En este país, cuando se trata de planificar
un evento que requiere de cierta preparación y antelación, la fecha del
acontecimiento se calcula en función exclusivamente de los días festivos
existentes y sus respectivos puentes. Una expresión muy común en esta época del
año es: “ya será para después de Carnaval”.
El problema se inicia con el guabinoso enero,
que en teoría, comienza después del día de Reyes, pero debido a la resaca de
fin de año, todo se pospone hasta la segunda quincena. Sin embargo, con la nueva
ley vagancia, muchas empresas están aún de vacaciones forzosas para el final
del mes, que ya prácticamente es febrero con su súper puente de carnaval.
También está el puente de Semana Santa, el
del Primero de mayo, el de la batalla de Carabobo y del Natalicio del
Libertador. Este año, el 19 de abril y el 5 de julio cae en domingo, por lo
cual, en desagravio deberían mudarse a un día viernes. Pero además existen las
elecciones, duelos, festivos bancarios, el reposo pre y pos natal que parece
elaborado para elefantes por su larga gestación, y ahora con la nueva Lottt
socialista el recorte de la jornada laboral, los dos días libres semanales y
otras medidas que redundaran en menor empleo y en aumento del costo de la vida.
Todo en un país en pleno desarrollo que lo que le hace falta es precisamente
trabajar.
El esfuerzo propio, el sacrificio personal,
el duro trabajo que es lo que hace que las personas y los pueblos progresen
(como los tigres asiáticos), desaparecen con este sistema de vagancia y la
“ayudita” perversa a través de las misiones de un régimen sin escrúpulos que
destruye al país con el único fin de atornillarse en el poder. El populismo
creó las bases para la aversión anormal al trabajo y el fomento de la indolente
ociosidad de los naturales, al tiempo que la burocracia innecesaria hace del
hastío una ocupación..
Pobre Venezuela, la de los viernes deportivos
y lunes de ausentismo, la de los innumerables reposeros, puentes, paros,
operaciones tortugas, legislaciones laborales populistas y huelgas siempre
lícitas pero nunca legales. La de los caminos no caminados, la del emporio de
riqueza que se acabó desperdiciado en demagogia, la misma de los indolentes
gobernantes y ciudadanos. Que oiga quien
tiene oídos...
Ernesto
Garcia Macgregor
garciamacgregor@gmail.com
@garciamacgregor
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