Adjunto un resumen de una nota
que recibi desde España y que tiene relación con el artículo publicado en la
edición de hoy de La Nación, firmado por Luisa Corradini. Si bien ya se han
publicado diversas notas sobre la actualidad griega y el gobierno de Syriza,
muchas de ellas muestran un absoluto desconocimiento de la realidad. Aparte
algunas han sido de cierta frivolidad que pretendían mostrar al primer ministro
y el ministro de finanzas como "galanes" .... sin propuestas serias
ni concretas.La situación actual de Grecia se
resumen en los puntos de esta nota. Son datos irrefutables que surgen de la
realidad. De esa realidad que no se puede tergiversar. Son los hechos.
Cualquier similitud con nuestro
país . . . es pura coincidencia.
LA RUINA DE GRECIA ES UNA
HISTORIA PLAGADA DE ENGAÑOS,
despilfarros, irresponsabilidad
política y una gran hipocresía social.
Grecia no sólo es un país
quebrado, sino una de las economías más pobres y menos desarrolladas de Europa desde
hace décadas. Y ello, pese a seguir, curiosamente, los dictados de la izquierda
radical, puesto que el Estado heleno se ha caracterizado por ser uno de los más
intervencionistas de Europa (ocupaba el puesto 100 del ranking mundial sobre
facilidad para hacer negocios cuando estalló la crisis del euro) y con uno de
los mayores niveles de gasto público.
Y es que, el origen de la
tragedia griega, muy al contrario de lo que defienden Syriza o Podemos, no
radica en la pretendida austeridad, sino en su desbocado e insostenible sector
público. Grecia fue el país de la UE que más aumentó su gasto público real (un
80% entre 1996 y 2008) y su deuda pública (un 400% superior a sus ingresos
públicos en 2011) durante los felices años de la burbuja crediticia. Pero estas
grandes cifras, siendo relevantes, se tradujeron en hechos muy concretos, cuya
realidad ocultan hábilmente partidos como Syriza en Grecia o Podemos en España.
A continuación, se resumen las
diez grandes vergüenzas de Grecia que la izquierda europea se niega a
reconocer. La ruina helena es una historia llena de mentiras, despilfarros y
una enorme hipocresía.
1. Mintieron sobre el déficit
público.
Lo primero que cabe señalar es
que los políticos griegos ocultaron su déficit público real durante años. Cuando
el nuevo gobierno de Atenas llegó al poder en 2009, se encontró un agujero
fiscal equivalente al 14% del PIB, frente al dato oficial del 3,7% comunicado a
Bruselas.
De un día para otro, el déficit
pasó de 7.000 a cerca de 30.000 millones de euros, casi cuatro veces más. Este
manifiesto engaño evidencia la enorme irresponsabilidad política de los
distintos gobiernos griegos.
2. Atenas recurrió a la banca de
inversión.
La izquierda carga constantemente
contra los mercados, en general, y la malvada banca de inversión, en
particular, pero olvidan que su admirada Grecia recurrió a los financieros de
Wall Street para ocultar sus desastrosas cuentas públicas.
El anterior Gobierno presidido
por Yorgos Papandreu reconoció que Grecia mintió en las cifras de déficit y
deuda para entrar en el euro y, por tanto, ofreció datos falsos hasta 2009,
valiéndose, entre otros, de los servicios de Goldman Sachs. A este respecto,
cabe señalar que el hoy presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario
Draghi, dirigía las operaciones de Goldman en Europa en 2002, cuando Grecia
inició sus fraudulentas operaciones de ingeniería financiera.
3. El Estado causó la quiebra de
la banca.
Otra verdad incómoda es que, en
el caso de Grecia, la quiebra de la banca fue responsabilidad directa del
Estado heleno, no al revés. Las entidades financieras se cargaron de deuda
pública helena durante los años de la burbuja para financiar el enorme y
suntuoso gasto de los distintos gobiernos. Por ello, la banca griega entró en
quiebra cuando se aplicó una quita del 50% sobre los bonos helenos en manos de
los acreedores privados en 2011, tras acordar el segundo plan de rescate con la
troika.
Posteriormente, Europa tuvo que
inyectar dinero extra para salvar los depósitos de Grecia. Es decir, los depositantes
griegos fueron rescatados con el dinero de los contribuyentes europeos a través
de la troika, después de que la insolvencia de Atenas arrastrara a la banca
nacional a la quiebra.
4. Vida a todo tren, pero con el
dinero de otros.
Durante la burbuja, Grecia vivió
muy por encima de sus posibilidades reales, recurriendo a una ingente deuda
pública para poder financiar ese insostenible nivel de gasto. Más de la mitad
de la economía griega dependía, de una u otra forma, del maná estatal, creando
así una gran estructura clientelar a base de enchufes, corrupción y
subvenciones. Algunos ejemplos:
Durante años, y pese a tener un
PIB per cápita muy inferior al de España, el salario mínimo en Grecia era un
50% superior.
Durante décadas, cuando un
partido llegaba al poder enchufaba a gente en el sector público a cambio de su
voto, acrecentando de forma insostenible la plantilla estatal.
El Hospital Evagelismos, uno de
los principales de Atenas, por ejemplo, llegó a tener en nómina a 45 jardineros
para cuidar de las cuatro macetas de su entrada; algunos organismos públicos
contaban con 50 conductores por cada coche; un antiguo ministro de Agricultura
creó una unidad no contabilizada que daba empleo a 270 personas para
digitalizar las fotografías de las tierras públicas griegas, sin que ninguno de
los contratados tuviera experiencia en fotografía digital, ya que eran
carteros, peluqueros, agricultores y, en general, afiliados del partido...
El gasto en educación, sanidad y
política social fue, de lejos, el que más aumentó hasta el estallido de la
crisis de deuda, superando el 31% del PIB en 2012.
Además, Grecia, el gran referente
de la izquierda radical, era el país de la UE que más dinero destinaba a gasto
militar antes de la crisis, con una media superior al 4% del PIB.
5. Exceso de funcionarios e
ineficiencia.
El empleo público es, sin duda,
uno de los grandes paradigmas del despilfarro griego.
- Durante la burbuja, Atenas ni
siquiera sabía cuántos empleados tenía en nómina: los sindicatos estimaban unos
700.000, mientras el Gobierno hablaba de 800.000; pero, sumando los contratos
temporales, la cifra superó el millón de personas en 2007, equivalente al 10%
de la población y a casi el 20% de la fuerza laboral del país.
- Ganaban una media de 1.350
euros mensuales, superando el sueldo medio existente en el sector privado. Pero
lo relevante es que la ganancia real de los empleados púbicos era muy superior:
además de cobrar dos pagas extra, recibían pluses y remuneraciones adicionales
aduciendo todo tipo de excusas, como llegar al trabajo en el horario previsto,
presentarse correctamente vestido, usar ordenador o hablar idiomas. Los guardas
forestales, por ejemplo, recibían un plus por trabajar al aire libre.
- Sumando todas las extras, los
funcionarios de Grecia llegaron a ganar de media más de 70.000 euros al año
frente a los 55.000 euros de Alemania.
- Asimismo, los funcionarios
también disfrutaban de una pensión vitalicia de 1.000 euros mensuales para las
hijas solteras de empleados fallecidos, entre otros muchos privilegios y
prebendas.
- Grecia tenía cuatro veces más
profesores que Finlandia, el país que mejor nota saca en el Informe PISA de
calidad educativa, pero esa superpoblación de docentes sólo le ha servido para
estar entre los países europeos con peor nivel en casi todas las pruebas de
Enseñanza. Muchos griegos que envían a sus hijos a las escuelas públicas tienen
que contratar luego profesores particulares de refuerzo.
- Otro dato curioso es que su
Sanidad pública era de las que más invertía en suministros, superando la media
de la UE, sin que los griegos sufrieran más enfermedades que el resto de
europeos. ¿Razón? Uno de los muchos escándalos destapados durante estos años es
que era tradición entre médicos y enfermeras salir de los hospitales cargados
con todo tipo de material higiénico y sanitario...
6. Empresas públicas, el culmen
del despilfarro.
Sin embargo, más allá del
desproporcionado número de funcionarios, sus suculentos sueldos o la grave
ineficiencia de los servicios públicos, el culmen del despilfarro era su
sobredimensionada estructura estatal a base de cientos de empresas, organismos
y entidades inútiles. Basta señalar algunos ejemplos para percatarse de dicho
despropósito:
El sueldo medio en la Renfe
griega llegó a superar los 70.000 euros al año, incluyendo las profesiones de
baja calificación. Sus ingresos operativos apenas rondaban los 100 millones al
año, mientras que sus gastos alcanzaban los 700 millones.
"Hace veinte años, un
próspero empresario llamado Stefanos Manos, nombrado después ministro de
Finanzas, señaló que sería más barato meter a todos los pasajeros de los
ferrocarriles griegos en taxis: sigue siendo verdad", tal y como detalla
Michael Lewis en su libro Boomerang: Viajes al nuevo tercer mundo europeo,
publicado por Deusto, en donde explica buena parte de los desmanes helenos
cometidos durante la burbuja.
El presupuesto del metro de
Atenas rondaba los 500 millones de euros al año, mientras que los ingresos en
taquilla apenas alcanzaban los 90 millones.
Grecia también creó un comité
para gestionar el Lago Kopais, a pesar de que se secó en 1930.
Tras el rescate de la troika,
Atenas anunció la eliminación o fusión de 75 organismos públicos en los que
trabajan más de 7.000 personas y que, anualmente, recibían 2.700 millones de
euros en subvenciones (unos 386.000 euros por cada empleado).
7. Jubilación de oro.
Hasta el estallido de la crisis,
los griegos se podían jubilar con poco más de 61 años, cobrando casi el 96% de
su sueldo, siendo uno de los sistemas de pensiones públicas más generosos (e
insostenibles) de la UE.
Pero es que, además, en Grecia
existían cerca de 600 categorías laborales que, alegando motivos de salud,
podían optar a la jubilación anticipada, establecida en 50 años para las
mujeres y 55 para los hombres. Y entre estos últimos beneficiados había todo
tipo de profesiones, desde peluqueros hasta trompetistas, flautistas,
cocineros, masajistas e incluso presentadores de televisión, entre otros.
Precisamente por ello, los
griegos disfrutaban de la mayor esperanza de vida tras la jubilación, y no
porque vivieran más, sino porque se jubilaban mucho antes. En concreto,
mientras la media de la OCDE es de 18,5 años tras el retiro (en España es de
17,9), los helenos gozaban de más de 24 años de plácida existencia tras la jubilación,
a base, eso sí, de pedir prestado un creciente volumen de dinero a los mercados
en forma de deuda pública.
Además, el control sobre la
gestión de las pensiones era inexistente. Durante la crisis, se han detectado
miles de familias que cobraban jubilación años después de que fallecieran sus
titulares o prestaciones de desempleo sin tener derecho a ello.
8. Sobornos y evasión fiscal.
Grecia también destaca por
liderar todos los indicadores de evasión fiscal a nivel europeo. Antes de la
crisis, uno de cada cuatro trabajadores no pagaba nada en impuestos, de modo
que las arcas públicas dejaban de ingresar entre 15.000 y 20.000 millones de
euros al año.
Prueba de ello es que, antes de
la crisis, menos de 5.000 contribuyentes griegos, en una población total de
casi 12 millones, reconocían cobrar más de 100.000 euros al año. Lewis, por
ejemplo, explica en su obra que dos tercios de los médicos privados no pagaban
ni un euro de impuestos, ya que declaraban unos ingresos de menos de 12.000
euros al año, el umbral mínimo para empezar a tributar.
Además, los sobornos estaban a la
orden del día. Algunos estudios señalan que los griegos se gastaban unos 800
millones de euros al año en mordidas para evitar el pago de multas o para que
los funcionarios hicieran la vista gorda, incluyendo los inspectores fiscales.
Por poner tan sólo un ejemplo, el Ministerio de Hacienda despidió hace escasos
años a 70 funcionarios con un patrimonio inmobiliario medio de 1,2 millones,
cuando su sueldo no superaba los 50.000 euros.
Otro dato llamativo es que la
proporción de autónomos en Grecia era también de las más altas de la UE, y no
porque fueran especialmente emprendedores, sino por la facilidad de ocultar
ingresos al Fisco. Por si fuera poco, en años electorales, como 2009, la recaudación
bajaba de forma muy sustancial (hasta el 30%), con independencia de cómo
evolucionara el PIB, ya que los políticos, sobre todo a nivel local, solían
perdonar el pago de impuestos como forma de comprar votos.
9. Deuda pública desbocada.
Como consecuencia, toda esta
borrachera de gasto y despilfarro estatal se financió emitiendo deuda. Grecia
fue el país que más recurrió a la deuda pública durante la época de burbuja y,
por ello, su factura anual en el pago de intereses superó, hasta el segundo
rescate a Grecia, el 12% de los ingresos públicos (en 2011, antes del rescate
alcanzó, el 17%), mientras que en Alemania dicha factura se ha mantenido
estable en el 6% de todos los ingresos públicos.
10. Pueden pagar, pero no
quieren.
Syriza y Podemos reclaman ahora
una nueva quita soberana, pese a que el Estado heleno se endeudó
voluntariamente para cometer todos los excesos descritos anteriormente, en
lugar de que Grecia asuma su responsabilidad y pague lo que debe.
Aunque muchos dicen que es
imposible, lo cierto es que, según el Banco Central Europeo (BCE), Atenas posee
una enorme cartera de activos públicos, cuyo valor estimado asciende a 300.000
millones de euros, incluyendo empresas, infraestructuras, acciones,
participaciones, suelo y todo tipo de bienes inmuebles. Además, Grecia también
podría vender islas, playas, oro y hasta monumentos si es necesario con tal de
cumplir sus compromisos y evitar el doloroso estigma de la quiebra y posible
salida del euro.
Pero ni siquiera haría falta
llegar tan lejos: si Atenas redujera el peso del Estado a la mitad (unos 60.000
millones), con la consiguiente privatización de pensiones, sanidad y educación,
y vendiera el 50% de sus activos públicos (otros 100.000 millones por lo bajo)
su deuda quedaría reducida al 70% del PIB; ello, unido a un compromiso serio de
equilibrio presupuestario (déficit cero) y a un ambicioso plan de reformas para
liberalizar la economía y bajar impuestos, permitiría reducir aún más su
endeudamiento a medio plazo por la vía del crecimiento económico. Grecia puede
pagar, lo que pasa es que no quiere y, por lo tanto, todo apunta a que no lo
hará.
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