No recordábamos lo venezolanos una situación de escasez
como la que padecemos. En su historia reciente Venezuela enfrentó profundas
crisis económicas, algunas de mayor intensidad,
entre las que cabe mencionar:
La crisis de los 60
Durante el
gobierno de Rómulo Betancourt. Venezuela sufría dolores de parto de la
democracia. La economía experimentó una contracción que se ensañó
particularmente con la industria de la construcción. Se aplicó un control de
cambio. Los gastos de consumo privado crecieron a una tasa de 5,5% al año, la
mitad que entre 1950 y 1957. Sin embargo,
no padeció la sociedad los niveles de escasez que hoy se sufren.
El "viernes negro"
De profundas
implicaciones, tuvo lugar en el año de
1982 durante el gobierno de Luis Herrera Campins. Después de años de abundancia
petrolera (primer shock petrolero que tuvo lugar después de la Guerra del Yom
Kippur y el embargo petrolero árabe en 1974 y la Revolución Islámica de
Khomeini a raíz de la caída del Sha de Irán en 1979), ya para 1982 los precios
se derrumban. . Estalla el llamado
“Viernes Negro” y el tristemente célebre RECADI. Sin embargo, la sociedad no
padeció de los niveles de privaciones que se sufren hoy.
La crisis financiera
En 1994 durante el segundo gobierno del presidente
Caldera. El epicentro fue el sector financiero y prácticamente la mitad del
mismo fue barrido en la tormenta. Se aplica un control de cambios que condujo a
la quiebra de unas 70.000 medianas y pequeñas industrias impedidas de
obtener divisas para adquirir insumos.
Finalmente el gobierno da un giro en sus políticas y recurre a la Agenda
Venezuela, devalúa el bolívar en un 70%, aumenta el precio de los combustibles
en un 800%, se revisa la Ley Orgánica del Trabajo siguiendo pautas de una
Comisión Tripartita y se ejecuta la Apertura Petrolera. Fueron años difíciles
que se agudizaron con una fuerte caída de los precios del petróleo (en su peor
momento llegaron a 7 dólares el barril);
pero aún así, la sociedad no se vio impactada por los niveles actuales de escasez.
La crisis bolivariana
Así, llegamos a la
Revolución Bolivariana. Se auguraban años de abundancia. Los precios petroleros
aumentaban marcadamente por la recuperación del Sudeste Asiático, cuya demanda
de petróleo, después de haber caído en cerca de 2 millones de barriles diarios
en los años anteriores, había retomado un vigoroso crecimiento arrastrando
consigo los precios de los hidrocarburos al alza. La planificada toma de PDVSA
("Fue como tomar una colina militar" afirmó el presidente Chávez) y
el despido de 20.000 de sus trabajadores (que incluía al 75% de su nómina
ejecutiva donde se concentraba la mayor parte del conocimiento), produjo un
severo impacto en nuestra economía; sin embargo, en los años siguientes los
precios alcanzaron niveles nunca antes soñados (la cesta venezolana llegó a
unos 116 dólares por barril). El gobierno parecía tener ahora todo a su favor.
Dispuso de los enormes ingresos adicionales sin control alguno, creando fondos
paralelos que se erogaban al margen del presupuesto aprobado por la Asamblea
Nacional.
La sensatez indicaba aprovechar aquella situación
excepcional para crear condiciones para un crecimiento sustentable de la
economía y una solución y sostenible de los problemas sociales del país.
Pero privó un programa dogmático que le dio la espalda a
los fundamentos básicos de la economía y en buena medida de la democracia
misma, causando un profundo perjuicio al aparato productivo, con una enorme
mortandad de empresas, comenzando por el daño a la propia PDVSA, las cementeras
y al sector agroalimentario, expropiando a productores de campo (cerca de 4
millones de hectáreas), a Agro Isleña y
atacando por mampuesto a Polar que es el
grupo empresarial más sólido del país. Esta situación merece un análisis
aparte. Mediante recursos propios de un
populismo exacerbado y un irrespeto total a la independencia de los Poderes
Públicos se intentó crear una base política que garantizase el control y
permanencia indefinida en el poder por parte del grupo gobernante.
El resultado era inevitable. El aura de invencibilidad se
basaba simplemente en los precios petroleros más altos y durante el período más
largo de la historia. No entendió el
gobierno que si algo caracteriza los precios de los hidrocarburos en su
volatilidad.
Como tenía que pasar, los precios se desplomaron y con
ellos el país cayó de rodillas en lo que parece la crisis económica más
profunda que haya conocido Venezuela. Las reservas internacionales se derrumban
y no hay dólares para importar insumos ni bienes de consumo y quizá tampoco
para pagar la deuda soberana. La diferencia con las crisis anteriores es que
esta golpea dura y directamente a los venezolanos con la inflación más alta del
mundo, una escasez creciente nunca antes conocida y un aparato productivo que
ha sufrido severos daños. La inflación, incontrolable, campea por sus fueros
alimentada por la impresión de dinero inorgánico del BCV a fin de financiar el
déficit fiscal, lo cual alimenta a su vez mafcadamente la devaluación del dólar
en el mercado paralelo.
Pero lo peor está
todavía por venir. También lo mejor.
José Toro Hardy
pdetoha@gmail.com
@josetorohardy
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