lunes, 16 de febrero de 2015

LUIS ALFREDO RAPOZO, CARNAVAL EN TIEMPOS DE ESCASEZ.

Llega el 14 de febrero y el sol está calentando en cualquier parte del país. Me parece que el verano va a ser  fuerte este año y entonces, uno cae en cuenta que estamos en días de carnaval.
Lo que sucede es que el ambiente está tan enrarecido por tantos problemas que inundan la cotidianidad, que uno no piensa en los carnavales como en otros tiempos. La alegría de los niños  llena de entusiasmo los días, desde que se disfrazan en la escuela, y después nos preguntan qué vamos a hacer en carnaval, pues saben que disponen de unos días de descanso.
Entonces, allí comienza una especie de reacción en cadena. “A ver a ver-dice uno-, podemos ir a nuestro estado Anzoátegui, o a nuestro materno estado Sucre, visitar a la familia, darle una vuelta a la casita, saludar a los amigos, darnos un baño de playa, pasear un poco por carretera y comer algo diferente en el mero centro de nuestra gastronomía oriental.”
En ese momento de pensar en alto, los muchachos, la abuela y hasta el perrito-que sabe lo que está sucediendo- todos se llenan de emoción y gritan, bailan, sonríen, se imaginan cosas, en menos de lo que canta un gallo.
Luego, uno comienza a pensar la cosa en detalle, es decir poniendo los pies sobre la tierra. De esa manera, hay que calcular los gastos que genera la travesía, la empresa-ustedes saben-. Por ello, uno piensa en revisar los cauchos y precisar si el carro –cual carreta en otros tiempos- está en condiciones de salir sin problemas, con sus lubricantes, y mecánica en general, óptima.
Entonces, uno comienza a pensar cómo haremos con la alimentación a dónde quiera que se vaya, entendiendo que hay escasez por todos lados y se debe llevar el pan por debajo del brazo y hasta el papel toilet. Mi amigo Isidoro Pacheco, que tiene una casita en La Guaira, frente al mar, me dijo que advirtió a su familia “…que no le visitara porque tiene quince días sin agua y en la zona es un problema abastecerse de comida; que mejor piensen bien la cosa y se queden en casa, porque la situación ha cambiado…”
En ese momento, le dije a la familia que de repente es mejor quedarnos en Caracas, para no pasar trabajo en la provincia y de esa forma rendir todo lo que se pueda en tiempos de crisis, pero hasta la abuela me torció los ojos y el perrito se tapó los ojos con sus dos patitas. Bueno-les dije-, la otra opción es irnos lo más apertrechados que podamos, no exigirle mucho al carro y reducir los días de estadía y hacemos de todo un poco como si fuera un viajecito Express …
Esto último fue lo que acordamos: visitaremos la parte oeste y norte de Anzoátegui-en esta oportunidad no veremos los rostros de la famita en Cumaná - por causas mayores- a ritmo de visita de médico, nos bañamos en la playa; nos llevamos la comida y nos vendremos antes de lo acostumbrado en otros tiempos , cuando éramos felices y no lo sabíamos. “¿Y por qué todo tan apurado?”-me preguntó el más chipilín del grupo familiar-, “-cosas del socialismo”-le contesté-.
Luis Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo

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