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Siempre me he manifestado como parte de la
sociedad civil. Esa masa librepensadora que no se rige por ninguna “línea de
partido”, ni le rinde culto a ningún “liderazgo” político. Esa masa que ha sido
toda la vida irreverente y que es la fuerza que solo impacta cuando tiene cauce
y dirección. Y es por ella que se pelean todos los partidos a la hora de buscar
su voluntad electoral.
Es la que da finalmente su aprobación para que algún dirigente partidista ocupe una posición en un gobierno. Algunos la llaman “pueblo”, pero yo prefiero el nombre de sociedad civil porque le da carácter ciudadano. De aquella que vota a conciencia, no porque la compren con comida o con populismo.
Los votos ciudadanos siempre han sido el
capital político de los partidos, y estos siempre se olvidan que ellos no les
pertenecen, que son de la gente.
Muchas veces en el pasado, a cuenta de un
respaldo dado por la población a algún candidato, este ha malbaratado ese
respaldo, que en su esencia es efímero. Es una suerte de fotografía del día de la
elección pero que es tan volátil como el alcohol, se evapora muy rápido al
pasar del tiempo.
Los partidos le tienen ojeriza a quienes
participamos en organizaciones de la sociedad civil. Son como las personas
picadas de culebra a quienes les aterran los bejucos. Me imagino que debe ser
por aquello de la llamada “anti política” de finales de los años 90’s que se
consolidó como una fuerza que arrasó con la credibilidad de los partidos, al
punto de hacerlos casi desaparecer.
Ya había comentado ese comportamiento de los
partidos políticos hace bastante tiempo (ver El Limbo Democrático: Anti
política y Sociedad Civil en
http://ticsddhh.blogspot.com/2012/01/el-limbo-democratico-anti-politica-y.html)
indicando el temor irracional que tienen a que la sociedad civil ponga en tela
de juicio su actuación o sus desviaciones. O dicho de otro modo: la falsa
creencia que la crítica fundamentada a la actuación de los partidos por su
comportamiento, puede perpetuar el régimen, o peor aún, acallar a aquellos
quienes reclamamos comportamientos como los que precisamente nos llevaron a él.
Es un tema que tiene bastante fondo, entre
otras razones porque la conformación jerárquica y militante (de allí el término
“militar en los partidos”) que tienen todos los partidos políticos venezolanos
hacen que aquellos que se inscriben en ellos deban seguir “líneas” de su
dirigencia nacional, siendo como soldados que “cumplen” órdenes aunque estas
sean equivocadas o su fundamento solo pueda estar en las manos de un pequeño
cogollo de dirección política. Un partido sin una dirigencia esclarecida puede
llevar a un grupo al despeñadero sin que sus militantes se percaten de ello. Y
si ese partido tiene cierta simpatía entre muchos, sus decisiones equivocadas
nos arrastran a todos.
Algunos podrán indicarme en este punto que
tengo algo en contra de los partidos. Todo lo contrario. Hay que realizar un
análisis serio, sincero y profundo de que es lo que está pasando en nuestros
partidos políticos para resolver la clave del porqué seguimos como estamos. Y
eso también nos lleva a que deba resolverse definitivamente ese trauma que
tienen los políticos con la sociedad civil y que todavía perdura en el fondo de
su subconsciente: la “anti política”.
Todos los venezolanos aprendimos con mucho
dolor desde la destrucción de los principales partidos en 1998 que no podemos
prescindir de los partidos políticos. Esa experiencia nos trajo a un desastre
del que aun no salimos. Unos partidos debilitados y carcomidos por la
corrupción y el mal uso del poder, fueron presa fácil de quienes le pasaron
factura a su dirigencia. La matriz de opinión formada como consecuencia del
desbarranco y los errores de nuestro período democrático dieron al traste con
la credibilidad de la dirigencia política, de la cual aun no levantan cabeza,
dando paso a que llegara un “salvador” que resultó ser un fiasco destructor de
nuestro país.
Queremos y necesitamos que nuestros partidos
democráticos tengan la credibilidad y fortaleza para poder salir todos del
barranco en que nos encontramos. Pero eso pasa por hacer causa común con
quienes nos hallamos en la acera de la sociedad civil. Eso es todo un reto
porque ellos deben entender que no pueden solos. Eso significa que hay que
abrir la mente a nuevas opciones de trabajo. A nuevas formas de organización
diferentes a las estalinianas provenientes del comunismo del cual salieron las
actuales formas de organización de los actuales partidos. De realizar un
trabajo en equipo orientado a resultados, con gente que no se deja “dar línea”
y de oír opiniones contrarias a tales “líneas” sin que eso signifique que
estamos jugando a la “anti política”.
Fue la sociedad civil quien por primera vez
planteó la solución a la grave crisis del país a través de la convocatoria a
una Asamblea Nacional Constituyente. No es nuevo el planteamiento del Proyecto
País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente
(http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/), tiene más de 10 años. No
fueron pocas las reuniones con todos los partidos y lideres políticos de la oposición
democrática para sugerirles ese camino desde muchísimo antes de las elecciones
presidenciales de 2012. Pero no fue entendido. De allí mi reclamo al candidato
días después del recule del 17A (ver La Hora de la Sociedad Civil
http://ticsddhh.blogspot.com/2013/04/la-hora-de-la-sociedad-civil.html) cuando
por primera vez manifesté mi apoyo al
proceso constituyente de los gochos del Táchira.
Vimos con mucho agrado y sorpresa que
públicamente algunos importantes dirigentes políticos publicaron en las redes y
periódicos de circulación nacional, y dos días antes de las elecciones
regionales de 2013, un comunicado titulado “Después de votar el 8D, Venezuela
debe convocar a una Constituyente” (ver
http://www.ventevenezuela.org/venezuela-debe-convocar-una-constituyente/) en
abierto apoyo al proceso constituyente.
Pero eso no se materializó. Concluimos que si
los partidos no acababan de entender el planteamiento tendría que moverse el
doliente, la sociedad civil. Eso motivó a que muchos nos movilizáramos por todo
el país a explicar porque era necesario que para que se diera un Proyecto de
país que nos condujera al desarrollo era imprescindible un proceso
constituyente para reconciliar y reconstruir a Venezuela. Explicarle a la gente
que el proceso de recuperación de la soberanía y la restitución del Estado de
Derecho pasa por esa solución. En el camino nos encontraríamos con los partidos
que a la final entenderían que esa era la vía correcta.
Afortunadamente se han comenzado a dar
pronunciamientos públicos acerca de la necesidad de transitar la vía
constituyente de la cual la sociedad civil es la principal abanderada, porque
aquí no se trata de protagonismos de partidos, ni de cargos ni de votos para
nadie. Se trata de buscar adonde se encuentren a los reales representantes de
ese “pueblo” que yo llamo la sociedad civil, la verdadera depositaria de la
soberanía y convocarla para discutir a Venezuela.
Es hora que esa sociedad civil y los partidos
que apoyan la iniciativa constituyente le den cauce y dirección a esa fuerza
potencial contenida en la población. Estoy seguro que de alguna manera eso nos
dará el milagro de resolver esa fusión perdida entre partidos y sociedad civil
tan necesaria para recuperar y consolidar la democracia. Tal vez ese sea uno de
los mejores resultados de ese histórico proceso…
Luis Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana
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