendo sus empleos. Esto ocurre no sólo entre los que adversan a Chávez, sino también en los electores que se definen como “chavistas” No causa ninguna extrañeza que los primeros opositores a las nacionalizaciones no sean los dueños sino los sindicatos, aún aquellos identificados con la Revolución.
4) Los venezolanos están cansados de la confrontación constante, de las descalificaciones, de los insultos, de la falta de diálogo y de la intolerancia. Quieren un Gobierno que realmente sea de todos y que gobierne para todos. Quieren vestir como les da la gana; no les gusta que los obliguen a inscribirse en un partido o a asistir a marchas a las que no quieren ir. El venezolano es libertario y Chávez se convierte día a día en opresor.
5) La historia nos enseña que las revoluciones requieren del apoyo de tres sectores sociales: los trabajadores, los jóvenes y los intelectuales. Esta es la única revolución adversada por la mayoría de los sindicatos y por todas las organizaciones estudiantiles que son producto del sufragio juvenil. El mundo de la Academia, de la cultura y de las artes en un porcentaje altísimo rechazan la concentración del poder, el militarismo, el centralismo, el pensamiento único, la cursilería, la ridiculez y el militarismo.
6) La política de concentración del poder, acompañada por la falta de resultados, propicia la percepción de que los problemas sin solución tienen un solo responsable: Chávez. El mismo se ha encargado de acentuar esta visión al decir, por ejemplo, que asume personalmente el problema de la vivienda. “Se me va la vida”, afirma, pero en realidad lo que le van son los votos si no cumple. La destrucción del proceso de descentralización, tampoco ayuda al Gobierno. Alcaldes y Gobernadores eran una especie de colchón entre el descontento y el Presidente. Ya no es así. La gente siente que eligió a mandatarios regionales y locales y que no los dejan trabajar.
7) El funcionamiento de la Mesa de la Unidad, la metodología aprobada para la escogencia del candidato presidencial de la oposición, la consciencia del carácter inevitable de la acción unitaria y la creciente existencia de una maquinaria de control electoral, hacen que las fuerzas que adversan a Chávez sean mucho más temibles ahora que hace cinco años. A pesar de las trampas, de los atropellos, del desconocimiento sistemático de la voluntad popular, la oposición no ha hecho otra cosa que crecen tanto en número como en contundencia. Si a esto se acompaña la presentación de una propuesta de país clara, factible, bien fundamentada y claramente expresada, las cosas se pondrán difíciles para el Gobierno.
No escapan a nuestro análisis las fallas y carencias que presenta la Mesa, ni la ausencia de grandeza que algunos de sus líderes evidencian de cuando en vez. Pero son muchos más los factores positivos que los negativos.
Quedan pendientes dos grandes preguntas:
1) A la hora de definir la estrategia global de la oposición, se enfrentan dos grandes corrientes: La primera sostiene que hay que manejar con prudencia los ataques a Chávez y a su gobierno, porque lo importante es atraer a los ni-ni, al chavismo light. El problema no es fundamentalmente ideológico sino de mala gestión administrativa. Para la segunda, se debe enfrentar radicalmente a Chávez y a su gobierno, más no al chavismo de base. Tolerancia cero: No dejar pasar ni una falla, ni una carencia, ni un fracaso, ni una corruptela, ni una promesa incumplida. El que esto escribe se inclina hacia la segunda opción, pero la pregunta queda planteada y es bueno que nuestros lectores piensen en la mejor respuesta.
2) ¿Entregará Chávez el poder? Muchos piensan que de perder las elecciones el Presidente desconocerá el resultado. Es la tesis del palo a la lámpara. Hay quien sostiene que un resultado adverso liquida la posibilidad de resistencia del chavismo, en todos los niveles. Otros ven el asunto con gran preocupación. La pregunta que queda planteada es qué hacer para minimizar este riesgo.
Chávez puede ser derrotado, pero hará lo imposible para evitarlo. El mandado no está hecho y no son aceptables visiones triunfalistas. En manos de los venezolanos está escoger entre el desarrollo económico, la libertad y la inserción en el mundo globalizado del siglo XXI o seguir transitando un camino que sólo es válido en los trasnochos de un déspota no ilustrado.
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