No cabe duda de que los trabajadores desde el Viernes Negro hasta nuestros días han sido víctimas de hostiles políticas económicas emanadas de todos los gobiernos. Sin embargo, en materia de agresión al trabajador venezolano el actual gobierno ha llegado al extremo de la traición a la fuerza trabajadora al implantar el premeditado desmontaje del aparato productivo nacional con lo cual, no solo generar desabastecimiento sino también desempleo.
Estas dos calamidades traen el incremento de la violencia por expansión de la espiral de la miseria, ya que, una población desempleada, carente de ingresos queda fácilmente expuesta al flagelo de la deserción escolar de los niños y jóvenes y a ser arrastrada a prácticas delictivas tan graves como el tráfico de drogas y el sicariato. Los atracos y muertes violentas de fin de semana, en consecuencia en nada deben sorprendernos, pues son expresiones propias de la pobreza.
Lo que sí es importante tener en claro es que al crecer la criminalidad la propia ciudadanía, sintiéndose en peligro, clama porque el Estado actué a través de sus cuerpos armados (violencia estatuida), acción que facilita los medios para que el gobierno, en aras de la expansión del control social, incremente la militarización (función represiva) que en el caso venezolano, llega al extremo de la creación de la milicia popular como expansión y fortalecimiento de la estrategia de dominio, adquiriendo esta expresión incluso alcance obrero, ya que, planeado el rol del Estado como Supremo Empleador (vía expropiación/incautación de empresas y fincas) la aceptación y participación del trabajador viene dada por vía de la necesaria afiliación al Sindicato Oficialista y por supuesto el PSUV, lo que neutraliza cualquier forma de expresión disidente y por ende, inhibe la fuerza y alcance del real poder de la fuerza laboral, reducida así, al punto de la aceptación resignada de la dominación vía “aceptación” del criollísimo bozal de arepa, que sigue siendo práctica eficaz de los gobiernos populistas para debilitar y desmoralizar la fuerza laboral ahora “oficialista”.
Por ello, el propósito de estas líneas, en las cercanías del PRIMERO DE MAYO, es que el pueblo venezolano meta la lupa a cualquiera de los aumentos nacionales decretados por este gobierno en vísperas de la fecha marcada por la histórica lucha de los mártires de Chicago, incluido el del pasado 25 de abril 2011, para leer en su justa dimensión y acción, lo que acontece en la realidad venezolana. La clase trabajadora debe estar consciente de que está en ejecución desde hace varios años un plan premeditado de destrucción del país, el cual se repite todos los años cuando en el mes de noviembre, el Ministro de Finanzas somete a la consideración de la Asamblea Nacional el Anteproyecto de Ley de Presupuesto Nacional y de la Ley de Endeudamiento, consagrando así las siguientes prácticas aberrantes:
La creación cada año de un déficit presupuestario falso o ficticio
Simplemente por la alevosa acción de subestimar de manera descarada los ingresos petroleros que tendrá el país en el año siguiente, estableciendo así un precio absurdamente bajo del barril de petróleo venezolano. Los funcionarios del gobierno tratan de justificar tan grotesca subestimación calificándola como una estimación “prudente”. La realidad es que el gobierno subestima los ingresos petroleros no por razones de prudencia sino con el fin de crear artificiosamente un déficit fiscal que justifique el aumento de la deuda externa del país cada año, para cubrir un déficit fiscal inexistente. Por consiguiente, enmascarada tras la “prudencia” del gobierno no existe más que la implantación de una política claramente entreguista y antinacional.
La pérdida del valor de la moneda como forma de sostenimiento del régimen
Instaurado el miedo como estrategia de sometimiento, se impone fortalecer más y más el rol del Estado Gendarme aliado de la Sociedad Gendarme, en tanto ésta asimilada a la visión militarista de los procesos de logro social, queda “atrapada” en el circense manejo de las reservas monetarias, ya que, creada de manera ficticia la subestimación del ingreso nacional, la gestión se “asegura” la obtención de un superávit que no es tal, sino un hábil manejo numérico de la renta petrolera a los fines de su aplicación para el sostenimiento del régimen militarista, lográndose así que exista dinero para cubrir los tristemente célebres créditos adicionales que no son otra cosa que la institucionalización de la ineficiencia.
Y, lo más importante, el aseguramiento de la creación de “reservas excedentarias” que “al declararse su existencia”, el Banco Central está en la obligación de transferir al Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN) quedando de esta manera, garantizado que parte significativa del ingreso petrolero no presupuestado, sea derivado al Ejecutivo para que de manera exclusiva y autosuficiente éste lo “administre” acorde a su discrecionalidad que se traduce, hasta la fecha y desde su creación (año 2005) en la utilización por parte del Sr. Presidente de recursos en el orden de los 35.000 millones de dólares, sin que los venezolanos sepamos a ciencia cierta cuál ha sido su destino, lo que constituye una agresión directa no solo contra el bolívar porque le reduce el respaldo en reservas, sino contra el venezolano pues la tal discrecionalidad se aplica en aras del desarrollo del proyecto militarista que dista significativamente de los postulados de libertad, justicia y equidad constitucionalmente establecidos.
La pérdida del poder adquisitivo de la moneda como estrategia de sometimiento
En la medida que un país robustece su producción, crece su economía, por consiguiente, en la medida que un país carece de producción se hace cada día más dependiente de las importaciones, peor aún más y más dependiente de quien le otorga el alimento, lo que implica decir que, convenido que las adquisiciones se hacen a precios de mercado internacional, por consiguiente en la medida en que la moneda nacional esté más alejado en baja al valor del patrón cambiario, el poder adquisitivo de ésta adquirirá debilidad y tal debilidad significará restricciones a la libertad nacional, en tanto que el endeudamiento será paso necesario y, toda deuda implica aceptación gubernamental de las condiciones impuestas por el acreedor.
Por otra parte, en la medida en que un país robustece su producción, crece el empleo y, por consiguiente crece también la accesibilidad a bienes y servicios, y por ende, mejora la calidad de vida de sus nacionales. Si adicional a ello, el poder adquisitivo de la moneda se hace creciente, esa población empleada, logra acceso a más y mejores productos y por consiguiente, mejora más y más su calidad de vida, crecen los emprendedores, crece el número de empresas, sigue creciendo el empleo, se genera riqueza, se racionaliza la producción, se racionaliza el consumo, se ecodinamiza la vida social, se optimiza la producción, se gana tiempo libre, se optimiza la vida.
En contraposición a ello, si un país por error u omisión llega al absurdo de acabar con su aparato productivo, entra colectivamente en la espiral de la miseria, ya que de inmediato, disminuye el empleo, pero si a eso añaden, digamos que también por error u omisión, decisiones que conduzcan a la devaluación del signo monetario, tal acción equivale no solo a rebajar los sueldos y salarios de la población empleada (y, por supuesto, sus menguados ahorros) sino que restringe posibilidades de acceso a bienes y servicios para todos, lo que implica la aplicación de la lógica del absurdo , ya que, por error u omisión tal país quedó expuesto a la dependencia de la producción externa para su sobrevivencia…
Cuando la población de un país, se encuentra en condiciones de sobrevivencia, tal situación es expresión de la pobre calidad de sus decisiones, lo que implica decir, que ese país y sus pobladores se encuentran distantes del aseguramiento de la satisfacción de sus necesidades. Cuando un país llega a tal grado de carencias por causa de errores u omisiones de los funcionarios de gobierno, está históricamente padeciendo, o bien la carencia de cerebros técnicamente formados para “percatarse” y hacerle frente a la magnitud de tales errores u omisiones, o sencillamente, ha doblado su cerviz ante el peso desmedido de la incompetencia y por lo tanto, ha sido condenado a la espiral de la miseria.
De no ser por la quema de divisas que se hace por la vía del FONDEN o del endeudamiento, el nivel de las reservas internacionales sería muchísimo mayor que el actual de 26.000 millones de dólares y nuestro bolívar sería muchísimo más robusto.
Resulta innegable, por otra parte, que con la devaluación de nuestro signo monetario sólo se han visto favorecidos dos sectores minoritarios: El alto gobierno y los Grandes Acaparadores de Divisas, sectores que juntos, no llegan ni al 1% de la población, lo que deja ver con claridad a favor de quiénes realmente toma sus decisiones el gobierno, o dicho de otra manera, a quienes en realidad toma en cuenta el gobierno al momento de tomar sus decisiones. Por lo tanto, ya es tiempo de que cese esta forma de gobernar para las minorías bajo la careta de un gobierno del pueblo. Ya es tiempo de que se comience a revertir este orden contrario a los intereses de las grandes mayorías de Venezuela, esas mayorías que luchando ambas por Justicia y Libertad aparentemente se encuentran separadas al accionar la lucha atendiendo a modelos ideológicamente distintos, cual si el modelo básico válido e insustituible no fuera VENEZUELA.
Es tiempo de salir de esa trampa históricamente tendida por quienes alimentando el odio y el resentimiento sacan beneficios de vernos s e p a r a d o s, pese a ser todos Hermanos Venezolanos. Es hora de que esta realidad cambie y, hacerlo depende de todos nosotros, las mayorías que no tienen dólares, los trabajadores, los desempleados, los integrantes de lasMisiones, los militantes o no de partidos oficialistas o no, los ahorristas, los estudiantes e incluso los dueños de las pequeñas empresas e integrantes de cooperativas.
El tiempo de hacer Patria de Verdad ha llegado y para asumirlo en dignidad, nosotros Hermanos Venezolanos hemos de encontrarnos. Baste recordar que las Misiones no surgieron de la nada, esas Misiones surgieron como fórmula para hacerle frente al cúmulo de necesidades encontradas, es verdad, solo que, ninguna de ellas resuelve la esencia de dichas necesidades, pues tales carencias, precisamente se acumularon por causas de orden estructural y se han venido reproduciendo hasta el punto de la crisis eléctrica actual, que merma aún más las posibilidades del crecimiento económico.
Así como Las Misiones son simples paños de agua tibia a los dolores que padece el pueblo venezolano (allí están los enfermeros mostrando en dignidad cual es la realidad de sus cuentas de ahorro), el aumento de sueldos y salarios vía decreto presidencial, que se ha convertido en costumbre a propósito del Día del Trabajador, nada significa en materia de calidad de vida y por ende del desarrollo económico. Por ello, la revalorización del bolívar sería el primer paso para la obtención de una mejora real de los sueldos y salarios.
Por lo tanto exigimos al Ejecutivo Nacional que revierta de inmediato, mediante decreto vía Ley Habilitante, los convenios cambiarios números 14 y 15 para permitir el retorno a la tasa de cambio vigente en el 2009 (2, 15 Bs. /dólar), tomando en consideración que actualmente el valor real del dólar (dado por la relación del circulante o masa monetaria en bolívares dividido por el monto de las reservas internacionales) casi alcanza al triple del valor oficial (4,30 Bs. /dólar), situación ésta que lleva ya varios meses sin que se apliquen los correctivos obvios que permitan corregir la falta de respaldo del bolívar y de esa manera detener y reducir la altísima inflación que padecemos actualmente todos los venezolanos, chavistas y no chavistas, militantes de PSUV y militantes o no de partidos que apoyan o no al gobierno.
Un gobierno que se dice del pueblo no puede seguir agrediendo a los pobladores, a través de medidas como: la depreciación por decreto de la moneda nacional; la aplicación de impuestos regresivos como el IVA y el IDB y el incremento de la Deuda Externa del país. El servicio de esta deuda cada año reduce no solo la posibilidad de desarrollo del país sino la cantidad y calidad de los servicios públicos, viviendas, escuelas, hospitales y vías públicas, sino también el nivel de las reservas debilitando aún más la base de sustentación de nuestra moneda nacional. El aumento de la Deuda Externa, en tiempos de altos ingresos petroleros para nada es justificable, por lo demás.
Muchos que han leído nuestra propuesta nos han hecho saber que resulta de anteojito, pero que el gobierno jamás la aplicará por orgullo, por no dar su brazo a torcer. Es importante recalcar que los convenios cambiarios números 14 y 15 son nulos de toda nulidad pues según el artículo 25 de nuestraConstitución, todos los actos administrativos que violen los derechos humanos de los trabajadores venezolanos, son nulos y no hay duda alguna de que los dos últimos convenios violaron el artículo 91 de laCRBV, el cual estipula que:
Artículo 91. “Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales... El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica. La Ley establecerá la forma y el procedimiento.”
Como ya señalamos en nuestra Carta Pública al Presidente Chávez [1], [2], esos convenios cambiarios en la práctica redujeron el salario mínimo en dólares en un 36%, llevándolo desde los 446 de Diciembre 2009 a tan solo los 285 dólares de la actualidad, lo que convierte nuestro salario en el más bajo del continente, superando sólo al de Haití. En esa Carta Pública (no pagada porque carecemos de fondos para esos menesteres), expresamos cómo la depreciación del bolívar trajo como consecuencia la altísima inflación que padecemos, la cual a su vez ha elevado la canasta básica a Bs. 2892, muy por encima del salario mínimo (Bs. 1224).
Lograr la derogación de tales convenios cambiarios es en consecuencia una justa reivindicación de los trabajadores. Y los trabajadores deben exigirla como paso previo indispensable para lograr equiparar el salario mínimo a la canasta básica. Si a la fecha del Primero de Mayo y pese a la magnitud de la afectación ocasionada por esos convenios violadores de los derechos humanos de los venezolanos, los mismos no son revertidos, seguirán sumando a la larga lista de atropellos contra los derechos de los venezolanos y como tal, así los denunciamos, con el agravante del efecto inflacionario asociado al aumento de sueldo (25%, en dos partes) que de nuevo se impondrá en abierta restricción de la accesibilidad de bienes y servicios para las grandes mayorías, con las consecuencias lamentables que ello impondrá a la salud social consagrada como derecho de todas y todos los venezolanos sin distingo de raza, sexo, o condición social y política.
En razón de Justicia, a los veintiséis días del mes de abril de dos mil once.
mariawalter@hotmail.com