"Es un hecho crucial para el chavismo y para la oposición saber que el régimen ha enloquecido"
INSACIABLE
BESTIA PARDA
El
régimen argumenta que la oposición anda en planes malévolos como si querer el
reemplazo del procerato rojo lo fuera. Sólo este chavismo en su fase de
descomposición anda en el plan malévolo del autogolpe. Ya llegó al punto en que
dejó de importarle la apariencia democrática que Chávez se esmeró en conservar
aun cuando sacara la cachiporra con la izquierda. Nicolás Maduro no tuvo la
capacidad de hacer ese juego de cintura de su padrino, porque nunca ha sido un
jefe sino, apenas, el administrador roñoso de una herencia disputada; carece de
recursos políticos, de visión, de capacidad de juego, de muñeca suelta para
maniobrar; en vez de buscar tácticas novedosas en su inédita sabiduría política
busca imitar al mentor y lo hace muy mal. Tal vez no sea incierto que peregrina
a la tumba del fallecido monarca a buscarle conversación a ver si en una de
ésas le dice algo, una voz que lo guíe y resuelva sus incompetencias; y no es
de dudar que lo haya escuchado alguna vez soplándole: "¡Nicolás: eres un
error de la historia!"
El
causahabiente juega un juego suicida: intentar obligar a la oposición que
acepte su reinado imperial o, de lo contrario, promete suprimirla. Este
heredero sin mérito actúa sin cordura porque está literalmente colgado de la
brocha de la represión; no puede aceptar disputa alguna de su poder porque
siente que se cae: cuando no lo derriban los de afuera, vienen los vahídos por
las intrigas de los de adentro.
Es
un hecho crucial para el chavismo y para las fuerzas democráticas saber que el
régimen ha enloquecido en su conducta represiva. Las capas de la cebolla se han
desprendido; cada una de las coartadas democráticas se ha desvanecido, y
después de desollar las instituciones no queda nada, sólo el gas y la metralla,
la prisión y las fieras togadas. Nicolás de tanto dialogar con la muerte se ha
convertido en su mensajero. Su debilidad es lo que permite el cogobierno de
Diosdado Cabello. No es que el uno disienta del otro, lo que ocurre es que los
dos, al lado del tercer jugador que se ha colado en el mando -Miguel Rodríguez
Torres- dan órdenes como si hubiese una junta de gobierno y no la vaga
pretensión presidencial del ungido.
CAÍDA
Y MESA LIMPIA.
La
prisión de Leopoldo López, el encarcelamiento de los alcaldes Ceballos y Enzo
Scarano, y la delirante idea de allanarle la inmunidad a María Corina Machado
para luego apresarla, podrían ser manifestaciones de la pérdida total de la
cordura. En realidad parece más bien el intento postrero de evitar la
licuefacción de un régimen que perdió cualquier amago de solidez.
El
poder se les desliza de las manos y no comprende que la calle alzada es la
cosecha de lo que el régimen labró a ciencia y paciencia por años. Son las humillaciones
de los empleados, las listas de perseguidos, las prisiones arbitrarias, los
crímenes impunes, la robadera descarada, las desigualdades profundizadas, las
escaseces multiplicadas, el miedo convertido en compañero de los ciudadanos, y
las penas acumuladas, lo que ha generado esta explosión social. No es un hecho
fortuito sino capas sedimentarias de iniquidad y desprecio, de vilezas
repartidas desde arriba, lo que estalla. El que no entienda esto en el Gobierno
o en la oposición no entiende nada.
LA
VIOLENCIA.
La
oposición, en ninguna de sus formas, ha propuesto una estrategia violenta para
la salida del régimen. La violencia que se ve es producto de la represión
extrema de quien ya no puede sostenerse con ciertos barnices de
legitimidad.Esta conducta destinada a aplacar, asustar y castigar, exacerba la
protesta. La ciudadanía traspasó el umbral del miedo y cuando se llega a este
borde, los represores pierden el control: la muerte, la cárcel, la amenaza,
dejan de tener el efecto disuasivo en el que habían confiado.
La
delirante represión de las semanas que corren es un brote pestilente de los
intestinos ideológicos del régimen. No es nuevo el fenómeno aunque sea más
virulento. Tal es el código genético del Orden Rojo; no sabe actuar sino con violencia
y a su través, lo que va desde el lenguaje descalificador, machista, humillante
e indigno, hasta las balas que dispara y matan. La respuesta de la sociedad
civil ha venido desde la entrañas de ese continuo estado de sitio y de
represalia. Es como si se hubiese dicho ¡no más! ¡Nunca más!
LA
DIRECCIÓN.
Entender
que ha emergido una fuerza de las entrañas de la sociedad es condición para
poder acompañar el proceso. Los intentos de "dirigir" a través de
maniobras como la del diálogo con el gobierno o la nonata y mentirosa
"comisión de la verdad" no sirven para nada. Así como el gobierno no
puede controlar el río de la protesta tampoco puede hacerlo nadie en nombre de
la oposición. Esto no quiere decir que la protesta no tenga objetivos o
dirección; los tiene, se han ido articulando de manera compleja, los líderes
están allí, brotan como hongos de universidades y liceos, de gremios y
partidos, sí y también de las barricadas; manan de los aciertos y los errores;
hasta la propia violencia de esas barricadas puede servir para dar paso a la
protesta civil y pacífica de los mayores, tal como aconteció hace pocos días en
la Plaza Altamira.
LA
UNIDAD.
La
unidad electoral se produjo a través de la MUD.
La unidad para el reemplazo
constitucional del régimen se da ahora en la calle y bajo las atmósferas de
presión que ésta porta.
Cada proceso ha tenido su tiempo y su ritmo; el de
estas semanas está signado por la decisión de enfrentar la represión, desmontar
la trampa del diálogo gubernamental y la necesidad de abrirle camino a las
ansias de cambio que se guarecen en la ciudadanía. La calle, en su pasión y
convicción, ha creado el ambiente para una unidad superior, que se desmarca de
los conciliábulos y las maniobras, y se abre a la participación. La calle no es
violencia sino el encuentro, el lugar de la ciudadanía, de la palabra; es el
espacio fraterno, juvenil aunque contenga adultos y superadultos, en el cual se
prefigura la libertad y la democracia por venir.
Leopoldo
López, María Corina Machado, los alcaldes Daniel Ceballos y Enzo Scarano, Ramón
Muchacho y David Smolansky, Gerardo Blyde y Antonio Ledezma, los estudiantes,
los ajusticiados, torturados, apresados y perseguidos, gaseados, los padres,
hermanos y amigos de los caídos, son símbolos de esta fase dura de la lucha.
Ahora hasta los que no querían ver tendrán que admitir que un nuevo tipo de
dictadura se ha apoderado del país; por su parte y sin que algo parecido a la
vergüenza los asalte, los magistrados y generales, los ministros y policías,
rubrican por unanimidad el estado de excepción y el cese de la libertad.
Paradójicamente, podría ser el instante en que esté más cerca su recuperación.
Mientras brotan estas palabras se oye como un escándalo universal el silencio impuesto a María Corina en la OEA.
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