jueves, 2 de julio de 2015

LUIS EDUARDO MARTÍNEZ HIDALGO, CONFERENCIA EN LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE ECUADOR, PUCE

El pasado miércoles, ofrecí –por Skype- una conferencia a estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, titulada “Realidad política Latinoamericana con especial énfasis en Venezuela”.

Los promotores me habían solicitado que explicara las razones de, a mi juicio, la irrupción del chavismo en el país y la influencia de este en el giro a la izquierda de buena parte de las naciones del  subcontinente.
Hice un rápido resumen de la historia reciente venezolana, partiendo de la Revolución de Octubre de 1945, que abrió las puertas a la democracia, continuando con la dictadura perezjimenista caída a la presión de masivas protestas y una férrea unidad de todas las fuerzas políticas y sociales, el 23 de Enero de 1958, los gobiernos de Betancourt, Leoni, Pérez, Caldera, Herrera y Lusinchi –que transformaron a Venezuela- para detenerme en el fallido golpe de estado del 4 de Febrero de 1992, en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez.
No ignoré la inconformidad de algunos sectores de la población con la administración de Pérez ni la deuda pendiente, como hasta ahora, con los más desposeídos, pero precisé que la asonada militar no fue un hecho fortuito sino que comenzó a gestarse cuando un grupo de dirigentes comunistas, derrotada la guerrilla, resolvió infiltrar a jóvenes militantes en las Fuerzas Armadas en procura de crear un núcleo base para en un futuro mediato copar el poder. Así, y hay suficiente documentación que pruebe esta afirmación, ingresó Hugo Chávez a la Academia Militar, y desde el primer día con otros que igual se vistieron de cadetes comenzó con paciencia, sigilo y mucha tenacidad a captar primero, organizar después a los cuadros que le llevaron a intentar, de una manera que no se puede calificar sino como “chapucera”, derrocar a un gobierno legítimamente constituido. 
Lo trágico vino después. Chávez pudo haber terminado como Tejero, aquel teniente coronel con cara de homicida que tomó las Cortes españolas para, sin éxito, derribar a la naciente democracia hispana, rumiando su fracaso en la cárcel donde debió mantenerse, hasta el fin de su condena, por los muchos muertos que ocasionó su accionar, pero fue liberado en Marzo de 1994.
Relaté a los estudiantes que en una ocasión, solos los dos, le señalé al Presidente Caldera que por su decisión de otorgar el sobreseimiento a Chávez era en buena medida responsable de que este hubiese llegado a la Presidencia a lo que el viejo estadista se defendió acaloradamente negando tal, explicándome que cuando resolvió sacarlo del presidio todos los datos que disponía le llevaron a concluir que carecía de respaldo popular y que no existía ninguna posibilidad de convertirse en un líder importante. Palabras más, palabras menos, me indicó que el verdadero problema se originó cuando los ricos de Caracas comenzaron a fondear a Chávez, le abrieron sus carteras y financiaron su activar en la convicción que luego podrían manipularlo y cogobernar con él. No contradije al Presidente Caldera porque testigo que había sido de como muchos oligarcas cortejaron y apoyaron irrestrictamente, a Chávez, –casi todos hoy viviendo en el extranjero o arruinados- entendí que no le faltaba razón.
Reconocí lo tanto que influenció Chávez desde la Presidencia, en el pase a la izquierda de Brasil, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Uruguay y en menor medida Chile, pero también advertí que eran distintos tipos de izquierdas y, más importante aún, eran diferentes maneras de gestión gubernamental que podían exhibir hoy infinidad de indicadores de progreso y prosperidad que lamentablemente no son los de Venezuela, azotada por el desabastecimiento, la inflación, la inseguridad, los malos servicios públicos y una caída generalizada de la calidad de vida del común.
En la ronda de preguntas, que fueron muchas, los estudiantes insistieron en conocer sobre las guarimbas y las grandes movilizaciones, de los últimos años, que se han dado en el país –emocionados los noté por las recientes manifestaciones en Ecuador que obligaron a Correa a retirar leyes que limitaban los derechos individuales y la propiedad privada- pero si bien observé que habían sido y son importantes, mencioné que no cabe ninguna duda que, en nuestro caso, la única salida es la electoral.  Una joven quiteña –como lo fue Manuelita Sáenz- más que preguntar hizo una afirmación final: “La oposición va a ganar las elecciones próximas; ¿Verdad?”. Depende respondí: “si se mantiene sólidamente unida, si presenta un mensaje común entendible, creíble y generador de esperanzas, si se trabaja como poseso, si se conecta con los que menos tienen, si es capaz de movilizar el descontento, si prepara el personal que estará en las mesas electorales y si tiene el coraje para defender la voluntad del pueblo”.

Luis Eduardo Martínez Hidalgo
vicerrector.ugma.unitec@gmail.com
@rectorunitecve

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