miércoles, 12 de agosto de 2015

EGILDO LUJAN NAVAS, DEPENDENCIA PETROLERA O REVOLUCIÓN VERDE, FORMATO DEL FUTURO…

La situación económica y política de Venezuela está hoy más sujeta y amenazada que nunca, por el divorcio que insiste en mantener el país aislado de la comunidad internacional y de la inevitable interdependencia que representan los intereses globales.

Pretender vivir eternamente de consignas altisonantes, en el medio de eternas proclamas relacionadas con la falsa creencia de que se es una gran potencia, o pregonar fechas cargadas de promesas relacionadas sobre cuándo la nación será un país desarrollado, a conciencia de que no se hace lo debido para llegar hasta allí, no pasa de ser  barniz en una pobrísima magalomanía.

No se puede ser potencia, no se puede hablar de soberanía, tampoco de independencia, mucho menos de desarrollo si se insiste en ignorar la globalización, a la vez que se recurre ostentosamente a lo que sucedió hace ya más de 200 años, para justificar derechos a vivir en condiciones ausentes del presente y de los retos del futuro.

Venezuela se empeña en aislarse del mundo para que los vecinos no se percaten del sucio y de los malos olores que expele la carencia de condiciones para ser indiscutible e innegablemente potencia, soberana, autónoma, plenamente libre. Y eso sucede mientras el entorno internacional ofrece sus aportes para que el país-pedante pueda algún día ser una auténtica nación con posibilidades de llegar a coronar la posibilidad de potencia, de ser realmente soberana, libre de su obligado sometimiento cultural a negarse a velar por la importancia del futuro, porque está más ocupada –interesadamente- y dedicada a rendirle culto a su pasado.

Preocupa que la conducción del país no incluya la importancia de saber capitalizar la oportunidad histórica de pasar a formar parte clave del rompe cabezas mundial. Y, desde luego, inquieta que prevalezca en todo y para todo la monodependencia  de la utilidad del producto bandera, el petróleo, como tabla de salvación económica, pero también como única fuente motivacional  para mantener la visión política de la futura conducción política del país. Es como que si para todos los que se ocupan de hacer y vivir de la política, no hubiera otro recurso distinto a él, aun cuando la matriz energética mundial insiste en precisar que el recurso petrolero pudiera estarse convirtiendo en una alternativa con una vida en vías de inutilidad extrema, no más allá de los próximos 25 años. Bastaría con evaluar el alcance de los últimos anuncios hechos en los más recientes días en este orden de ideas, para entender qué está planteado realmente en contra de las causas del calentamiento global.

La concientización sobre las consecuencias del calentamiento global es cada día más importante. Entenderlo es lo que, precisamente, está permitiendo que los usuarios del petróleo y demás fuentes energéticas de origen fósil, asuman que lo inteligente hoy no es hacer del bajo precio un motivo para el uso irracional, del derroche. Asimismo, a los productores les está prácticamente vetado sólo pretender conquistar y preservar la mayor cuota del mercado consumidor, recurriendo a una oferta constante y creciente.

Venezuela proyecta continuar su desarrollo petrolero desde la Faja del Orinoco. Y lo hace argumentando que allí está ubicado el "yacimiento más grande del mundo de petróleos extrapesados", y con el que, en el más breve  plazo, pudiera alcanzar una producción diaria de 4 millones de barriles. Para llegar hasta allí, se requiere una inversión aproximada de 141 millardos de dólares; es decir, una cantidad de la que no dispone el país y que no los puede captar, mientras que aquí no haya una sensata conducción en materia económica y petrolera, y que el desquicio actual no se mantenga como alternativa de los futuros gobiernos. 

Desde luego, lo que se necesita para que el país pueda apuntalar un futuro promisorio en beneficio de sus futuras generaciones, no puede estar eterna y exclusivamente cazado con la idea de que sólo el petróleo salva. Ciertamente, la condición de petrolera siempre le servirá a Venezuela como fórmula o soporte para emprender el aprovechamiento tecnológico e industrial de sus fuentes naturales en materia de minería metálica y no metálica. Sin embargo, dicha aún ventaja comparativa y competitiva no puede anular la importancia de acometer el aprovechamiento de las opciones naturales adicionales, bien para el desarrollo del turismo, como de la producción de alimentos y la transformación integral del comercio en todas sus fases, incluyendo las áreas portuarias y aeroportuarias.

La Revolución Verde y el aprovechamiento racional del uso del agua ya forman parte de la nueva  agenda de la humanidad. Y eso lo están forzando la explosión demográfica mundial y las necesidades implícitas de dicha expansión vegetativa, como la percepción de que en esta parte del mundo existe una serie de ventajas naturales ideales para generar la respuesta apropiada y adecuada a dichos requerimientos. Si es así, ¿por qué la petrolera Venezuela hoy da serias señales de que es víctima de no tener producción suficiente de alimentos para atender a su pequeña población de menos de 30 millones de personas?.

Venezuela dispone de tierras cultivables, del agua y la mano de obra necesaria para el inicio de un desarrollo productivo de alimentos. También de una agroindustria reconocida por su capacidad procesadora apropiada, gracias a la modernidad de su tecnología y capacidad para cumplir con las más exigentes disposiciones sanitarias mundiales. ¿A qué se debe, entonces, la histórica recurrencia al uso de recursos en abundancia para estimular las importaciones, mientras se anula y se impide la masificación productiva de los alimentos?. ¿ Acaso al también interesado empeño en sostener condiciones monetarias y cambiarias, con el fin de que sigan apareciendo nuevos rostros en la lista de los individuos con mayor fortuna en el mundo sin haber sembrado siquiera una semilla de caraotas?.

Con mucho menos recursos de lo que se requiere para el desarrollo petrolero, Venezuela también podría ser lo que tanto se pregona y que no pasa de ser una cantaleta aburrida: una verdadera fuerza productiva para la exportación de los alimentos típicos del trópico,  desarrollar plenamente el sector agropecuario, y un sólido tejido industrial para el procesamiento de la producción nacional, como de la materia prima y los insumos que se deban importar para atender la demanda internacional de los bienes manufacturados.

De lo que se trata, en fin, es de disponer de una infraestructura que garantice la compra de lo que se produzca, conjuntamente con el consumo natural de productos frescos. Así se alcanzaría el desarrollo y éxito de una verdadera Revolución Verde; además, de garantizar la seguridad agroalimentaria, que es, sin duda alguna, una de las más importantes obligaciones primordiales de todo Gobierno.

Es lamentable apreciar y vivir en carne propia con indignación lo que hoy está sucediendo en Venezuela: a un pueblo sometido a hacer grandes colas o filas desde tempranas horas de la madrugada, con la esperanza de poder adquirir un determinado producto con limitaciones de cantidad y sujeto a identificarse por cédula, que a su vez, sólo permite comprar una vez a la semana. Lo que no se puede conseguir por esa vía, curiosamente, siempre está disponible en el mal llamado mercado negro de alimentos o "bachaqueo", a precios hasta 5 más de su verdadero valor. Y todo ello, mientras la inflación más alta del mundo reina a su antojo, a la vez que se regodea sobre fajos de billetes, cuya sola impresión implica erogar un mayor costo que aquel necesario para convertirlos en instrumentos con capacidad de compra.

Todo está dicho, pero no hay que dejar de repetirlo: no hay nada más peligroso que insistir en provocar reacciones impredecibles en el ser humano. La historia de los pueblos describe que el hambre y el miedo son los peores aliados, cuando se trata de reacciones provocadas o espontáneas de ciudadanos saturados por las frustraciones, las decepciones y las agresiones. Hay que evitar llegar al tercer campanazo.

Egildo Lujan Navas
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@egildolujan

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