«El auténtico rebelde no admite doctrina
política que profesar ni consiente doblegarse por mendrugos, efímera quietud o
merecer el perdón de cierta fábula ridícula» (A. J. U)
«Si BAUDELAIRE dijo que DIDEROT es un autor
sanguinario y POE escritor de los nervios», yo digo que JIMÉNEZ URE de la
muerte» (MC)
En la contraportada del libro Perversos
(«Alfadil Ediciones», 2004) aparece las siguientes palabras que llaman la
atención: «[…] Jiménez Ure usa a sus lectores como campo de su experimento
narrativo que puebla de monstruosas imágenes […]». Recordé una ocasión cuando
interactuaba con Alberto en el «chat» del Facebook, en la cual le dije que «me
había inquietado y estimulado el libro».
Él respondió: «Siempre que incomode, ilumine, despierte o perturbe las
conciencias, la Literatura tendrá sentido».
El comentario me dejó pensativo. Entonces,
concluí durante mi indagación que la obra
jimenezureana, cumple con el designio del genio creador: hacer que el
lector encarnice a los personajes de los cuentos.
El autor de Perversos, agita el espíritu y
explora el poderoso reino de la mente. Ante el libro sucumben los sentidos del
lector: nos trasmite pensamientos buenos o malos. Las experiencias, los deseos,
las motivaciones en el lector harán que se identifique o se comporte como los
personajes que aparecen en Perversos. El parapsicólogo y profesor Roger LUC
MARY sostiene: «[…] El autor que mejor cumple su tarea es aquél que sabe
hacerse olvidar del lector para permitirle a éste que se descubra, que se
reconozca, a fin de dejarle experimentar sólo su capacidad espiritual […]».
(1984: 62).
Alberto JIMÉNEZ URE no es el escritor
«comercial» que escribe para entretener a los lectores. Al contrario, permite
que el lector experimente sus capacidades: goce, disfrute y sea parte de él. De
ahí mi siguiente afirmación: la escritura de URE es para despertar el animal
que llevamos dentro y mirar lo que somos. No es para «pervertirnos», porque nacemos morimos
«pervertidos».
Muchos escritores, investigadores y
académicos han abordado sus obras. Cada uno especula o afirma lo que cree o
considera sobre JIMÉNEZ URE, y seguirán haciéndolo por lo «extraño» de su
literatura. Mientras la Humanidad continúe bajo «la fealdad de sus actos»,
siempre habrá motivos para escribirle «ficciones» que no se alejen de su
«verdadera naturaleza».
Enrique PLATA RAMÍREZ afirma: «[…] Leer a
Jiménez Ure es abordar lo extraño e interpretar, a la vez, descubrir las
distintas variantes de un cosmos único, original […]» (2009: 116).
El
libro Perversos es, sin duda, el espejo de nuestra especie, la más
horrenda del planeta. Los 48 cuentos
recogidos en el libro exponen las angustias de la existencia humana, la
ansiedad ante el porvenir y la obligación de nuestro destino por hallar
reparos. El escritor mantiene la línea destructiva y de cuestionamientos que se
advierte en casi todos sus textos: va más allá de las tramas ficticias, se
empecina en demostrar su «tesis» según la cual el Ser Humano debe
voluntariamente desaparecer del Universo. De este libro he seleccionado tres
cuentos que son interesantes por describir escenas de «horror»,
«suicidio», «muerte», «sarcasmo»,
«venganza», «sátira» y el «poder». Todas las mencionadas, «inmanentes al ser
pensante».
El cuento Metamorfo, la locura y el suicidio
dominan al personaje. Busca la huida en manos de la muerte con planteamientos
filosóficos: «[…] basta que el Hombre desee quitarse la vida para que, de
hecho, no exista. Yo soy por cuanto me afirmo ante la realidad. Quien
auténticamente morir anhela a nada se adhiere […]» (JIMÉNEZ URE, 2004: 52).
El auténtico rebelde no admite doctrina
política que profesar ni consiente doblegarse por mendrugos, efímera quietud o
merecer el perdón de cierta fábula ridícula –sostuvo JIMÉNEZ URE en uno de sus
epifonemas-. Tal vez por eso el Hombre, durante milenios, se ha sentido la especie dominante: la «Razón
y el Deicida». De ahí que desate su
brutalidad cuando hiere o ajusticia al prójimo, y pocas veces se muestra
misericordioso. Si en algún momento lo hiciere no sería por «converso» a
determinada creencia religiosa. Pero, los pocos o muchos exterminadores de su
propia especie saben que no están exentos.
En ese relato llama la atención el uso del
número 11: «[…] regresó con 11 envases llenos y, sentándose frente a su
escritorio, […]» (2004: 52). Otra mención que podemos encontrar: «[…] en 11
ocasiones se levantó de la silla para buscar los envases que yacían en el
refrigerador […]» (2004: 53).
Se cree que el «11» simboliza un plano de
conocimientos y realizaciones. También es el «número de las revelaciones». Pero
es probable que en el cuento el 11 tenga
que ver con «flagelarse», forma elegida por el personaje para escapar de la
existencia. Las 11 ocasiones que se levanta, los intentos de acomodar la soga y
el acto de orinar tres veces le causan placer; puede interpretarse como los pasos
para encontrarse con la muerte. Aunque para llegar a ella tenga primero que
danzarla.
En sociedades caóticas o incesante crisis,
los ciudadanos pueden padecer o exhibir los síntomas del suicida: depresiones
severas, desquicio y manifestaciones violentas contra el «otro». Es la sociedad
de la cual forma parte la que lo incita, porque ella es suicida: […] «-¡calla,
desgraciado, y entra sin ruido a la muerte! -le replicó uno de los vecinos que,
al parecer y coincidentemente, igual ostentaba extrema embriaguez. ¡Mátate ya y
déjanos dormir!» […] (2004: 53).
En el Capítulo 11 del libro bíblico de Juan,
el Numero 11 infiere que «la muerte es un sueño». Al leer el capítulo, Lázaro
ha muerto y Jesús acude a despertarlo del sueño. Luego, ésta acción da pie para
que sus detractores persigan al maestro.
Tal vez el personaje del cuento Metamorfo
quiera dormir en la muerte, y no la ve como un padecimiento o algo
escalofriante. Quizá el personaje tenga conocimientos, instrucción filosófica
sobre lo que significa la muerte. En lugares política y socialmente
insufribles, muchos ciudadanos desean morir. Aunque lo piensen, planeen o
pretendan infligirse daño para su consecución, el miedo a la «muerte» suele
vencer sus propósitos. Es destacable el uso del Número 4 en el cuento: «[…] en
el piso 4, Apartamento A-13, rápidamente, respondió uno de los entremetidos:
tenga cuidado, está furioso […]» (2004: 53). En otra parte, leemos: «[…] Tienes
suerte de que se detenga en el piso 4 […]» (2004: 53).
Los estudiosos en numerología exponen que el
Número 4 es «símbolo del orden y los
valores, que es signo de lo práctico, la lealtad, la rigidez y la represión».
Para los cabalistas, es «orden y autoridad» (Aun WEOR, 1979: 311).
La presencia de gendarmes es símbolo de
autoridad, represión y poder: «[…] de
inmediato, los gendarmes (tres) desenfundaron sus armas: empujaron con sus
pesados cuerpos las rejas y –a balazos-lograron ulteriormente abrir la puerta
principal […]» (JIMÉNEZ URE, 2004: 54).
La obra jimenezureana se caracteriza por describir
la fuerza en las manos de la autoridad y el poder que ella representa. El
accionar de las armas y la manipulación del Hombre mediante su poder es una
forma de mostrar su metamorfosis. Al ser humano, cuando se le da poder, se
«transforma»: cambia, irreversiblemente, para «bien» o para «mal». Aunque las
cantidades de veces sean más para el «Mal». Porque es lo que seduce a «las
malditas almas atormentadas que gobiernan la faz de la tierra».
En el cuento El periodista y la policía del
tránsito, el personaje Ulises Dellmorall Monagas se siente cautivado por
Rosalba (la resguardaleyes). Le expresa su fantasía y anhelo de fornicar con una mujer policía. Él representaría al «pueblo»
que siente deseos por la «autoridad», en la figura de una fémina «uniformada».
¿Cuántas veces hemos visto a mujeres sentirse seducidas por hombres con
uniformes (militares o policías) sólo
porque representarían al «poder». O viceversa, como Ulises Dellmorall
Monagas? ¿Cuántos no ansían tener sexo hasta con monjas? Es decir: en el fondo,
el Ser Humano es masoquista porque le encanta que la autoridad lo tome y
domine. Un «pueblo» inculto es un
pueblo vulnerable y propenso a la
sumisión. Los «pueblos fantaseosos» son proclives a permitir que los ultrajen.
Tarde comprenden que conceden «poder» a violadores. La autoridad es la única
que obtiene, metafóricamente, «satisfacciones»:
«[…] En ese instante a ella le sobrevino un
orgasmo y pitó tan fuerte que enloqueció al periodista. Él sacó su falo, que ya
expelía semen, y le dio un puñetazo en la cara a la bella mujer policía.
Rosalba reaccionó de inmediato: con su arma de reglamento, le apuntó en
dirección a los testículos y disparó dos veces el enorme revólver […]» (JIMÉNEZ
URE, 2004: 68).
Nuestra especie no es fiel en sus actos. Ante
ciertos eventos actúa perversamente. Simbólicamente, el «Poder» toma su
posición ante sus «amados»: ambos «fornican»
y se complacen mutualmente, pero cuando la «autoridad» toca una parte del cuerpo (en este caso el
«Estado») y quienes se revelan ante su
ejercicio, entonces le son cortados sus «testículos». La cosa es que en
lo que va de siglos al ser humano le gusta la perversión: de ahí que tengamos
dementes, maniáticos, desalmados, monstruos que emplean la muerte para acabar
con el «otro». Mario VARGAS LLOSA dice: «[…] el hombre necesita matar, es un
ser predatorio. Comenzó haciéndolo, hace millones de años, porque era la única
manera de sobrevivir, de comer, de no ser matado. Y ha seguido haciéndolo
siempre, en todas las épocas de su historia, de manera refinada o brutal […]»
(2003: 344)
No hay duda que la Especie Humana esta
pervertida. En lo que llevamos de existencia, la muerte y destrucción
gobiernan: son la autoridad. JIMÉNEZ URE nos transmite, muy bien y a fondo, su
videncia. Es un ser trasvasado a otro mundo cuando escribe sus cuentos, por
ello su literatura luce «extraña».
El dignatario es un relato satírico. El autor
lacera, fustiga, nuevamente, la «autoridad y el poder» como principal fuente de
dominación. La que gobierna y cautiva a mentes doblegadas para convertirlas en
servidumbre. Aparece la figura del «caudillo», quien controla la sociedad bajo
sus propios delirios. El personaje principal del cuento, el «Señor Comándate»,
obliga comer sus defecaciones a sus seguidores, adherentes políticos y al
gabinete de gobierno. JIMÉNEZ URE narra escatológico:
«[…] -Con la cuchara sopera, servirás mis
excrementos a los ministros en sus manos. De ese modo, los que conforman el
Poder Ejecutivo demostrarán su lealtad a mi proyecto revolucionario […]» (2004:
120). El «Dignatario» describe el bestialismo de un gobernante autoritario
prototípico que, en cualquier nación del mundo, ejerza demencialmente el poder
y en perjuicio de un pueblo estúpido que lo ovaciona y por él delira. Un
gobierno que ejerce su dominio en una ciudad o país como si fuera un cuartel.
Sabe que la sociedad postrada a sus pies está idiotizada, y que le place
alimentarse con las migajas que da el «Gobierno» sin importarle que sean orines
o materia fecal. La mente de un pueblo inculto lo condena a la servidumbre. El
«Dignatario» gobierna y folla al «vulgo» que somete a penurias de todo tipo.
Porque la perversidad le provoca euforia al «gobernante». JIMÉNEZ URE lo
expresa:
«[…] Fue inenarrable la felicidad
experimentada por el pueblo cuando ingirió el caldo de las entrañas del poder.
El Dignatario de la República Revolucionaria gobernó durante toda su vida y,
similar al Mesías, siempre multiplicó su materia fecal para mantener bien
alimentado a sus seguidores […]» (2004: 121).
En todo el planeta hay seres que «ofrecen su
materia fecal» de forma simbólica mediante el ejercicio de un poder horrendo, y
comenten todas sus delirantes acciones tras emitir pintorescas y aplaudidas
peroratas. La perversidad gana terreno ante el juicio y controla la razón. El
dignatario asemeja al personaje de la novela de Joel D. HIRST, El teniente de
San Porfirio. En su trama el poder obliga obedecer: «[…] el gobierno es la
fuente de toda autoridad, dice el
comandante mientras blande un rifle AK-103 que compró con el dinero de nuestros
impuestos para utilizar en nuestra contra»
(2013: 230).
La Autoridad, el Poder, la Dominación, usa el
Número 04 de forma literal. Ejecuta la posición «sexualmente», monta la
existencia. Sabe que la Especie Humana es pervertida. Por los siglos de los
siglos, el planeta es controlado por «perversos». Ya Moisés, hacia el año 1473,
en las llanuras de Moab, manifestó:
«Déjame ocultar de ellos mi rostro, déjame
ver cuál será su fin después. Porque son una generación de perversidad, hijos
en quienes no hay fidelidad» (Deuteronomio, 32:20).
Es por eso que a JIMÉNEZ URE le repugna la
Especie Humana. En sus obras manifiesta su anhelo por su extinción,
planteamiento al cual adhiero: porque, verdaderamente, hemos desequilibrado la
existencia, y para volver al orden debemos primero desaparecer. En una
entrevista que le hicieran, aparecida por primera vez en el diario Tal Cual
(Caracas, Junio 25 de 2009) Alberto JIMÉNEZ URE expresó:
«[…] Bogo por la desaparición no violenta de
nuestra fracasada y cruel especie. Es imperativo, urgente, que el llamado
Agujero Negro absorba a la materia y todo lo que implica su existencia […]»
Hay mucho por investigar en la estimulante e
interesante obra jimenezureana. Mientras
el mundo siga siendo caótico habrá motivos suficientes para el estudio,
análisis, de la obra literaria de JIMÉNEZ URE: quien pareciera ser un elegido
de otro mundo para denunciar y combatir nuestra especie. Si BAUDELAIRE dijo que
DIDEROT fue un autor «sanguinario» y POE escritor «de los nervios», yo digo que
JIMÉNEZ URE «de la muerte».
[BIBLIOGRAFÍA]
Aun
Weor, Samael: Tarot y Cábala. «Asociación Gnóstica de estudios antropológicos y
culturales», Ciudad de México, México [1979]
Hirst
D, Joel: El Teniente de San Porfirio. «Editorial Grito Sagrado», Buenos Aires,
Argentina [2013]
Jiménez
Ure, Alberto: Perversos. «Ediciones Alfadil», Caracas, Venezuela
[2004]
Plata
Ramírez, Enrique: Las fantasmagorías en Alberto Jiménez Ure. «Ediciones de
Bolsillo, Alcaldía de Libertador», Mérida, Venezuela [2009]
Vargas
Llosa, Mario: El lenguaje de la pasión. «Ediciones Grupo Santillana», Buenos
Aires, Argentina [2003]
Moises
Roberto Cardenas Chacon
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