La
renuncia del coordinador de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, ha provocado una
polémica entre los grupos opositores.
El centro de la misma, paradójicamente no
está centrado, ya que gira alrededor de dos ejes:1) la llamada “construcción de
una mayoría para el evento electoral”, que lleva implícita la legitimación
cotidiana del gobierno y la falta de legitimidad en la oposición hasta que ésta
no sea construida; y 2) la necesidad de desplazar del poder a la secta
gobernante en el menor tiempo posible por haberse hecho ilegítima en el
ejercicio del mismo, aun cuando “gratia argüendi”, pudiera llegar a aceptarse
su legitimidad de origen.
Recibamos esta polémica con la palabra
adecuada: Bienvenida. Es bienvenida porque ha puesto sobre la mesa la
existencia en la oposición de dos visiones que ponen en pugna el medio y el
fin. Diferencia importante que hace posible la construcción de una unidad
operativa. En efecto, establecido el objetivo, “desplazar del poder a la secta
gobernante en el menor tiempo posible”; la “construcción de la mayoría para el
evento electoral retoma su condición de medio y como consecuencia, la
diversidad en las acciones que sus más notables personeros o sus grupos más
representativos acometan no necesitan contar con la aprobación, ni con el
consenso, ni mucho menos con la unanimidad de todos aquellos que se identifican
a sí mismos como opositores.
Por lo pronto los dos “programas de acción” más difundidos “la vía
electoral” y “la resistencia en la calle” pueden reconocerse mutuamente como no
contradictorios. Más aún, no parece factible que pueda tener éxito la vía
electoral si no existe una presencia efectiva en la calle de la oposición, que
imponga el respeto de la voluntad popular y que no puede convocarse sino con un
pueblo movilizado.
El gobierno tiene a la fecha de este artículo
15 años, 7 meses y 8 días en un despliegue publicitario multimillonario
orientado a difundir la idea de que cuenta con un respaldo tan mayoritario, que
sus oponentes son minorías insignificantes, escuálidos en la terminología
oficial, que de ser cierta no ameritaría ni el dispendio de los recursos que
han derrochado, ni la política de controlar prensa, radio y televisión
desplegada. La oposición es la mayoría, la misma que en las elecciones de 1998
en una democracia agotada ofreció respaldo a un nuevo actor que ya hoy no
existe; y sus seguidores no tienen respaldo para la revolución agotada, está
exhausta.
Oswaldo
Paez Pumar
opaezpumar@menpa.com
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