EUGENIO MONTORO |
Una de las curiosidades del régimen chavista es hacerle creer a la población que todo lo que existe es una
obra revolucionaria original y
primeriza.
Por ejemplo. El plan chavista para enseñar a la gente a leer y escribir
fue mostrado como el primer esfuerzo patriota y revolucionario y, además, todos
los gobiernos anteriores no le pararon a tan importante materia.
Pero la verdad del asunto es que el primer decreto para enseñar a leer y
escribir a los venezolanos (nueve de cada diez eran analfabetas) lo promulgó Antonio Guzmán Blanco en 1870. Después de eso, como era de suponer,
otros gobiernos hicieron algo parecido incluyendo los de la cuarta república
que en su ya moderno progreso entregaba
hasta un disco de acetato como parte del material.
Así que los rojitos son los últimos en llegar y nada que ver en
“tirárselas” de primero.
Igual mentira ocurre con la construcción de viviendas. En la cuarta
república de construyeron cada quince años el doble de casas que ha construido
este rojito Alí baba. Pero los comunistas hacen parecer, con mucha propaganda,
que el primero que puso una ventana fue Chávez apoyado por la alta tecnología
cubana.
De escuelas ni se hable quien hizo más.
Una de las más curiosas trampas de los chavistas es mostrar a la
industria petrolera como obra total de la revolución. No se trata de decir que
se tomaron decisiones sobre algo existente. Es afirmar que “nuestras refinerías” fueron construidas por
los inteligentes rojos o afirmar que la faja del Orinoco es un desarrollo
revolucionario. Lo cierto es que las refinerías se construyeron hace sesenta
años y lo de la faja y su potencial es un desarrollo de las antiguas operadoras en una época que
aún Chávez no había nacido.
De igual forma se trata a las empresas de Guayana como si los
constructores hubiesen sido nuestros aguerridos anti imperialistas. Para
información de los jóvenes, Guayana y sus industrias las construyeron los
adecos en obra de un Ministro apellido Sucre lo que le da hasta cierto aire de
independencia.
La pregunta es por qué es tan repetido esto en boca y mente de los
chavistas. Ya anticipamos que no tienen mucho que mostrar pero esta enfermedad
debe tener alguna otra causa.
Es posible que responda a dos razones. La primera es de carácter
ideológico. Ningún régimen comunista acepta que una industria importante esté
en otras manos. Claro que tanto las plantas de Guayana como la industria
petrolera ya eran del Estado pero las
dos tenían un olorcito a pasado, un tufo insoportable que había que disimular
para que parecieran cosa nueva y chavista.
La segunda es la necesidad de mostrar algo heroico. El pobre Chávez no
tenía de que presumir que no fuese que le cambió el nombre a los Ministerios,
un satélite chino, un CDI o un tren sin terminar.
Pero sin importar el disfraz no es difícil concluir en la pobrísima
capacidad de ejecución de este fastidioso régimen que ya termina en el mayor de
los fracasos.
A prepararse para el cambio. Viva
Venezuela.
Eugenio
Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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