jueves, 11 de septiembre de 2014

OSWALDO PÁEZ-PUMAR, LA UNIDAD

La renuncia del coordinador de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, ha provocado una polémica entre los grupos opositores. 

El centro de la misma, paradójicamente no está centrado, ya que gira alrededor de dos ejes:1) la llamada “construcción de una mayoría para el evento electoral”, que lleva implícita la legitimación cotidiana del gobierno y la falta de legitimidad en la oposición hasta que ésta no sea construida; y 2) la necesidad de desplazar del poder a la secta gobernante en el menor tiempo posible por haberse hecho ilegítima en el ejercicio del mismo, aun cuando “gratia argüendi”, pudiera llegar a aceptarse su legitimidad de origen.

Recibamos esta polémica con la palabra adecuada: Bienvenida. Es bienvenida porque ha puesto sobre la mesa la existencia en la oposición de dos visiones que ponen en pugna el medio y el fin. Diferencia importante que hace posible la construcción de una unidad operativa. En efecto, establecido el objetivo, “desplazar del poder a la secta gobernante en el menor tiempo posible”; la “construcción de la mayoría para el evento electoral retoma su condición de medio y como consecuencia, la diversidad en las acciones que sus más notables personeros o sus grupos más representativos acometan no necesitan contar con la aprobación, ni con el consenso, ni mucho menos con la unanimidad de todos aquellos que se identifican a sí mismos como opositores.
Por lo pronto los dos  “programas de acción” más difundidos “la vía electoral” y “la resistencia en la calle” pueden reconocerse mutuamente como no contradictorios. Más aún, no parece factible que pueda tener éxito la vía electoral si no existe una presencia efectiva en la calle de la oposición, que imponga el respeto de la voluntad popular y que no puede convocarse sino con un pueblo movilizado.
El gobierno tiene a la fecha de este artículo 15 años, 7 meses y 8 días en un despliegue publicitario multimillonario orientado a difundir la idea de que cuenta con un respaldo tan mayoritario, que sus oponentes son minorías insignificantes, escuálidos en la terminología oficial, que de ser cierta no ameritaría ni el dispendio de los recursos que han derrochado, ni la política de controlar prensa, radio y televisión desplegada. La oposición es la mayoría, la misma que en las elecciones de 1998 en una democracia agotada ofreció respaldo a un nuevo actor que ya hoy no existe; y sus seguidores no tienen respaldo para la revolución agotada, está exhausta.
Oswaldo Paez Pumar
opaezpumar@menpa.com

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