lunes, 16 de febrero de 2015

JOSÉ LEOPOLDO DECAMILLI, LAS DEMOCRACIAS DESAMPARADAS INCUBAN TERRORISMO, DESDE BERLIN

La religión musulmana es una de las tres religiones monoteístas del mundo. El número de sus fieles asciende hoy a 1400 millones.
El centro del culto mahometano lo ocupa Alá. La voluntad de Alá está expresada en el Corán -el libro sagrado- que contiene las revelaciones que hizo Dios a Mahoma, valiéndose de un espíritu llamado Gibril.
Mahoma, el fundador de la religión musulmana, afirmaba ser el descendiente directo de Abraham y  de su hijo Ismael.
La voluntad de Alá contenida en el Corán es inalterable y vale para todos los hombres de todos los tiempos. Por desgracia esta voluntad no siempre es clara, como lo ponen de manifiesto las distintas interpretaciones a que ha dado lugar.
Una de estas cuestiones embrolladas es la conducta que los creyentes  musulmanes deben adoptar frente a los no creyentes. Las prescripciones del Corán  al respecto son incluso  contradictorias. Basados en los suras (capítulos) más antiguos, hay teólogos y juristas musulmanes que recomiendan buscar la conversión de los infieles por vías pacíficas. Algunos sostienen que ésta es la posición de la mayoría de los musulmanes de nuestros días. Parece ser que ésa fue también la postura adoptada -primeramente- por Mahoma, alentado por la esperanza de  lograr una rápida expansión de la creencia musulmana. Posteriormente -asentados en otros textos coránicos- se propaga la prédica de que la voluntad de Alá, expresada en la Sharía (la ley,el derecho), debe ser impuesta por todos los medios, incluso la violencia y la guerra santa (Yihad).
Este es uno de los problemas más agudos que afronta hoy  Europa y Norteamérica („el gran Satán“).
Obligados por las adversas circunstancias de sus países de origen, en los últimos tiempos se ha producido un masivo desplazamiento de árabes, turcos y africanos a regiones que gozan de un mayor desarrollo social y económico. Esta invasión silenciosa e ininterrumpida alcanza ya la impresionante cifra de aproximadamente 50 millones, con  tendencia creciente, debida también a la proverbial capacidad prolífica de los  nuevos integrantes de la comunidad europea.
La convivencia de comunidades de diferente cultura, en todos los tiempos y horizontes de la tierra, implica siempre graves problemas. Si hay voluntad de pacífica  convivencia, el multiculturalismo puede constituir una bendición para el desarrollo de las sociedades humanas, fecundándolas recíprocamente y permitiendo la destilación de superiores formas de convivencia. Así ocurrió, por ejemplo,con la esplendorosa civilización desarrollada bajo el predominio de los musulmanes en España en la Edad Media. Por desgracia éste  no es el caso de numerosas comunidades musulmanas asentadas hoy en distintas partes de Europa. Muchas de estas comunidades musulmanas   se resisten frecuentemente a integrarse y forman verdaderas sociedades paralelas. Esa es la causa de frecuentes roces.
La situación se complica enormemente si a la resistencia pasiva  se suma la violencia intolerante de raíz religiosa, como ocurrre con numerosos núcleos humanos musulmanes, inducidos lamentablemente por textos coránicos. El Corán es, en efecto, un rico vénero  de terrorífica violencia: „Combatid con las armas hasta que Alá se imponga en todas partes“ (2:193; 8:40). „Los que no creen en el Corán se freirán en las llamas del infierno y, todas las veces que su piel se haya consumido, les daréis otra piel para que de este modo sufran el terrible castigo, pues Alá es todopoderoso y sabio“ (4:57). „Los incrédulos que rechazan terminantemente la creencia serán considerados como verdaderas bestias“ (8:56). „“Y cuando hayan pasado los meses sagrados, matad a los  paganos dónde les encontréis, atacadles, rodeadles y vigiladles en todas partes“ (9:53) „Si en la guerra encontráis a los incrédulos, cortadles la cabeza“ (43:36).
Estas doctrinas son las que han  alentado la formación de organizaciones terroristas tales como Al Qaeda (fundada ya en 1988 por Osama Ben Laden), Boko Haram (Nigeria), Al Shabaad (Somalia), Jemaah Islamiyad (Indonesia), Aba Sayyaf (Filipina),  Lashhar-e-Yagriba (Pakistán), Emirato del Cáucaso (Rusia),  Hamas (Palestina), Hermanos Musulmanes, Estado Islámico (Siria, Irak), etc. Son ellas las que siembran el terror y la muerte   en muchas regiones de la tierra con atentados , inmolaciones suicidas, degüellos y secuestros de mujeres y de niños.
La  ciega pasividad e irresponsable tolerancia de muchos políticos europeos, sin duda de buena voluntad, fomenta  la propagación del  fanatismo musulmán y constituyen un serio problema.
El Estado de derecho y las instituciones democráticas requieren una enérgica proteccion, firmemente enraizada en los milenarios principios de la cultura cristiano-occidental.
Jose Leopoldo Decamilli
joledecamilli@gmail.com

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