LEONARDO MORALES P |
Venezuela arrancó este año, tal como se había
sido pronosticado, con una profundización de la crisis económica generada por
el modelo chavista o, si se prefiere, por la pretensión de aplicar un modelo
anacrónico y anteriormente fracasado. De modo que no está sucediendo nada
sorpresivo.
El modelo se viene abajo y se lleva consigo a
sus inútiles e infecundos impulsores. Ya los venezolanos parecen saber que el
modelo impuesto por Chávez nos lleva a la acumulación de la pobreza y la
penuria. Ahora lo viven y lo comentan en sus largas colas de estos primeros
días del 2015.
La posibilidad de dar un paso adelante en el
cambio del régimen político dependerá de que la oposición diseñe adecuadamente
una la política. Se trata de dar un paso adelante y de interpretar lo que
aspira la sociedad venezolana. Si la oposición se plantea una lucha
existencialista como la inaugurada en febrero de 2014 estaría dando un paso en
falso, que a veces da la sensación que pareciera disfrutar.
Las elecciones parlamentarias que deberían
realizarse este año es un evento de enorme importancia para producir cambios de
envergadura en el entramado institucional y, tener una adecuada interpretación
de su significación, es vital para el país.
Todo pasa porque la oposición construya una
política cuyo sujeto no sea el régimen político, al menos de manera exclusiva,
sino los afectados por el modelo. La política no debe diseñarse para la
satisfacción de los políticos, para su revancha, para la aniquilación del otro,
para la sustitución de una hegemonía por otra, sino para quienes han sido
afectados en su calidad de vida.
La renuncia del presidente, la crítica a la
elección de los poderes públicos, la no reelección presidencial y de los demás
funcionarios públicos, es una política para los políticos. Es importante y
hasta relevante pero no coloca a la oposición como un actor que interpreta las
preocupaciones y angustias de la gente.
La oposición debe convertirse en un genuino
intérprete de los reclamos que nacen en la sociedad. Esta aspiración conduce al
diseño de una política dirigida a superar las confrontaciones existenciales
entre los venezolanos, buscando, de manera decidida y franca, la reconciliación
nacional. Es una política que no admite dilaciones. Es la sustitución del
discurso guerrerista y excluyente del
“no volverán” por la paz, la tolerancia y del respeto del otro.
En esa misma dirección, una mayoría
democrática en la Asamblea Nacional estaría en la obligación de convertirse en
garante del respeto de las instituciones y de transitar a través de ellas para
sustituir el fracasado modelo, culpable de la crisis que en la actualidad
agobia, sin distinción, a todos los venezolanos. Así mismo, asumir
decididamente la protección de las libertades ciudadanas que sistemáticamente
amenazan los actuales detentadores del poder.
Leonardo
Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
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