jueves, 8 de octubre de 2015

LUIS EDUARDO MARTÍNEZ HIDALGO, DELTAICA, PRIMERA PROMOCION

Asistí el pasado viernes, con carácter de padrino, a la graduación de la primera promoción de la Universidad Territorial Deltaica “Francisco Tamayo” que se celebró en el auditorio “Oriwakanoko” de Tucupita. 832 jóvenes de Delta Amacuro y el sur de Monagas –Barrancas, Temblador y Uracoa- recibieron sus títulos profesionales en el marco de una solemne ceremonia que superó con creces a muchas de las que he participado en Universidades de más vieja data –la Deltaica apenas cumplió un año este mes de Septiembre-.

Ingenieros en Informática, Construcción Civil, Agroalimentaria, Licenciados en Contaduría Pública, Administradores, Turismo, Educación Integral, Educación Física y Deportes, Enfermería, exhibieron orgullosos diplomas y medallas frente a familiares felices por el logro alcanzado que en propiedad también lo es de padres, madres, hermanos.
La Universidad Territorial Deltaica “Francisco Tamayo” es parte importante del esfuerzo sostenido por multiplicar la oferta universitaria que en los últimos años se ha dado en lo que pudiéramos calificar la tercera ola masificadora de la educación en Venezuela. La primera ola fue la de Guzmán Blanco que incluido el decreto de educación primaria gratuita, pública y obligatoria, del 27 de Junio de 1870,  intentó sin éxito instruir a una población de analfabetas; la segunda ola fue la de Acción Democrática cuyos Presidentes –Betancourt, Gallegos, Leoni, Pérez y Lusinchi- sembraron escuelas, liceos y universidades en todo el territorio nacional, convirtiendo a la educación en soporte para la reivindicación y el ascenso social de millones; la tercera fue la de Chávez que con las Misiones, la Universidad Bolivariana, la potenciación de la UNEFA y las Universidades Territoriales abrió oportunidades a quienes no las tenían. Es cierto, lo afirma la UNESCO, que Venezuela es el quinto país del mundo por el porcentaje de estudiantes en aulas -83 % de la población sujeta- y en el caso particular del sistema universitario es obligante reconocer que 58,70 % de los cursantes a la fecha lo son en nuevas Instituciones mientras que el 28,26 % estudian en universidades llamemos tradicionales y 13,04 % en las de gestión privada. Los porcentajes señalados son irrebatibles y no puede desdeñarse lo que significan.
Qué los nuevos profesionales de la Deltaica como muchos de los egresados de tiempos recientes no van a conseguir empleos de calidad ni remuneraciones decentes, que el grado obtenido no les garantizará un salto cualitativo en su existencia, es otra cosa y corresponde a un modelo que con realizaciones en algunas áreas –la multiplicación de las oportunidades educativas entre ellas, reitero- ha fracasado estruendosamente en la gestión económica y ahora la social.
Me gustó el discurso de la Rectora de la Deltaica –serio, sobrio, pertinente- con excepción dos apartes que hizo a los cuales respondieron de manera dispar los centenares de asistentes. Refiriéndose a él como Comandante Chávez –nada de eterno ni otra calificación exagerada- destacó el carácter de promotor de la educación del fallecido presidente lo que provocó tímidos aplausos pero ninguna manifestación de rechazo. La mención que inmediatamente después hizo del presidente en ejercicio, arrancó pocos aplausos y unas cuentas pitas, con los cuales preciso estoy en desacuerdo por el carácter académico del acto pero que obviamente muestra lo que es hoy la expresión de la opinión pública venezolana aunque sea en Delta Amacuro, una entidad donde el gobierno ejerce una influencia desmedida en la vida del común.
Que Chávez fue un líder conectado con el pueblo y que pudo exhibir en su momento, más allá del discurso, realizaciones para los que menos tienen, no hay discusión; que los herederos botan todas los días su herencia, es una verdad a todo evento que ha provocado y provoca la deserción de quienes creyeron en la “revolución”. Entender lo primero y lo segundo es clave entre quienes impulsamos el cambio en Venezuela para la construcción de una narrativa que nos permita llegar al alma de los desposeídos que siguen siendo la gran mayoría de los venezolanos y venezolanas.
Chávez ya no vive; pero hay mucho por hacer para que renazca la esperanza entre aquellos que el fracaso del oficialismo ha dejado sin referentes.
Luis Eduardo Martínez Hidalgo
vicerrector.ugma.unitec@gmail.com
@rectorunitecve

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