Cruda y sin aditivos la realidad venezolana. Viva estampa de un país expoliado por la codicia de los aventureros de la política, prominentes saqueadores del erario nacional. Prepotentes con los fondos públicos.
La corrupción logró exitosamente convertir a un país como Venezuela, con uno de los ingresos en dólares americanos constantes y sonantes por sus exportaciones petroleras envidiables en el mundo, en lo que es ahora con la manifiesta pobreza que exhibe largas colas de hambre a lo largo y ancho de la geografía nacional. Trastocados quienes en uso y abuso del poder, no perdieron tiempo en formar parte de la enseñoreada cúpula de la delincuencia política y con ello de la miseria humana de la corrupción administrativa. Larga lista ya en manos de los organismos que luchan contra la delincuencia internacional. En los Estados Unidos ya, unos cuantos, están bajo régimen especial de control por parte de las autoridades.
Los dineros públicos no estaban a buen resguardo más cuando la ambición del poder tomaba cuerpo en las primeras de cambio. Los buitres al acecho merodeaban las arcas del tesoro nacional y el zarpazo no se hizo esperar. Apetitoso manjar de petrodólares americanos, enloquecieron a fulanos ávidos de cuentas cifradas en bancos de ultramar que les permitiese una vida holgada por demás, libre de apremios y consustanciada con sus procederes de nuevos ricos. Así, todo consumado, para una vida plena del gozo selectivo por el servilismo manifiesto de los prepotentes de la apropiación indebida de los fondos públicos.
Pues bien, ya las cartas están en la mesa y los desvelos dejan huellas imborrables, más cuando el pueblo está en las calles en demanda de libertad y democracia. Tenemos una Venezuela que asume ahora el compromiso trascendente de sus luchas democráticas en función del alto sentido de la responsabilidad administrativa y la reconducción de su proceso político para la reconstrucción nacional. Eso viene dado con la actitud soberana de dictar cátedra contra la corrupción administrativa. En ello está la salvación del país ante las exigentes demandas de la sociedad en general con la severidad del ordenamiento penal venezolano. Acciones pertinentes contra la miseria humana del bandolerismo totalitario.
El país está desbordado de carencias esenciales. Escasean los alimentos y los niños mueren en los centros asistenciales porque no se atienden con premura sus padecimientos ante la escasez de los medicamentos esenciales para atenderlos y evitar fatales desenlaces. Para evitar la muerte de niños que, en la Venezuela de los tiempos de la cordura y la eficiencia asistencial, no sucedía.
Y frente a esta desgracia que vivimos los venezolanos en general tenemos que asumir nuestra responsabilidad como seres racionales: ha llegado la hora de ponerle término a esta desgracia nacional y asumir con creces el compromiso de la salvación de nuestra patria que no merece estar en las condiciones que la ignorancia, el estado perverso de la apropiación de los dineros públicos, así como la pretensión de saber lo que no se sabe y querer administrar la fuente primordial del ingreso nacional cuando la honradez brilla por su ausencia.
Entonces ha llegado el momento de la libertad. Allí está en pueblo en la calle en demanda de sus derechos fundamentales de la existencia, por lo que la unidad nacional es persistencia del pueblo en sus luchas por las libertades públicas y el derecho a la vida.
Rafael Bello
@unidadylagente
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