En algunos escritos y en obras, una de las
cuales que ya fue publicada en el
llamado “Imperio”, he insistido en aspectos que explican nuestra realidad como
Nación y como pueblo.
En esa obra, he calificado nuestra Nación
como invertebrada, y seguirá siéndolo mientras nos mantengamos dependientes, no
ya de una potencia o fuente como lo fue
la España que nos descubrió, conquistó y colonizó, sino de raíces que se hunden
en realidades de nuestro pasado, porque, sin habernos deslastrado de esos
antecedentes de manera real y no aparente, no hemos acompañado la Independencia
que logramos con cambios sustanciales sobre nuestra manera de ser Nación, sino que
hemos conservado, escondidos en nuestro presente, muchos rasgos, costumbres y
conductas de nuestro pasado que, por cierto, no es muy lejano en el tiempo,
como si lo es en los países llamados más desarrollados.
El tiempo obra de manera sumamente importante en la evolución de todos los
pueblos; su paso inevitable obra de manera más importante en la transformación
de todas la Naciones. La razón es que la
historia de las naciones todas y la de sus miembros, no es una simple sucesión
de acontecimientos, hechos y sucesos, porque asimilan cambios que transforman formas de gobierno, usos y
costumbres, y también conocimientos y maneras de ser y de actuar de las
personas.
Pero no vamos a tratar en esta reflexión
breve, la consideración de hechos del pasado lejano o cercano, sino del
presente que hoy estamos viviendo --con angustia y preocupación-- todos los venezolanos.
Una noche del pasado, el entonces ciudadano
Presidente de la República se dirigió al país para exponer que el mal que lo
aquejaba no le permitirá, “por ahora”, ejercer las funciones de su cargo, por
lo que encargó al ciudadano Vicepresidente, señor Nicolás Maduro, para que se
ocupara de tales funciones y, de seguida, informó que debe viajar de nuevo a
Cuba para someterse a otra intervención quirúrgica que pudiera devolverle su
salud. No ignoraba, por cierto, el fallecido Hugo Chávez Frías, que su fin
estaba muy cercano.
En efecto, el fallecido Presidente descubrió
sinceramente sus naturales temores al respecto, por lo cual propuso, claramente,
que de no poder retornar al cargo para el cual fue relecto ese año 2012, recomendó que el candidato de
su partido fuese señor Maduro, lo que Chavez acentuó con claro y contundente
énfasis. Además, y siempre conforme al mandato constitucional, según lo
dispuesto en el Art. 235 que reza: La ausencia del territorio nacional por
parte del Presidente (“o Presidenta” sic) de la República requiere autorización
de la Asamblea Nacional o de la Comisión Delegada, cuando se prolongue por un lapso superior a cinco días
consecutivos. Al mismo tiempo, Chávez pidió el permiso de ley al Presidente de
la Asamblea Nacional, señor Diosdado Cabello.
Por tanto, es de recordar que, conforme a lo
previsto en el Artículo 233 constitucional, parágrafo segundo, se establece que
“Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo…antes de tomar
posesión (que es el caso del Presidente Chávez), se procederá a una nueva
elección directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes.
Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente electo… se encargará de
la Presidencia de la República el Presidente…de la Asamblea Nacional.”
El Presidente Chávez se ajustó exactamente a
las disposiciones constitucionales. Sin embargo
--y de manera muy lamentable-- fue
violado de manera flagrante lo establecido en el Artículo 328 de la vigente
Constitución, que en su inicio reza: “La Fuerza Armada Nacional constituye una
institución esencialmente profesional, sin militancia política…En el
cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en
ningún caso al de persona o parcialidad policía alguna”, pero hubo pronunciamientos esencialmente políticos,
como supuesto respaldo al Presidente.
Además, la fracción oficialista que
participaba en la Asamblea Nacional, en vez de limitarse a considerar la solicitación de permiso para
salir del país, desarrolló un vergonzoso debate cargado de señalamientos
ofensivos hacia diputados opositores, así como a manifestaciones de carácter
político que, una vez más, dejan mucho que desear al provenir de representantes
de un pueblo que los eligió, no para que formaran una suerte de gallinero, sino
para que se ocuparan de las urgentes necesidades y del progreso de la Nación en
aras del Bien Común General.
Es de destacarse que, en ese sentido, los
venezolanos en general, no asumimos en ese momento, la responsabilidad que todos tenemos de
buscar y velar por el bien de la Patria, que es el bien de todos. No actuamos
con patriotismo verdadero en los actos comiciales, pues no superamos el temor que provino de amenazas,
no actuamos sinceramente, sin atender ofertas de compras de conciencia que no
son más que clásicas artimañas de quienes hacer de Venezuela, no una bendita
tierra de gracia de ciudadanos y democracia, sino una Nación de esclavos
sometidos a la opresión de un régimen comunista y totalitario.
La referida votación se realizó plena de
violaciones constitucionales. Ante la
ausencia del Presidente Electo, Hugo Chávez, el anterior mes de setiembre, se
produjo una serie de actos violatorios de la Constitución. Entre ellos vale la
pena destacar algunos hechos cumplidos: El Presidente de la Asamblea Nacional,
Diosdado Cabello, no asumió lo dispuesto en la Constitución Nacional de acuerdo
al segundo parágrafo del Artículo 233, el cual, en su parte final reza:
“Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente (o la nueva Presidenta
–sic), se encargará de la Presidencia de la República el Presidente (o
Presidenta – sic) de la Asamblea Nacional.”
En efecto, una serie de actos ilegales fueron realizados con apoyo del
Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos la designación del entonces Canciller
de la República, Nicolás Maduro, como Presidente interino “mientras no llegara
el Presidente Electo”, siendo después, público y notorio que el Presidente
Chávez había fallecido en La Habana el 30 de diciembre de 2012. Este hecho se ocultó hasta el mes de marzo de
2013.
Para colmo de males que han llegado a afectar
la vida de los ciudadanos de nuestra República, la elección del nuevo
Presidente realizada en Abril del pasado 2013, fue un descarado fraude
electoral (uno más entre tantos otros), que permitió el ascenso a la
Presidencia de Venezuela al señor Maduro, apenas con una diferencia de poco más
del 1% respecto al candidato opositor Capriles Radonsky.
La evidente incapacidad del equipo de
gobierno que se supone debe regir el destino y buen desarrollo de la República,
se evidencia por la incapacidad que tiene el gobierno para superar la
extremadamente difícil situación de padecemos todos los venezolanos, ante el
desastre económico que se vive y el descrédito universal que tiene este
gobierno.
En este mismo año deben celebrarse nuevas
elecciones para la constitución de una nueva Asamblea Nacional. La repetición
de fraudes electorales vividos permanentemente hasta el presente no puede ser
tolerada más por los venezolanos.
¡Basta ya!
Para garantizar la pureza del próximo acto electoral, es menester
indispensable el establecer una serie de premisas a tal efecto. Entre ellas
destaco las siguientes:
1º
Votación manual depositada en urnas electorales, sin que se vote en
máquinas.
2º Escrutinios públicos, con presencia de
ciudadanos votantes en las mesas electorales.
3º
Presencia en todos los actos electorales de testigos internacionales
confiables.
4º
Eliminación de capta-huellas.
5º
Cierre de mesas a las 6 pm, sin prórroga.
6º
Entrega de resultados electorales a todos los miembros de mesa de los
diferentes partidos que compiten en las elecciones.
Con estas medidas se puede contar con que la próxima elección no sea un fraude
más.
Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello
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