Me decidí a mentir, pero, eso sí, con más honestidad que los demás, ya que hay un extremo sobre el cual diré la verdad, y es que voy a contar mentiras. Luciano de Samosata
Cuando leemos las declaraciones de los
dirigentes de los extremos polarizados (MUD-PSUV), entendemos que los que
estamos viviendo en Venezuela, es una tragedia que nos somete a las
inclemencias y sumisión de la intolerancia y dogmatismo. El país que en alguna
oportunidad fue la envidia de América Latina ahora es el reflejo de una suerte
de quimera que nos podría llevar hacia un viaje sin retorno, a menos que no
hagamos algo para evitarlo. La democracia más estable y fuerte de Latinoamérica
ahora es un reflejo de la violencia social y política que se vivió durante los
años de la guerra fría en Centroamérica o en los años setenta en Suramérica,
que en esos años era un paraíso en dictaduras militares enfrentadas a
militantes de izquierda o gobiernos socialistas, el caso de Jacobo Arbenz en
Guatemala en 1954 y Salvador Allende en Chile en 1973. Este camino que
transitamos no es el más idóneo, es así como debemos hacer un esfuerzo de
pedagogía política para superar estos escollos que recorremos en el sinuoso
camino de la polarización política venezolana.
Las recientes elecciones primarias del partido
de gobierno, Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), ocurridas el pasado
domingo 28 de Junio, y el rechazo a sus resultados por parte de la Mesa de la
Unidad Democrática (MUD) son el reflejo de una expresión existencialista de
negación “heideggeriana” donde yo niego la existencia de mí otro yo.
¡Eso no
puede ser aceptable en un país cuya Constitución nacional y política consagra
el principio de Estado Social de Derecho! Tampoco es admisible que un partido
de gobierno opine y objete los resultados de las elecciones primarias de la MUD
donde votó una cantidad considerable de venezolanos y venezolanas, aunque
discrepamos de ellos en términos políticos, no debemos evadir que esos
resultados también son legítimos. Cuando escucho a algún compatriota decir que
en las elecciones de la MUD no votó nadie o de igual forma a las primarias del
PSUV, sé que estoy frente a extremos polarizados que han sembrado el terreno
social del país de un lenguaje político y beligerante, caldo de cultivo de una
guerra civil, solo hace falta quien encienda el fósforo del primer tiro para
que comience una guerra civil como la salvadoreña o la colombiana, guerras
interminables y lamentables.
Muchos se preguntarán ¿cuándo ocurriría eso? Yo
les respondo, quizás el 6 de diciembre estalla la guerra si no nos ponemos
serios en política. La política es un asunto muy serio que exige compromiso,
dedicación, honestidad, sinceridad, transparencia, disciplina y perseverancia
pero ante todo, responsabilidad.
Las elecciones primarias del PSUV y la MUD
no dejan de ser legítimas en cada uno de los sufragios que obtuvieron, sin
embargo existe una suerte diabólica de negarse la existencia el uno al otro con
el propósito de ver quién es más fuerte, mientras ocurre esa puja de pulsos
sobre una mesa, el país se desangra en medio de la mayor escalada de violencia
social producto de la delincuencia desatada donde ni los escoltas de los
diputados del gobierno o ministros se salvan.
Quizás algún día el hampa marche
sobre Miraflores y el presidente tenga que ser evacuado porque su seguridad no
pudo detener un fenómeno social derivado de la ingobernabilidad generada por la
ausencia de gobierno, cargo y ocupación para el cual fueron designados los
magistrados del país.
Es así como el tiempo pasa entre “dimes y
diretes” de ambos extremos polarizados y el país sin rumbo ni políticas
coherentes, peor aún con un plan de gobierno (Plan de la Patria) voluntad
testamentaria del presidente Hugo Chávez, fundador de la Revolución
Bolivariana, pero que en la práctica este plan no se cumple, cuando ahí está la
solución a todos los males de la República.
Mientras esto sucede, los
militantes del PSUV se preparan para decir en las próximas elecciones nadie
votó en el Este de Caracas o de Barquisimeto, y, desde el Este de estas mismas
ciudades dirán que en el Oeste nadie votó por el PSUV, la excusa perfecta para
parafrasear al pensador geopolítico Karl Von Clausewitz “pasar a la realización
de la política por otros medios: la guerra”, alegando cada quien su respectivo
triunfo y negando a su prójimo.
La solución a esta situación es la reforma de la Ley Orgánica de Procesos Electorales para darle a las minorías políticas representación proporcional ante el parlamento nacional, legislaturas estadales y concejos municipales como una forma de despolarizar al país y permitir la incursión política de una tercera vía… Hasta el próximo Lunes
Jhotani Medina Quintero
jhotanium@gmail.com
@jhotanimq
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