1. La tasa de cambio y el control político
Desde enero 2003, el régimen cambiario se transformo en una palanca de férreo control político en manos de un gobierno cuyas políticas públicas estuvieron dirigidas a la descapitalización del capital privado nacional. Este régimen cambiario, como era evidente por la experiencia histórica, evoluciono rápidamente hacia un mecanismo de promoción y arraigo de la corrupción; esto, unido a un conjunto más amplio de restricciones económicas –control de precios y competencia desleal del Estado como agente económico - y en un marco jurídico pervertido para debilitamiento de los derechos de propiedad, se constituyeron en una plataforma administrativa para promover lo que ya era política oficial, la depredación del capital(ismo) criollo.
El régimen cambiario, de tasa fija y control en los volúmenes de divisas requeridos para adelantar el proceso productivo, en conjunto con controles de precios y sazonado con la corrupción mencionada, y otros mecanismos discrecionales de restricciones comerciales, ha privilegiado un régimen comercial a través de una tasa de cambio subsidiada y sobrevaluada, con lo cual al abaratar artificialmente las importaciones, se ha sustituido sistemáticamente con ellas la producción nacional. El régimen cambiario se constituyó así en el mecanismo administrativo centralizado para descapitalizar la economía nacional y destruir al capitalismo criollo.
El otro componente del control político de la tasa de cambio, ha sido la creación de un mercado “off shore” llamado mercado permuta o swap, mediante el cual el gobierno ha podido depredar de la misma manera que al sector productivo, los ahorros de la gente, para viajes, inversiones, etc., ya que es un dato que esos esquemas restrictivos, como los mencionados, son retroalimentados por una ampliación de la mal llamada brecha cambiaria – desequilibrio en voz del Presidente- entre la tasa de cambio oficial y el precio de la divisa internacional en ese mercado permuta, off shore.
Ese “desequilibrio” cambiario –según palabras del propio Presidente y Ministro de Finanzas - resultante del represamiento de la tasa de cambio oficial a 2.15 Bs por dólar se constituyo en sí mismo un propósito y un objetivo de la economía política del régimen, y mediante el cual, el gobierno a través de Min Finanzas y otras instituciones financieras del Estado, especularían en ese mercado permuta no solo para vender los bonos y títulos de deuda pública expresados en “boli-dolares” –bonos en dólares a ser adquiridos con bolívares- sino también, para obtener más bolívares por cada dólar de los que recibirían vendiéndole al BCV a la tasa de cambio oficial; recordemos que la última reforma (2005) de la Ley del BCV autorizaba a PDVSA – y lo obligaba- a vender al BCV únicamente las divisas correspondientes para el pago en bolívares de sus impuestos, regalías y dividendos, lo que quiere decir, que PDVSA –y otros entes públicos- podrían dirigir sin restricciones parte de sus activos en divisas a ese mercado, el objetivo depredador del ahorro/inversión de empresas y familias de venezolanos es evidente.
En otras palabras ese proceso de desalineación de la tasa de cambio oficial y de la “tasa de cambio efectiva” puede considerarse como expresión de política cambiaria oficial, o cuando menos como consecuencia no intencionada porque no es desconocido, ni en la literatura económica como tampoco de la evidencia empírica diaria, que la centralización de las actividades económicas, la mutilación del mercado, y el desmantelamiento de los derechos de propiedad, y con ellos del control político del precio de la divisa internacional produce una enorme brecha – entre el dólar oficial y el “dólar permuta”- casi natural, mediante la cual se depredan actividades económicas privadas, todo perfectamente con cabida en la estrategia global del gobierno de acabar con el capitalismo y la propiedad privada sobe activos generadores de riqueza.
alex102@movistar.net.ve
Alexander Guerrero
Economista,PhD (London)
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