No faltará quien me acuse de antipatriota o de pitiyanqui por lo que a continuación escribo.
Considero que algunas opiniones y pronunciamientos en defensa de PDVSA a raíz de las sanciones que ha impuesto el gobierno norteamericano a varias empresas transnacionales, entre ellas la petrolera venezolana, lucen desproporcionadas.
Comprendo que el führer y su comparsa aprovechen esa “bombita” que puso en sus manos el gobierno norteamericano para exacerbar el sentimiento nacionalista de los venezolanos presentando las sanciones como una agresión contra PDVSA y que, además, se valga de la oportunidad para utilizar la supuesta agresión con fines electoreros en momentos en que la intención de voto claramente no le favorece.
Pero me parece absurdo que para escapar de la retórica patriotera del oficialismo figuras de la oposición se desgarren las vestiduras presentándose como defensores de PDVSA frente a lo que se ha pretendido presentar como una envestida criminal contra la empresa venezolana de petróleo.
En primer lugar hay que preguntar: ¿Cuál PDVSA se defiende? ¿Esa de la cual fueron expulsados arbitrariamente y despiadadamente más de 20.000 funcionarios y empleados que hoy están o fuera del país o simplemente están dedicados al buhonerismo porque la lista Tascón les cerró las puertas para encontrar empleos dignos y adecuados a su formación técnica o profesional? ¿Esa que dejó de ser una empresa dedicada exclusivamente a gerenciar el aprovechamiento de nuestro principal recurso natural para convertirse en importadora de alimentos que luego deja podrir en los puertos o en los sitios de almacenamiento? ¿Esa que dejó de ser un modelo mundial de empresa estatal administrada como empresa privada en la cual prevalecían la excelencia y la meritocracia para convertirse en instrumento al servicio del régimen donde la única credencial para ocupar un cargo es ser “rojo rojito”? ¿Esa que sirve de caja chica del régimen para financiar sus populistas e ineficientes programas sociales donde además impera la corrupción? ¿Esa que con sus operaciones comerciales y financieras ayuda al régimen iraní a burlar las sanciones que le ha impuesto la comunidad internacional para obligarlo a desistir de su proyecto de desarrollo de tecnología nuclear con fines militares?
Y es sobre todo esto último lo que se ha debido tener en cuenta antes de lanzarse a defender a ultranza a PDVSA. A nadie debe sorprender que el gobierno de los Estados Unidos decida aplicar sanciones al gobierno venezolano y a empresas venezolanas (PDVSA y CAVIM). Parafraseando el refrán, el soldado estaba avisado de que la guerra contra quienes cooperan directamente o indirectamente con el proyecto nuclear militar de Ahmadinejad va en serio.
No se trata de un capricho, sino de un esfuerzo combinado de la comunidad internacional para impedir la proliferación de armas nucleares y todo el que de una manera u otra interfiera contra ese esfuerzo es susceptible de ser objeto de medidas disuasivas.
El gobierno de Estados Unidos había advertido al de Venezuela que lo estaba observando muy de cerca y que si seguía ayudando a Irán a soslayar los controles internacionales podía ser objeto de sanciones.En febrero de este año Estados Unidos anunció que tomaría acciones si Venezuela viola las sanciones internacionales impuestas contra Irán “Si hubiera evidencia de que han violado las sanciones, actuaremos contra ellos”, dijo la Secretaria de Estado Clinton durante una interpelación en el Congreso. También el Departamento de Estado había informado a la Embajada en Washington y a PDVSA que estaba investigando si el Gobierno venezolano viola el régimen de sanciones. El subsecretario de Estado adjunto de EE.UU. para Energía, Sanciones y Materias Primas, Robert Cekuta, se reunió con el encargado de negocios venezolano en Washington para “abordar temas como la Ley Integral de Sanciones, Responsabilidad y Desinversión” (CISADA en su sigla en inglés). Esa ley, que data de 2010, amplió los alcances de la Ley de Sanciones a Irán de 1996 y prohíbe a personas, entidades y Gobiernos efectuar transacciones, contratos y exportaciones de ciertos bienes, servicios y tecnologías, actividades financieras, invertir en el sector energético de Irán y exportar petróleo refinado, lo que incluye la gasolina, entre otras estipulaciones.
En aquella oportunidad el presidente de PDVSA aseguró que ya no le vende gasolina a Irán. Sin embargo, y este es uno de los motivos para la imposición de las sanciones, se constató que recientemente Venezuela compró en Estados Unidos sustancias que se emplean en mejorar la calidad del combustible y las envió a Irán.
El fúhrer y sus acólitos aducen que las sanciones violan la soberanía de nuestro país. ¿Y qué derecho tiene el mandón de Miraflores para hablar de violación de la soberanía cuando es él quien la ha ultrajado entregando el país al régimen fidelo-comunista cubano, ha convertido a Venezuela en una colonia cubana y le ha abierto de par en par las puertas (o mejor, la “rampa 4” de Maiquetía) a los cubanos, iraníes, chinos y nacionales de otros países para que entren en el país como pedro en su casa? Además, si se trata de hablar de soberanía, las sanciones son una decisión soberana de los Estados Unidos, dictadas en consonancia con las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Actuar en rebeldía con las decisiones de la comunidad internacional siempre trae serías consecuencias y convierte en forajido al gobierno que lo hace. El presidente de PDVSA y el conductor de la cancillería dicen que Venezuela tiene derecho a mantener relaciones con quien le dé la gana. Eso es verdad pero los gobiernos, como las personas, deben evitar las relaciones peligrosas. El caso de Irán es más que ilustrativo.
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
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