sábado, 6 de diciembre de 2014

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, NO VEO, NO OIGO, NO HABLO

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ
En esa actitud están representados los tres monos sabios, sobre los establos sagrados del santuario de Toshogu, al norte de Tokio (Japón). La imagen de los tres monitos tapándose los ojos, la boca y los oídos, ha sido reinterpretada infinidad de veces, recuerdo haber visto hasta el personaje de Mafalda en la misma posición.

Fue la primera imagen que vino a mi mente, cuando leía una de los últimos mensajes de insultos, que me dirigen los chavistas luego de leer mis artículos.

No deja de asombrarme que se tomen el trabajo de crear identidades, direcciones mail y tantas molestias, para redactar unas escasas líneas de insultos mal redactadas. Recordarme a mi Madre (fallecida) o mi origen maracucho es para mí motivo de orgullo, afirmar que nadie me lee contradice que hasta ellos lo hagan.

Sus respuestas me recuerdan a ciertos dirigentes improvisados, que a duras penas logran articular tres oraciones, para intentar expresarse de manera inteligible.

El régimen Venezolano y sus grupos de asesores (franceses y cubanos), desearían que fuéramos como los monitos de la imagen y nos abstuviéramos de utilizar nuestros sentidos en la observación cercana de la realidad venezolana.

Decidir no ver, no oír y no denunciar, no desaparece los problemas, puede dar la impresión de que evitamos que la realidad nos afecte. No reaccionar es contrario a nuestra esencia de seres humanos, puede costarnos caro como personas y como sociedad, la calma aparente es tan solo el presagio de la tempestad dentro de la cual despertaremos, cuando vengan por nosotros.

El cerco económico a la prensa, las multas, el impedimento para acceder al papel, las expropiaciones, el cierre de emisoras, la cancelación de permisos, las compras millonarias de medios.

La persecución de líderes, la cárcel, los golpes, los allanamientos anticonstitucionales de inmunidades.

El cerco a las universidades, la persecución de los estudiantes, las golpizas, los asesinatos impunes.

Los despidos masivos, los sindicatos perseguidos, la dependencia alimentaria al racionamiento impuesto de manera disimulada.

El control de las instituciones y del sistema judicial Venezolano, todo está dirigido a callar la verdad. Un control producto de la censura y el temor que aspiran producir dentro del ciudadano, intentando paralizarlo para siempre.

La leyenda habla que los tres monos eran mensajeros enviados por los dioses para delatar las malas acciones de los seres humanos. Observaban, escuchaban y trasmitían las malas conductas, además vigilaban que se cumpliese el castigo de los dioses.

Lo que los representantes del régimen desearían es que el pueblo se rinda ante el sistema, imitando un código de conducta que nos impone la prudencia de no ver ni oír la injusticia, ni expresar nuestro rechazo e insatisfacción.

Lo que no han entendido los chavistas, a quienes les gustaría vernos ciegos, mudos y sordos, es que los Tres Monos Sabios o Místicos, que se tapan con las manos respectivamente los ojos, oídos y boca, lo que indican es que para llegar a la sabiduría una persona debe: negarse a escuchar maldades, negarse a ver maldades y negarse a decir maldades, cuestión que deberían por comenzar a aplicar en el ejercicio del poder.

La vista y el oído forman parte de los 5 sentidos que tiene el ser humano, ellos nos sirven para conocer y relacionarnos con nuestro entorno. Ambos son fenómenos vibratorios que se desplazan en forma de ondas que son trasmitidas al cerebro y le brindan la información que origina nuestros pensamientos.

El ser humano normalmente utiliza los sentidos para conocer, pero a diferencia de los animales nuestro cerebro tiene la capacidad de “conocer” por sí mismo, de darse cuenta de la “verdad”, aunque la información no haya sido vehiculada a través de uno de los sentidos. Eso es lo que algunos llamamos intuición, por lo que a cada instante, pensamos, identificamos, intuimos y buscamos racionalmente darle forma a nuestras ideas a través de la palabra.

Un proceso íntimamente personal, que es completamente libre y difícil de constreñir por parte de los regímenes autoritarios. De allí que sea necesarios los mayores atropellos a fin de lograr el objetivo de doblegar la libertad inmanente al ser humano.

A eso le teme el Gobierno, a nuestra libertad personal, a nuestra capacidad de ver, de oír, de razonar y de expresarnos. Por eso duele la verdad escrita, por eso temen al que se atreve, por eso persiguen, por eso someten al escarnio público, golpean, amenazan o asesinan.

El espíritu venezolano vive, lo vemos en la fuerza de Leopoldo, en la labor de Capriles, Ledezma o Andrés Velásquez, lo escuchamos en las valientes palabras de María Corina.

Escuchamos, razonamos y decidimos, queremos seguir siendo libres, poder tomar las riendas de nuestro futuro. Queremos que lo de Venezuela se decida dentro del país y no en la Habana.

Queremos tribunales justos, policías honestas y militares patriotas. Aspiramos un futuro para las generaciones que vendrán después de nosotros, las que recibirán nuestro legado.

Deseamos respeto, libertad de expresión, de poder contar con una casa, de que se respete el fruto de nuestro trabajo.

Rechazamos que en un país con tantos ingresos, se pase tanta necesidad, repudiamos la corrupción, el robo, el narcotráfico y a los enchufados. A todos aquellos que se han enriquecido a costa de nuestros atropellos, persecuciones y la manipulación de nuestras necesidades.

Que me calle, que no vea, que no hable, lo veo difícil. Los mensajes anónimos son una libertad que permite intenciones malsanas, bajas e irresponsables.

Así se esconden los terroristas, los que se ocultan para atentar contra ti impunemente, como acostumbra el régimen actual, Utilizando un texto de Howard Fast “Digamos que es alguien muy pecador, un tipo de baja ralea, un ladrón de poca monta, un desecho social, un criminal o algo peor que todo eso”.

Así actúa el régimen, con sus asesores, sus laboratorios, desde allí insultan, intentan hacer mal o agredir impunemente.

No debemos extrañarnos, la política gubernamental está basada en hacer “lo que me viene en gana”, en aprovecharse del poder, en asumir posiciones anti-ciudadanas y anti-democráticas.

En todo caso me confirma que la palabra acierta con la denuncia y por Venezuela eso me reconforta.

Sin dejar de comprender que no basta el lenguaje para transformar la sociedad, pero quizás contribuya a que nuestros ciudadanos puedan vivir en una sociedad justa, en la cual por encima del poder y la fuerza, la ley se encuentre al servicio de la conciencia.

Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com

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