jueves, 6 de agosto de 2015

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, LA PUERTA DE SALIDA

El súmmum para un profesional es anticipar su retiro, el arte de las personas de éxito consiste en transformar sus vivencias en experiencias positivas. Algo que no comprenden muchos funcionarios del régimen, aferrados patéticamente a lo que ya no son. Todos tenemos algo que aprender de lo que somos, lo que fuimos y lo que dejamos de ser, no se confundan no planteo un final triste sino creativo. Tener visión para retirarse o corregir el rumbo es el secreto del éxito, para ello es necesario anticipar.

El venezolano lo sabe, el futuro ya no es rojo, solo ellos parecen no anticiparlo, por eso la salida puede ser traumática, como suele ser, de parte de quien se aferra a un imposible para lo que no estaba preparado. Pueden utilizar la fuerza, las armas, la bota militar, la represión, los colectivos, la persecución, el exilio, las inhabilitaciones, la muerte, con las terribles consecuencias que ello conlleva. Sin embargo en el fondo lo intuyen, conocen su incapacidad, perciben que el final está cerca y por eso tanto temen.
Las hipótesis son muchas, ¿Lograremos hacer respetar los resultados electorales? ¿Darán el golpe los militares buenos o los malos? ¿Traicionará Cabello a Maduro o al revés? Son las preguntas que quitan el sueño a muchos. Jaua aparece destemplado gritando ¡aquí estoy! ¡No me olviden! tratando de ganar puntos para suceder a uno de los dos… por el que mejor le ofrezcan. Quién tomará la puerta de salida? Se miran de reojo, esperando el momento oportuno en que el otro baje la guardia. Y si nosotros aprovecharemos la puerta abierta, para que la crucen los tres, juntitos como merecen… compartiendo destino.
La revolución bolivariana es una caricatura, un mal chiste si no fuera por lo trágico, Son como antiguos “cerrajeros que se reconvirtieron en ladrones”, no fueron honestos, no supieron anticipar su salida y ser creativos, como malos responsables tomaron el camino equivocado de la represión. Perdieron la confianza de la gente y en la gente, desconfían hasta de sus sombras, intentan arreglos desesperados, dispuestos a vender el alma, con grupos políticos, extranjeros y militares.
La palabra la tienen… ahora, los ciudadanos. Permaneceremos inmóviles hasta que los acontecimientos sucedan, o daremos el empujón para que salgan como quisiéramos. Es necesario asumir riesgos, actuar, recuperar la confianza para poder trasmitirla, despertar esperanzas, llegar allí donde reside la soberanía. Si aspiramos de alguna manera garantizar los resultados.
La oposición debe transformar la visión de su mensaje, no se trata tan solo cambiar un régimen, es preciso vislumbrar un futuro en el que se proyecten todos, de lo contrario se estrellará frente al temor, la indiferencia o la limosna. No basta con afirmar que somos diferentes, necesitamos hacerlo sentir.
El país necesita más que un cambio de nombres, o un poco más de libertades. Necesita de manera urgente modernizar un sistema decadente, para transformarlo en uno que garantice la potencialidad de todos y se adecue a las nuevas realidades. Tenemos que comenzar por defender a los nuestros, no de fachada sino con toda el alma. ¿Quién puede confiar en el que descuida su familia? La verdadera unidad comienza en el corazón, antes de materializarse en una tarjeta de votación.
Es preciso explicar lo que logramos con cada paso que damos, la gente tiene que sentir como avanza en sus objetivos, porque él es parte del proceso. Pues no se trata de “ellos y nosotros” sino de todos juntos. Indispensable señalar las dificultades que se enfrentaran, la sociedad comprende que es más fácil destruir que construir. Todo se encuentra por el suelo, responsablemente debemos explicar cómo contamos reconstruir, debemos implicar la población y hacerla responsable.
El desastre no tiene justificación, la rectificación es urgente, el ¿cómo? es lo que debemos comunicar, basta de propaganda, de derroche manipulador, tendremos que sustituir publicidad y promesas por realizaciones; expropiaciones y abandono por inversión y producción… y el “bachaqueo” por trabajo. Acabar con el delito, la corrupción, el abuso de poder, la traición a la patria y el narco tráfico, ninguna de esas conductas puede quedar impune. La seguridad personal, el trabajo y la educación deben ser algo natural, a lo que todos los venezolanos debemos tener acceso, así como a los estudios y la seguridad jurídica.
Será necesario contar con muchos de los que se fueron, recuperar el prestigio internacional, asegurar inversiones para crear trabajo. Sobre todo revisar los oscuros compromisos que contrajo un régimen que buscó destruir nuestra democracia, empobrecernos y someternos. Las instituciones deberán estar de nuevo al servicio de la comunidad y no de un partido, recuperar la democracia implica la separación de poderes, el respeto a los resultados electorales y condiciones de vida que aseguren el respeto de nuestros derechos.
Vacunados contra la mentira, la ineptitud, la vulgaridad y el militarismo, entendemos que la solución pasa por la sociedad civil, por recuperar los valores, aplicar las nuevas tecnologías y diseñar una sociedad moderna, competitiva y productora de bienes y servicios, estableciendo como prioridad terminar con la violencia y alcanzar el clima de paz, necesario para la convivencia y el desarrollo sustentable.
No existe solución sin rectificación, sin reconocimiento de que estamos mal, sin intención de dialogo, sin corregir los errores. Del gobierno no podemos esperar otra actitud, llegaron al poder cabalgando sobre un mensaje de violencia y odio, su única estrategia consiste en más de lo mismo, promesas falsas, utilizar las reservas para contar con efectivo en las elecciones, endeudar hasta el infinito el país para financiar sus campañas proselitistas, amenazar, utilizar los colectivos y las armas, perseguir a todo el que critique, destituir ilegalmente a representantes electos e inhabilitar candidatos.
Si aspiramos a otro modelo de sociedad, si queremos recuperar la viabilidad como país, tenemos que obligarlos a tomar la puerta de salida. Solo así podremos exorcizar el país del mal que quiso apoderarse de nuestras vidas un 4 de febrero, durante una nefasta intentona golpista, que si bien no logró sus objetivos y los rebeldes se rindieron, catapultó a un oscuro ser habitado por el odio, aquel del lenguaje ordinario y agresivo, el de los insultos y las amenazas, el que pidió un “millardito” y terminó arruinando el país, el que permitió a los Castros gobernarnos, el que vivió y viajó como un jeque, el que dejó como herencia los frutos de su obra… el desastre nacional que ahora tenemos que reconstruir.

Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher

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