El
súmmum para un profesional es anticipar su retiro, el arte de las personas de
éxito consiste en transformar sus vivencias en experiencias positivas. Algo que
no comprenden muchos funcionarios del régimen, aferrados patéticamente a lo que
ya no son. Todos tenemos algo que aprender de lo que somos, lo que fuimos y lo
que dejamos de ser, no se confundan no planteo un final triste sino creativo.
Tener visión para retirarse o corregir el rumbo es el secreto del éxito, para
ello es necesario anticipar.
El venezolano lo sabe, el futuro ya no es rojo, solo
ellos parecen no anticiparlo, por eso la salida puede ser traumática, como
suele ser, de parte de quien se aferra a un imposible para lo que no estaba
preparado. Pueden utilizar la fuerza, las armas, la bota militar, la represión,
los colectivos, la persecución, el exilio, las inhabilitaciones, la muerte, con
las terribles consecuencias que ello conlleva. Sin embargo en el fondo lo
intuyen, conocen su incapacidad, perciben que el final está cerca y por eso
tanto temen.
Las hipótesis son muchas, ¿Lograremos hacer respetar
los resultados electorales? ¿Darán el golpe los militares buenos o los malos?
¿Traicionará Cabello a Maduro o al revés? Son las preguntas que quitan el sueño
a muchos. Jaua aparece destemplado gritando ¡aquí estoy! ¡No me olviden!
tratando de ganar puntos para suceder a uno de los dos… por el que mejor le
ofrezcan. Quién tomará la puerta de salida? Se miran de reojo, esperando el
momento oportuno en que el otro baje la guardia. Y si nosotros aprovecharemos
la puerta abierta, para que la crucen los tres, juntitos como merecen…
compartiendo destino.
La revolución bolivariana es una caricatura, un mal
chiste si no fuera por lo trágico, Son como antiguos “cerrajeros que se
reconvirtieron en ladrones”, no fueron honestos, no supieron anticipar su
salida y ser creativos, como malos responsables tomaron el camino equivocado de
la represión. Perdieron la confianza de la gente y en la gente, desconfían
hasta de sus sombras, intentan arreglos desesperados, dispuestos a vender el
alma, con grupos políticos, extranjeros y militares.
La palabra la tienen… ahora, los ciudadanos.
Permaneceremos inmóviles hasta que los acontecimientos sucedan, o daremos el
empujón para que salgan como quisiéramos. Es necesario asumir riesgos, actuar,
recuperar la confianza para poder trasmitirla, despertar esperanzas, llegar
allí donde reside la soberanía. Si aspiramos de alguna manera garantizar los resultados.
La oposición debe transformar la visión de su
mensaje, no se trata tan solo cambiar un régimen, es preciso vislumbrar un
futuro en el que se proyecten todos, de lo contrario se estrellará frente al
temor, la indiferencia o la limosna. No basta con afirmar que somos diferentes,
necesitamos hacerlo sentir.
El país necesita más que un cambio de nombres, o un
poco más de libertades. Necesita de manera urgente modernizar un sistema
decadente, para transformarlo en uno que garantice la potencialidad de todos y
se adecue a las nuevas realidades. Tenemos que comenzar por defender a los
nuestros, no de fachada sino con toda el alma. ¿Quién puede confiar en el que
descuida su familia? La verdadera unidad comienza en el corazón, antes de
materializarse en una tarjeta de votación.
Es preciso explicar lo que logramos con cada paso
que damos, la gente tiene que sentir como avanza en sus objetivos, porque él es
parte del proceso. Pues no se trata de “ellos y nosotros” sino de todos juntos.
Indispensable señalar las dificultades que se enfrentaran, la sociedad
comprende que es más fácil destruir que construir. Todo se encuentra por el
suelo, responsablemente debemos explicar cómo contamos reconstruir, debemos
implicar la población y hacerla responsable.
El desastre no tiene justificación, la rectificación
es urgente, el ¿cómo? es lo que debemos comunicar, basta de propaganda, de
derroche manipulador, tendremos que sustituir publicidad y promesas por
realizaciones; expropiaciones y abandono por inversión y producción… y el
“bachaqueo” por trabajo. Acabar con el delito, la corrupción, el abuso de
poder, la traición a la patria y el narco tráfico, ninguna de esas conductas
puede quedar impune. La seguridad personal, el trabajo y la educación deben ser
algo natural, a lo que todos los venezolanos debemos tener acceso, así como a
los estudios y la seguridad jurídica.
Será necesario contar con muchos de los que se
fueron, recuperar el prestigio internacional, asegurar inversiones para crear
trabajo. Sobre todo revisar los oscuros compromisos que contrajo un régimen que
buscó destruir nuestra democracia, empobrecernos y someternos. Las
instituciones deberán estar de nuevo al servicio de la comunidad y no de un
partido, recuperar la democracia implica la separación de poderes, el respeto a
los resultados electorales y condiciones de vida que aseguren el respeto de
nuestros derechos.
Vacunados contra la mentira, la ineptitud, la
vulgaridad y el militarismo, entendemos que la solución pasa por la sociedad
civil, por recuperar los valores, aplicar las nuevas tecnologías y diseñar una
sociedad moderna, competitiva y productora de bienes y servicios, estableciendo
como prioridad terminar con la violencia y alcanzar el clima de paz, necesario
para la convivencia y el desarrollo sustentable.
No existe solución sin rectificación, sin
reconocimiento de que estamos mal, sin intención de dialogo, sin corregir los
errores. Del gobierno no podemos esperar otra actitud, llegaron al poder
cabalgando sobre un mensaje de violencia y odio, su única estrategia consiste
en más de lo mismo, promesas falsas, utilizar las reservas para contar con
efectivo en las elecciones, endeudar hasta el infinito el país para financiar
sus campañas proselitistas, amenazar, utilizar los colectivos y las armas, perseguir
a todo el que critique, destituir ilegalmente a representantes electos e
inhabilitar candidatos.
Si aspiramos a otro modelo de sociedad, si queremos
recuperar la viabilidad como país, tenemos que obligarlos a tomar la puerta de
salida. Solo así podremos exorcizar el país del mal que quiso apoderarse de
nuestras vidas un 4 de febrero, durante una nefasta intentona golpista, que si
bien no logró sus objetivos y los rebeldes se rindieron, catapultó a un oscuro
ser habitado por el odio, aquel del lenguaje ordinario y agresivo, el de los
insultos y las amenazas, el que pidió un “millardito” y terminó arruinando el
país, el que permitió a los Castros gobernarnos, el que vivió y viajó como un
jeque, el que dejó como herencia los frutos de su obra… el desastre nacional
que ahora tenemos que reconstruir.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher
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