domingo, 19 de abril de 2015

LEONARDO MORALES P., YA LO PAGARÁN

La corrupción es un fenómeno que no es de reciente data, ni mucho menos consecuencia de la democracia venezolana. Regímenes democráticos y no democráticos han sido testigos de funcionarios involucrados en estos actos.
Por estos tiempos, el mundo ha sido estremecido con actos de corrupción de importante cuantía. La aparición de cuentas secretas en bancos europeos ha hecho sonar las alarmas; se descubren cuentas que pueden indicar la intención de blanquear capitales adelantadas por presuntas mafias.

Los medios europeos señalan que presuntamente algunos ex viceministros y otros funcionarios vinculados al régimen venezolano podrían estar vinculados en la obtención de millonarias comisiones producto de la adjudicación de contratos. Por si fuera poco, los Estados Unidos señalan que la Banca Privada Andorrana habría facilitado la transferencia de 4.200 millones de dólares, en la que se insinúa la participación de la estatal petrolera PDVSA.

Lo cierto es que en esta danza de millones de dólares provenientes de negocios ilícitos, en los que presuntamente aparecen altos funcionarios del gobierno venezolano, la justicia local no actúa para castigar, si fuera el caso, a quienes se aprovecharon indebidamente de sus relaciones y de su investidura.

El ejercicio del poder es temporal, no es propio de cada individuo. Las leyes venezolanas han prescrito que los delitos de corrupción no vencen y en cualquier momento pueden ser investigados y castigados. Quienes hoy se aprovechan groseramente de su estatus pueden y seguramente serán castigados cuando sus privilegios se esfumen.

La búsqueda de blanquear capitales confronta en el mundo moderno serías dificultadas. Cierto que la globalización y en particular el desarrollo vertiginoso de las telecomunicaciones hacen posible movilizar grandes sumas de dinero de una país a otro en cuestión de segundos, pero también es cierto que toda esa práctica deja rastros imposibles de borrar, además, las regulaciones que paulatinamente se han ido creando hacen cada vez menos invisibles las transacciones electrónicas de grades sumas de dinero.
 
Los países amenazados por el terrorismo internacional y por el tráfico ilegal de drogas cada vez más aumentan e intensifican su cerco contra la legitimación de capitales. Los caminos y vías utilizados por éstos son los mismos que utilizan los corruptos.

Al final, un día cualquiera, disfrutando de una revolucionaria Moët & Chandon, en algún lugar del mundo, la larga mano de la justicia llegará hasta ellos sin preguntar sobre sus nexos o parentesco con algún líder político.

Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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