Durante años, el
presidente Obama hizo caso omiso mientras el gobierno de Venezuela destruía la
economía y democracia de ese país. Ahora que el régimen está en una espiral de
muerte, Obama podría empeorar la situación al darle oxígeno a líderes corruptos
en Caracas que han dilapidado al país y lo han transformado de ser un viejo aliado
en una nueva amenaza.
La administración “está
trabajando para mejorar las relaciones [con Venezuela], impulsados por la
preocupación de que la agitación podría desestabilizar la región”, de acuerdo
con un artículo de Bloomberg publicado el lunes describiendo lo que llama “la
ofensiva del encanto”. “Una de las cosas que busca esta estrategia es prevenir
que Venezuela se convierta en “un narcoestado fallido” que “tiene el potencial
de afectar a países en toda la región.”
“Estados Unidos ha dicho muchas
veces que le gustaría tener una relación normal con Venezuela”, dijo el
secretario de Estado John Kerry el 20 de julio. “Y hemos llevado a cabo un
esfuerzo para tratar de cambiar el diálogo …”. De hecho, uno de los asesores de
más alto rango de Kerry, el Consejero del Departamento Embajador Thomas
Shannon, se ha reunido con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en
varias ocasiones desde abril.
Muchos demócratas
venezolanos se sorprendieron cuando Shannon viajó a Haití en mayo para reunirse
en privado con Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional que, de
acuerdo a varios reportes, está siendo investigado por fiscales federales de
Estados Unidos por ser un capo de la droga. El año pasado, Cabello literalmente
condujo al líder de oposición Leopoldo López a la cárcel por cargos falsos. Él
también se encargó de despojar a la congresista María Corina Machado de su
escaño en la Asamblea Nacional. El hecho de que Cabello también haya sido
implicado con el tráfico de drogas—lo que afecta la seguridad y el bienestar
del pueblo estadounidense—hace aún más inexplicable que un diplomático
estadounidense de carrera considere a Cabello como un interlocutor creíble.
Para justificar esta
“ofensiva”, funcionarios de la administración han asegurado a observadores en
el Congreso que están presionando para que se celebren en la Asamblea Nacional;
que han abogado por la liberación de presos políticos; y que están trabajando
para evitar un colapso sangriento del país. Hasta el momento la estrategia ha fallado
en todos los frentes.
Las elecciones se han
programado para diciembre, pero el partido gobernante está cargando los dados
al excluir oponentes-incluyendo a Machado-de la boleta. López y muchos otros
líderes de la oposición permanecen en prisión y la sangre no ha dejado de
correr en las calles de Caracas a causa de un régimen que destruyó la policía
profesional, desmanteló los tribunales independientes y que utiliza la
violencia como arma política. Ninguno de estos problemas se mejorará al
apaciguar al régimen que creó todos estos problemas.
El presidente Obama cita a
menudo la idea de: “Si quieres hacer la paz no se habla con los amigos, se
habla con los enemigos”—usualmente sin darle crédito al héroe israelí Moshe
Dayan por ese consejo. El problema es que el presidente se rehúsa a actuar
desde una posición de liderazgo, lo que tiene el efecto de empoderar a los
enemigos de Estados Unidos. Como resultado, frente a un enemigo más fuerte, él
insiste en que no tiene otra opción más que el desagravio. Algunos dicen que
esto explica la estrategia de Obama en transformar a Irán en un interlocutor
más poderoso en el Medio Oriente. Y esto sin duda describe su decisión de
continuar “una relación normal” con el régimen destructivo y hostil en
Venezuela.
Es hora de que el gobierno
de Obama rectifique su política respecto a Venezuela. El gobierno debe
denunciar la represión de Maduro y aglutinar a vecinos regionales a fin de
insistir que se erradique la persecución política y las elecciones amañadas.
Obama debería dejar que los fiscales hagan su trabajo al exhibir la
participación de líderes venezolanos con el narcotráfico, lavado de dinero y
corrupción. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos debe agilizarse para
congelar las cuentas de los secuaces corruptos de Cabello y devolver esos
bienes una vez que un gobierno democrático sea elegido para reconstruir el
país.
Diplomáticos
estadounidenses deben revelar plenamente lo que nuestras instituciones de
procuración de justicia han descubierto sobre el papel desestabilizador del
narcoestado en Venezuela. Un régimen que ha sembrado el caos y la corrupción en
Colombia, América Central, el Caribe y México, por mencionar algunos. Es hora
de hablar claro sobre la corrupción desmedida de un régimen que ha saqueado su
tesorería y a la compañía petrolera estatal de Venezuela.
Sí, los gobiernos hacen la paz con sus enemigos. Pero, en este
momento, los Estados Unidos tiene mucho trabajo por delante con sus amigos. En
lugar de salvar a Maduro, Cabello y a sus secuaces nuestros diplomáticos deben
conseguir el apoyo de la región para ayudar a que demócratas venezolanos
decentes puedan recuperar su país.
Roger F. Noriega
@RogerNoriega
El
autor fue embajador de Estados Unidos ante la Organización de los Estados
Americanos y subsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio
Occidental (2001-05). También es investigador visitante en el American
Enterprise Institute y director ejecutivo de Visión Américas LLC, una firma con
sede en Washington, DC que asesora a clientes estadounidenses y extranjeros.
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