Nací y crecí en un
hogar cristiano; fui educado y formado bajo los preceptos de esa religión, no soy
practicante de ella, por tanto, no asumo dogmáticamente la defensa de
las acciones y/u omisiones de la iglesia católica y sus dirigentes.
Dicho esto, debo
reconocer que la gira por Cuba y Estados Unidos del Papa Francisco ha sido un
verdadero éxito. Su mensaje tanto en lo ecuménico, lo político y diplomático ha
logrado plenamente los objetivos de la visión y rol que, a juicio del
Pontífice, debe observar y jugar la institución que dirige y representa.
Durante su gira, con responsabilidad y acierto y usando un lenguaje persuasivo
y firme, abordó los grandes y graves problemas que confrontan la humanidad como
un todo y particularmente las sociedades modernas, igualmente, ofreció sus
apreciaciones sobre los mismos y demandó de las autoridades, parlamentarios,
organizaciones sociales y público en general la asunción, con absoluta
transparencia y tolerancia, de las responsabilidades que les correspondan para
paulatina y conjuntamente tratar de encontrar eventuales soluciones a las
dificultades que enunciara, en beneficio de la dignidad del hombre,
especialmente, de los más necesitados y desposeídos.
Durante su periplo, ha tenido especial relevancia, y así ha sido destacado por los medios y redes sociales, la condición de "buen oficiante" del Papa para la normalización de las relaciones USA-Cuba. Es evidente que ambos países, se han exigido mutuamente la adopción progresiva de determinadas acciones que faciliten y conduzcan a la esperada normalización; tales acciones no son de fácil aceptación e instrumentación política, por tanto, la participación del buen oficiante, en esas ocasiones, resulta clave para desanudar entuertos negociadores y respaldar y fortalecer con su fuerza moral las diligencias, para su puesta en práctica, que realicen las autoridades e institucionalidad de ambos países.
El adecuado desempeño de tan delicada y
compleja función,le exige al Papa actuar con mucha cautela y estar consciente
que su imparcialidad y la percepción que
de ella tengan sus interlocutores, son el mejor respaldo para hacer efectiva su
participación. En tal sentido, conversar con los hermanos Castro, obviando
pública y transitoriamente sus crímenes y no conversar con la disidencia al
régimen pareciera que fueron acciones políticas del Papa, contempladas en su
estrategia y realizadas con miras a facilitar al gobierno cubano la adopción de
las medidas exigidas por los Estados Unidos para levantar el embargo. Las
críticas y reacciones negativas sobre las referidas acciones pontificias que
han manifestado algunos grupos e individualidades, representan el costo
político de la estrategia que el Papa consideró conveniente instrumentar para
que no sufriera menoscabo el inconmensurable servicio que está prestando al
sufrido pueblo cubano para contribuir a
aliviar sus carencias materiales y falta de libertades. Asimismo, el
Papa sabe que Raúl Castro detenta nominalmente el poder y que la influencia y
capacidad de coacción de su hermano mayor en las decisiones del estado cubano,
aún siguen vigentes; de allí, que las iniciativas papales para que la
distención con USA resulten positivas y convenientes, necesitan de la anuencia
de los hermanos y por ello, debe conversar y negociar con cada uno de ellos.
Nadie, salvo los actores involucrados, conoce el contenido y orientación de las
conversaciones que, en esta etapa de las negociaciones, sostuvo el Papa con la
"nomenklatura"cubana, por tanto, resulta injusta y desventurada la
especulación que le atribuye al Pontífice determinadas falencias u omisiones
para descalificar su accionar político.
En cuanto a los
Estados Unidos, la cálida, multitudinaria, amplia y alegre recepción al tiempo
del gran apoyo logístico que la administración Obama le ha dispensado a la
visita del Papa Francisco, hacen evidente la aceptación y el respeto que le
merecen el personaje y la intermediación de éste, en las conversaciones que
mantienen con Cuba para normalizar las relaciones bilaterales.
La satisfacción
del Presidente Obama de haber podido contar con tan importante y eficiente
aliado en el desarrollo y consecución de las metas establecidas para sus
políticas interna y exterior, lo ha
expresado de diversas formas durante la visita del Papa. No cabe duda
alguna que durante las conversaciones privadas que el Papa ha sostenido con el
Presidente Obama, le ha transmitido a éste las más recientes posiciones de la
Cuba castrista sobre el tema bilateral, al tiempo, que le ha hecho saber el
pensamiento y recomendación papal sobre las mismas.
Igualmente, las reflexiones
del Pontífice sobre los derechos de los inmigrantes y la preservación del medio
ambiente han sido coincidentes con la visión del Presidente Obama sobre esos
acuciantes temas de la política norteamericana y de la agenda de la actual
administración de ese país.La amplia cobertura que los medios norteamericanos
han dispensado a las actividades programadas en la agenda del Papa, resaltan la
importancia que le han asignado al ilustre visitante y destacan el interés
que la opinión pública de ese país le ha
otorgado al contenido de su discurso; esto, contrasta fuertemente con la escasa
atención que el referido conglomerado mediático le ha brindado a la visita
oficial, que durante estos mismos días, realiza el Presidente de la República
Popular China.
Por otra parte, las
organizaciones que agrupan al movimiento disidente cubano, tanto en aquel país
como el residenciado en USA, han hecho
algunas críticas a las supuestas omisiones incurridas por el Papa durante su
visita a Cuba, no obstante, han expresado confianza en la gestión realizada y en la que
realizará en el futuro inmediato, el jefe de la iglesia católica y
abrigan esperanzas que éstas lleguen a feliz término para facilitar la
reconciliación y el reencuentro de las familias cubanas.
Hagamos votos que los buenos oficios papales realizados y por realizar por el Papa
en Cuba y USA fructifiquen y, más pronto que tarde, se alcance el insoslayable entendimiento
recíproco que no solo favorecerá a los países involucrados y a sus pueblos sino
que también extenderá sus positivos influjos al resto de nuestro continente.
Las calles y avenidas de La Habana,
Washington,D.C, Nueva York y Filadelfia se colmaron de personas ávidas de ver y
escuchar al representante de Dios en la tierra y aclamaron con gran fuerza y
entusiasmo al portador de un mensaje diferente, pletórico de amor, sentido de
equidad, esperanzas y de exigencia de un tratamiento digno y justo para los
individuos y los pueblos. Sus detractores, que los hubo, fueron una minoría
poco significante.
La acción política de los Papas constituye una
parte fundamental de sus mandatos. En muchas oportunidades tiende a solaparse
tal función con la parte espiritual, de pastoreo de almas y de acción social
que también deben realizar; esta yuxtaposición de funciones a veces confunde y
genera juicios de valor, desde la vertiente ideológica de los opinadores, sobre
la prioridad que los Pontífices deben asignar a su gestión.
Pero, por sobre
cualquier otra consideración, Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, durante
su gira, con gran estilo y asertividad dio al César lo que es del César y a
Dios lo que es de Dios.
Pedro Luis Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria
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