jueves, 2 de junio de 2011

TEXTO DE LA PARTICIPACIÓN DE CARLOS PADILLA EN EL FORO ““VENEZUELA: CIUDADANOS, DEMOCRACIA Y ESTADO”

Menos Estado y más libertad es lo que reclamamos.

La Fuerza de la esperanza se mueve. Hay que esforzarse por la restauración moral de la República.

CONTRATO SOCIAL PARA LA
PROSPERIDAD  DEMOCRÁTICA

Ser liberal significa estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo y no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin. El liberalismo es una conducta y, por lo tanto, es mucho más que una política. Si eres de los que creen que ya es hora de que los demagogos y populistas le devuelvan el poder y/o la iniciativa a los ciudadanos. Si crees que tú estás más preparado para cambiar el mundo que muchos de los que nos dirigen. Si estás en contra de la manipulación -venga de donde venga-. Si estas de acuerdo con que el dinero pueda circular a sus anchas por todo el planeta, pero no lo puedan hacer las personas, los bienes y las ideas. Si estás por las listas abiertas. Si no estás por la subida de impuestos. Si se te enciende la cara al escuchar la palabra libertad. Si te resistes a mentir. Si te ocurre algo de lo anterior, es muy posible que lleves algo de liberalismo en tu ADN.

Estamos recorriendo a Venezuela. Dieciséis estados son testigos de nuestra presencia.  No es la primera vez que lo hacemos. Conocemos a este país insólito. La destrucción actual no tiene precedentes. 

El contrato social para la prosperidad democrática que la ciudadanía pide a gritos, es la conceptualización de un plan económico, político y social, que calificamos 'de Postguerra'. Yo me lo imagino como un reactualizado   'Plan Marshall, aquel plan de los Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, que como aquél, el nuestro también debe destinarse a contener el avance del comunismo en nuestro país. 

Con un plan similar, adaptado  a nuestra realidad y alterno de manera transversal en un Contrato social para la prosperidad democrática  y con la apertura económica necesaria, de 2013 en adelante Venezuela debe experimentar el periodo de máximo crecimiento económico de su historia, con un plan que incentive la producción industrial no menos de un 35%, y la agrícola aún más, para sobrepasar los niveles de antes del desastre del presente 'socialismo del siglo 21', para que la pobreza y el hambre de estos nefastos 12 años de pos-democracia desaparezcan, como resultado de nuevas décadas de crecimiento sin precedentes, que se reflejen sin duda alguna, en un aumento espectacular del nivel de vida y de satisfacción de los venezolanos para que se viva en bienestar con libertad y la sociedad se construya a partir del éxito de un país de propietarios y  exitosos ciudadanos emprendedores.

Requerimos de un Plan que contribuya a la recuperación de los mercados naturales de nuestra economía y a la integración de Venezuela a todos los mercados, impulsando la participación de la actividad privada y de los ciudadanos, no solo en la reconstrucción de la planta física e industrial del país, sino en la reedificación de la institucionalidad de la res-pública, conditio sine qua non para crear los escenarios de crecimiento y progreso.

Una nueva democracia, no restauradora ni reeleccionista, debe surgir de esta sobredosis de socialismo. Lo lograremos mediante una autentica unidad de la alternativa democrática que votando consolide una pujante mayoría apasionada por la libertad.

Ante el casi inevitable adelanto de la fecha de las elecciones de 2012, sería de sabios rectificar y convocar las primarias para finales de 2011.

A la alternativa democrática no le queda otra alternativa que apurar lo de la tarjeta única y hacer campaña por ella y  así elevar las expectativas. Pues tanto el candidato de la anti historia, del populismo y la demagogia, como el candidato para la nueva democracia parten con un respaldo sólido del 40%. Y si la demagogia y la manipulación de la mentira le suma al gobierno, ¿cuánto no sumará la tarjeta única a la candidatura que lo derrotará? ¿O cuánto le restará la tarjeta única al candidato asesorado por cuanto dictador se eterniza subyugando a su pueblo.

De modo que aquellos partidos que se oponen a la tarjeta única deben inclinarse por ella pues el objetivo en 2012 es derrotar a quienes hoy nos desgobiernan y no construir partidos.

Si el comunismo castrista  gana no habrá partidos. En cambio, sacrificando la tarjeta partidista, al menos para la candidatura presidencial, el futuro pinta mejor para el partido, aunque ello parezca una paradoja. 


carlos.padilla.carpa@gmail.com

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