miércoles, 10 de diciembre de 2014

JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA, EL TEMOR CUBANO A LA CALLE

JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA
La prisión de López, los alcaldes y los estudiantes universitarios y ahora la persecución a María Corina Machado ponen en evidencia que la monarquía comunista cubana y sus títeres sólo temen a una salida constitucional distinta a la electoral.
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El 1 de enero de 2015 se cumplirán 16 años ininterrumpidos de la peor tiranía que hayamos padecido los venezolanos: la tiranía de los peores. Este solo hecho basta para demostrar la ineficacia de la estrategia seguida hasta ahora por los electoralistas. No han avanzado un milímetro. Al contrario, han retrocedido en sus posiciones. Y, lo más grave, han legitimado reiteradamente a la tiranía dándole carta de presentación como democracia. Para rubricarla están en los preparativos de las elecciones parlamentarias con los mismos cuentos de siempre: esta vez sí vamos a ganar y tenemos que ocupar espacios. Olvidan que en una tiranía comunista no hay espacios por su carácter totalitario. Hay sillas o cargos para espectadores que no molesten. Interesadamente ocultan que en 1952 los fundadores de los grandes partidos del período pasado rechazaron la tesis de los espacios cuando se los ofreció el dictador, haciéndole la oferta del 40% de las diputaciones en la Constituyente electa fraudulentamente. Se negaron a legitimar la dictadura convalidando el fraude, a riesgo de la división de sus partidos por los disidentes de esta línea. A partir de ese momento descartaron la salida electoral y tomaron el rumbo estratégico que desembocó en la rebelión cívico-militar del 23 de enero de 1958. En apenas 5 años fue derrocada la tiranía, a pesar de que había bienestar económico y seguridad total en las calles.
El 8 de diciembre cumplirá Maduro dos años en la presidencia. Se encargó este día de 2012 cuando se despidió el difunto para siempre. Todo el proceso que culminó con la asunción definitiva en el cargo estuvo plagado de actos inconstitucionales sucesivos. La ejecución de estos actos, con el mayor descaro, confirma que en una tiranía, por su carácter totalitario, no hay posibilidad alguna de que impere la Constitución, lo cual desmiente la tesis de los electoralistas. Si había que ocultar la incapacidad del enfermo y luego el lugar y la fecha de defunción del difunto, se ocultaba (aún permanecen ocultos) con la aquiescencia de todos los poderes públicos. Si había que legitimar la postulación del aspirante, inelegible por razones obvias para un estudiante de primer año de derecho y además por su nacionalidad extranjera o cuando menos doble nacionalidad, se legitimaba con la aprobación de todos los poderes públicos. Si para ello había que esconder la partida de nacimiento del ilegítimo, se escondía con la aprobación de todos los poderes públicos. Si había que convalidar el fraude en su elección, se convalidaba con la aprobación de todos los poderes públicos. 
El fracaso evidente de la vía electoral para cambiar de régimen obligaba a un viraje estratégico. Lo que llamé “oposición de calle”. Así lo entendieron los proponentes de la “LA SALIDA”, que se traduce en “la salida de la tiranía está en la calle.” La monarquía comunista cubana, dueña de Venezuela, vio en ellos una amenaza, la única y verdadera amenaza a la perpetuación del gobierno títere. Decidió primero aislarlos para lo cual se valió de la oposición oficial. Montó el teatro del diálogo. Para decirlo en lenguaje sindical, la MUD actuó como un sindicato patronal formado por esquiroles o rompehuelgas. Y luego los Castro, muy al estilo cubano recurrieron a los matones que han agrupado en bandas o colectivos para que masacraran a los manifestantes, sobre todo a los estudiantes universitarios que siempre han sido la vanguardia contra las tiranías. A continuación procedió a valerse de fiscales y jueces para poner presos a los rebeldes, acusándolos de falsos delitos. Y ahora ha iniciado proceso penal contra María Corina Machado, imputándole el delito de conspirar contra la forma republicana de gobierno que ya no existe en Venezuela. No me detengo en el examen de acusaciones e imputaciones porque la opinión pública sabe que no tienen fundamento jurídico. Son causas judiciales de persecución política, estilo puesto de moda por la monarquía comunista cubana. A la imputada no la han detenido todavía. La empujan para forzarla a irse. Quieren evitarse el costo político de ponerla presa, porque políticamente pesa más la prisión de una mujer que de un hombre (caso Birmania), máxime si es muy conocida en el extranjero.
LA SALIDA ha arrancado de una apreciación correcta de la situación, más ahora con el colapso económico. Se ha colocado en el punto de partida de la ruta de la liberación.

Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta

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