«Gracias a la Mayéutica, descubriremos reflexiones que, para el
momento de estas conversaciones, no pertenecían a la ética invadida en esencia
por fijaciones ideológicas maniqueas. Hoy, tengo la impresión que la
universidad se abre lentamente a la tradición académica del pensamiento
universal y posee un criterio responsable acerca de su papel histórico en el
país, aunque todavía navegamos con pesados lastres del pasado. A decir verdad,
nuestra institución aún se debate entre piedras y lacrimógenas»
Alberto JIMÉNEZ URE es un escritor de ficciones de enorme
capacidad discursiva. Sus narraciones, cuentos y novelas, son continuamente
buscadas tanto por lectores jóvenes como veteranos. Al transcurrir las primeras
líneas de sus fantásticas fábulas, que gozan de una patología especial, el
lector queda irremediablemente atrapado por este autor (nacido en Tía Juana,
Estado Zulia, 1952) que juega hábilmente
con lo que S. T. COLERIDGE consideró «[…] la Imaginación Tercera o Fantasía
[…]», dándole a ésta el valor universal del arquetipo surgido desde su origen.
No por escribir ficciones literarias es conocido como polémico, cuestión que le
debe a premeditados pero valientes artículos de prensa (publicados en El
Nacional, El Universal, Frontera, Correo de Los Andes, El Tiempo de Bogotá).
Digo, a título personal, que no siempre he compartido sus aseveraciones, pero,
sin embargo, reconozco mi simpatía por sus posiciones enfrentadas a snobismos
políticos y literarios.
JIMÉNEZ URE, al igual que Heráclito DE EFESO, siente rechazo hacia
la validación del criterio de las mayorías fundamentado en el sólo «mérito» de
pertenecer a las «mayorías», obviando la verdad o el error del asunto. Por eso
lo encontraremos investido de «anticomunista» antagonizando con la «chusma
intelectualosa» y otras veces desafiando a «mafias literarias». Muchos
recordarán cuando, de manera valiente, enfrentó al famoso Gabriel GARCÍA
MÁRQUEZ provocando la ira de incautos afiliados al bando del «Boom de la
Literatura Latinoamericana». En realidad, Alberto, a diferencia de un simple
provocador, es un intelectual de reforzado sentido moral: así se deduce de un
justiciero-obsesivo en sus puntos de vista y dotado (tanto en el plano
imaginativo como ideológico) de una agudeza comparable con la del Marqués DE
SADE.
PERIODISMO INQUISITIVO
A JIMÉNEZ URE la Universidad de Los Andes acaba de publicarle
Inquisiciones (Conversaciones con políticos, académicos e intelectuales, 1992).
Según él, «[…] La inquisición periodística es contrario a la entrevista fría o
parca porque logra que los personajes se manifiesten más profundamente […]».
Luego asevera:
«[…] Mi libro Inquisiciones responde más a una rigurosa que no
arbitraria selección de mis trabajos literarios más discutidos. Aparecieron a
final de la Década de los Años 80 y principios de los 90, cuando Venezuela
experimentaba las peores debacles de su Historia Democrática: fundamentalmente
las financieras, políticas, éticas, morales y educativas […]»
Yo definiría a estas «inquisiciones periodísticas» como
entrevistas donde las atmósferas son narrativas: muestran la densidad y
profundidad que el entrevistado pareciera no querer revelar mediante el
discurso. Notamos, en el desarrollo de estos textos periodísticos, que «El
Inquisidor» mantiene cierto tono ideológico cuando pregunta: no necesariamente
estereotipado. Una vez, José Manuel BRICEÑO GUERRERO me dijo que «[JIMÉNEZ URE
es un fascista en el mejor sentido de la palabra […». Esa inferencia de nuestro
filósofo, por antonomasia, podría ser abordada de un modo deductivo o bien
comprendida por la sensación que contiene.
En algunos aspectos, la situación política inmediata de Venezuela
(1988-1991) que hila el texto de estas conversaciones ha variado. Se puede
observar en los entrevistados que citaré: Carlos Andrés PÉREZ, Néstor LÓPEZ
RODRÍGUEZ, Sofía ÍMBER, Guillermo MORÓN, Felipe PACHANO RIVERA, Denzil ROMERO,
Luis VELÁSQUEZ ALVARAY, José MENDOZA ANGULO, Oswaldo TREJO, Jesús SERRA, Manuel
DE LA FUENTE, Francisco RIVERA, Andrés Eloy LEÓN ROJAS y Antonio Luis CÁRDENAS.
Todos debaten con «El Inquisidor» frente a motivaciones e intereses del
inmediatismo. No por lo cual sus declaraciones perderán vigencia. Estas
«inquisiciones» son documentos que permiten revisar el pasado e impiden la
pérdida de la memoria en la Nación Venezolana.
CATÁRSIS HISTÓRICA
Siguiendo el curso del ardiente material inquisitorial,
descubriremos que no es posible mantener distancia. Lo aquí expresado inflama
al más descomprometido entre los investigadores de la realidad, quien será
conducido a otros ámbitos desconocidos del fuego donde se queman los folios del
desacierto nacional. Alberto JIMÉNEZ URE revela estos ámbitos ocultos en la
huidiza ilusión del tiempo para que el lector, en un trascendente acto de
«catarsis histórica», los confronte con el presente.
Las acertadas opiniones conservan su autenticidad en el curso del
tiempo, y las fallidas inmediatamente evidencian su error. El acierto
trasciende el estado temporal. Parménides, en su Discurso del Ser, diferencia
las opiniones sobre la verdad: «[…] La «verdad» convierte a los humanos en
seres extraordinarios, pues tiene una medida que dista de los hombres; por el
contrario, las opiniones nos contradicen»
Estos documentos están conformados por opiniones vividas,
experimentadas y probadas, luego algunas de ellas (obedeciendo a su naturaleza)
exhiben contradicciones ante sucesos que no pierden actualidad, como la
siguiente de Manuel DE LA FUENTE: «[…] Pienso que quien pretenda ser buen
escultor tiene que olvidarse de otros asuntos. He conocido pocos artistas que
hayan ejercido funciones en los gobiernos sin perjuicio de sus obras […]»
Inquisiciones es un grandioso espectáculo periodístico donde el
lector asiste al entretejimiento de opiniones. Da cuenta de cómo los hechos
actúan y viven en otros hechos, lo que se declara resuena fijando su tiempo en
el registro histórico. Luego, el tratamiento dado por un sutil escritor de
ficciones convierte este archivo histórico en una obra de arte. Leamos
destacadas frases de algunos de los entrevistados: «[…] Las grandes obras
parten y han surgido de esfuerzos individuales. Usar la Literatura como
instrumento para el logro de recompensas extra-literarias es una forma de
oportunismo tan execrable como cualquier otro […]» (Denzil ROMERO) «[…] Yo he
podido percibir el reclamo de talentos ignorados o excluidos de la vida
universitaria, personas que son más respetadas fuera de la universidad y hasta
en el exterior. La Universidad ha fallado también en el objetivo de ser la
Conciencia Crítica de la Nación» […] (Antonio Luis CÁRDENAS) «[…] Aunque hay
grupos que se aprovechan de la autonomía con propósitos no siempre
institucionales, también es cierto que, de no haber existido ese mecanismo,
otros sectores igualmente inescrupulosos (como los cuerpos represivos) habrían
vulnerado los intereses políticos y académicos de la universidad. La autonomía
nos ha servido para mantener una actitud crítica ante la comunidad regional y
nacional, y es imprescindible para la búsqueda de mejores logros […]» «[…] La
liquidación del populismo que, con tanto esmero fue cultivando la universidad
por más de cuatro lustros, utilizando para ello, sin muchos miramientos, el
presupuesto, y la política de favores personales y retaliaciones ejecutadas sin
contemplación, se inscriben en la dialéctica de la institución […]» «[…] Me
sentiría impotente para entregar libros con temas pre-establecidos, y
realizados con ficheros en mano. Me siento incapaz de entregar, ni cada dos
años, volúmenes de 500 páginas cada uno, sobre lo Humano y Divino. Yo escribo
como consecuencia de esa imposibilidad» (Oswaldo TREJO)
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