viernes, 19 de junio de 2015

JULIO PORTILLO, BRASIL DEBE DECIDIR

No se puede servir a dos señores. El mediador debe exhibir imparcialidad. Brasil ha estado en los últimos días en la palestra. Usando palabras del historiador Arthur Reis hay que recordarle al gobierno del Palacio de Planalto que su papel respecto a Venezuela es “neutralidad y buena vecindad”.

Podemos escribir sobre este tema con sinceridad. Soy autor del primer libro sobre Venezuela y Brasil como una contribución a correr aquella cortina de la selva que separaba a los dos países. La permanencia en Río de Janeiro como Cónsul General de Venezuela nos hizo querer más a ese país. La Orden Río Branco en su primera clase que recibimos de Brasil nos obliga a un análisis objetivo. No entendemos a Brasil como un país imperialista. Posee una de las mejores diplomacias del continente.

El tiempo no es de una vecindad desafortunada por falta de información, subjetividad de la realidad o intereses encontrados. Brasil es una democracia, Venezuela es una dictadura, sin separación de poderes, presos políticos, emigrados y exiliados, no hay respeto a los derechos humanos. Esto lo dice la ONU, Unión Europea, Senados de varios países, expresidentes de todo el mundo, preocupación del Papa, la OEA y ONG de varios continentes.

El recibimiento de la Presidenta Dilma Rousseff en Brasilia al diputado Diosdado Cabello, acusado de narcotraficante es un acto inamistoso. En un momento en que la propia policía brasileña está señalando que el tráfico de estupefacientes se está haciendo con la colaboración de militares venezolanos. Y si el Presidente Obama le pidió al Brasil que usara sus buenos oficios no era Cabello el mejor interlocutor para realizar esa encomienda.

España, Chile, México, Colombia han pedido al gobierno venezolano en oportunidades respeto para personalidades que son patrimonio humano de esas naciones. La negación a un avión de la Fuerza Aérea Brasileña para aterrizar en Caracas con varios senadores encabezados por Aécio Neves, para visitar los presos políticos, debe revelar al gobierno de Brasilia, qué es el régimen venezolano.

La opinión pública venezolana además examina el sobre precio de la empresa brasileña Odebrech en la construcción de una línea de metro en Caracas. Brasil debe decidir. O nos ayuda a volver a la democracia o cierra filas con la dictadura militar de esa figura trágica que es Nicolás Maduro.

Julio Portillo
julioportillof@gmail.com
@julioportillof

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