lunes, 24 de marzo de 2014

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ¿PAZ BAJO FUEGO CRUZADO?, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL

En Venezuela, el término “paz” se vició a conveniencia de un sectarismo insurgente que devino en la fractura alevosa, ignominiosa y triste de la sociedad nacional.
¿PAZ BAJO FUEGO CRUZADO?

El concepto de “paz” tiene distintas acepciones. Desde las que aducen un estado emocional, hasta aquellas que refieren la ausencia de guerra o de violencia. No obstante, cada significación es además consecuencia de las realidades alrededor de las cuales pretende justificar-se. Su concepción, por otra parte, deviene de la ideología que comulgan quienes la llaman o buscan declararla como espacio para la necesaria convivencia. Pero pese a esto, nunca faltan quienes la manipulan con el perverso propósito de ajustarla a sus intereses más inmediatos. De situaciones así alcanzadas, la paz resulta tan efímera que sus resultados tienden a embarullar cualquier pronunciamiento que la exhorte como condición de equilibrio o de estabilidad en cualquier esfera de la vida.

En política, hablar de “paz” compromete otras variables que complican su alcance por cuanto ella no es un absoluto en el sentido de lo que su praxis implica. Así que es un tanto paradójico conseguir la paz obviando la naturaleza de la política toda vez que en su comparecencia es importante respetar a quien pueda confrontar las ideas del otro en medio de un conflicto que no podría suprimirse. Pero sí transformarse. Por eso es que en el se lenguaje de la política, se hace referencia a la transformación pacífica del conflicto sin que, en la complejidad de tan importante proceso social, se aduzca la paz como condición rigurosa-mente ineludible ya que sería un absurdo pensarlo de esa manera. En política, la relación amigo–enemigo si bien no tiene una orientación belicosa, su sentido es de constructiva rivalidad. Es decir, se juega al papel de adversario al validarse propuestas tanto como confrontar cometidos diferentes. Y es precisamente, lo que le imprime contenido a la democracia la cual busca reclinarse en las libertades de expresión, opinión, prensa, comunicación y de pensamiento. De esa forma, se consolida aquella acepción politológica de paz según la cual “es el respeto al derecho ajeno”.

En Venezuela, el término “paz” se vició a conveniencia de un sectarismo insurgente que devino en la fractura alevosa, ignominiosa y triste de la sociedad nacional. Un aforismo hebreo reza: “mejor una mala paz que una buena guerra”. Esto, para decir que será siempre preferible la paz, aunque precaria, que cualquier conflagración. Aunque a decir de la situación venezolana, la paz se tornó en un problema tanto de concepción, como de búsqueda lo cual se debió a razones asociadas con los reveses sufridos por el régimen. Entre otros, la incipiente legitimidad que arroja serias dudas sobre la ascensión de Nicolás Maduro a la presidencia de la República. Asimismo, las erradas estrategias operacionales seguidas por el Ejecutivo Nacional para determinar el camino al cacareado socialismo lo cual se ha traducido en una violencia desatada, una impunidad alcahueta, una alianza cómplice entre los poderes del Estado, una asfixiante corrupción, un atroz desabastecimiento, una cabalgante inflación. Pero sobre todo, un desorden que ha tocado no sólo instituciones públicas. Sino además la naturaleza emocional del venezolano. Y esto es lo que más ha enrarecido el ordenamiento del país mirado desde el comportamiento del venezolano en términos de sus valores morales y los principios de ciudadanía.

No hay duda, hablar de “paz”, en medio del egoísmo que tiene tomada la personalidad de quienes, groseramente se han arrogado el poder en Venezuela como asunto propio, no es nada sencillo. Menos, cuando estos personajes esquivan la humildad como virtud que incita a reconocer las debilidades, cualidades y capacidades para obrar en bien de los demás, sin decirlo. Quizás, cuando se actúe apegado a una visión de vida que entienda a necesidad de proceder al margen de toda soberbia u ostentación en una perspectiva apropiada de la moral, será posible el encuentro apacible con el otro. Lo contrario, no sería distinto de estupideces con aires presidenciales. O sea una paz bajo fuego cruzado.

VENTANA DE PAPEL

¿EFICIENCIA SOCIALISTA?

Cuando quieren resolverse problemas de índole administrativo o jurídico-legal, el régimen cuanta con todo los recursos conceptuales y operacionales para proceder de la mejor manera. Sin embargo, la “mano invisible” del poder encubierto tras la figura del cuestionado presidente Maduro, ha logrado que el rumbo del sistema político venezolano tome el cauce que mejor ha convenido a tan foráneos intereses representados por el régimen castro comunista de Cuba.

Es así como luce absolutamente incomprensible la brecha entre juicios que el mismo régimen amaña por razones puramente politiqueras, y aquellos que conciben de su mayor incumbencia toda vez que sus procesos se aceleran a propósito del castigo que pretende asentir. Para ello se valen de procedimientos espurios, inconstitucionales y arbitrarios. Cabe referir, pese a la impotencia que ello genera, el caso del alcalde de San Diego, Enzo Scarano, a quien lo apresan y condenan en tiempo record. O al alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos. O aquellos en que la impunidad media como excusa para dejar hace o dejar pasar (laissez faire).

En medio del fango que representa la actual crisis política que padece hoy el gobierno por causa de la obstinación de sus cabecillas, particularmente del “mandón de frondoso bigote”, la administración de justicia está sin el soporte estructural que alude el denominado Estado de Derecho lo cual hace que el país esté a la deriva del desarrollo económico y social.  En ese despelote llamado revolución, los funcionarios de alto vuelo, han pretendido decisiones que sólo han retrotraído al país a condiciones que ni siquiera alcanzaron a vivirse en el siglo decimonónico. Tal vez, en tiempos del salvaje colonialismo.

Pero entrado el siglo XXI, las desvergonzadas muestras de fascismo gubernamental, al mejor estilo esbirro, son la más fehaciente demostración de la degradación a la cual arrastraron a Venezuela. No hay indicador alguno que revele algún adelanto. Salvo las mentiras que irónicamente manifiestan oficialistas con la idea de hacerle creer a los incautos que Venezuela es un país donde la “felicidad” es una realidad sólo por el hecho de haberse creado un viceministerio. Quizás, para atender solicitudes de frustraciones de furibundos amargados. Será entonces por eso que el régimen luce diligente toda vez que sus funciones de represión son demostración de ¿eficiencia socialista?

CULILLO DE CONCIENCIAS VENDIDAS

EL FIN JUSTIFICA LOS MIEDOS
A pesar de las conciencias compradas por cuotas petroleras o puñados de dólares mercenarios a diplomáticos representantes en la Organización de Estados Americanos, OEA, dicha institución dejó ver una actitud que no se correspondió con el papel para lo cual fue creada. Y que no es otro, que la defensa de la democracia en el continente y de los derechos fundamentales de su población. Este viernes, bastó que la representación de Panamá cediera su escaño a venezolanos dispuestos a contarle al mundo político y económico las injusticias y descalabros que vive el país, para que tan vital derecho fuera conculcado.

A juicio de la diputado María Corina Machado, el hecho de haberse impedido que la discusión sobre el caso Venezuela tuviera la resonancia necesaria, no fue óbice para que ello constituyera un importante avance de esa lucha. Y aunque no lo pareciera, fue lo que ocurrió. No hay otra forma para calificar dicho momento, pese a las contrariedades vividas. La jornada en Washington, reflejó el temor del régimen venezolano a que el mundo político conozca la verdad.

El titánico esfuerzo por comprar el silencio de diplomáticos que asisten como representantes de países “beneficiados” por el impudor del régimen venezolano, dio sus frutos. Debe decirse que ante el temor de conocerse las penurias del pueblo venezolano, la censura logró su efecto. Tocó la OEA en perjuicio de las libertades a la que está llamada a resguardar. Cuestión ésta incomprensible e inadmisible. Más cuando es por todos sabido que la represión y la tortura han logrado poner al descubierto el despotismo del régimen venezolano toda vez que se ha valido del un autoritarismo exacerbado e inconstitucional para llevar el país al despeñadero en todos los ámbitos.

La muerte de un alarmante número de venezolanos a causa de la iracundia gubernamental, ha motivado la mayor indignación de una población que no ha dejado de protestar por mantener a flote sus esperanzas y libertades. Así pues luce absurdo que la desesperación de un régimen alucinado por el poder, sea razón para que la OEA tome decisiones quienes viven con culillo de conciencias vendidas.

“Hablar de paz sin entender que política es honrar la diferencia como expresión de libertad, es el más absurdo de los pecados sociales” AJMonagas

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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